La querella, que, según cuentan, parece que ha puesto la fiscalía a Leo Messi por fraude fiscal, ha vuelto a sacar a la palestra el vergonzante tema de los paraísos fiscales. Sí, hay que reconocerlo, no tiene demasiado mérito ser un honrado contribuyente, cuando los ingresos provienen de una nómina o pensión, que apenas alcanza para llegar a fin de mes, y las retenciones cubren la factura de Hacienda –hoy todas las nóminas y pensiones sufren para llegar al treinta, pues el que no tiene a un hijo en paro, tiene una hipoteca o unos ingresos escasos-; pero es el caso de la inmensa mayoría de los ciudadanos: son honrados contribuyentes que, aunque no hayan ahorrado para poder irse de vacaciones, tienen al día sus obligaciones tributarias. Por eso resulta escandaloso y repugnante que algunos, que generalmente tienen dinero de sobra e, incluso, por castigo, remoloneen a la hora de cumplir con el fisco y busquen meandros por los que evitar pagar lo que les corresponde. Mal está la ingeniería financiera, tan habitual en los pudientes, pero, si está dentro de la legalidad, poco se le puede reprochar a quien la utiliza, si acaso a quien hace las leyes y permite que haya formas legales de pagar menos impuestos; lo que no es de recibo y resulta indignante, es el método, utilizado por muchos, de ingresar el dinero en paraísos fiscales, donde la detección de sus irregularidades resulta más difícil, para los inspectores de Hacienda, cuando no imposible.
La mera existencia de paraísos fiscales dice muy poco a favor de los dirigentes políticos mundiales, que por acción u omisión contribuyen a ese fraude masivo a las haciendas nacionales, por parte de la elite económica, pues es claro como el agua que si no te sobra el dinero no necesitas paraísos, y hacen dudar a la ciudadanía de que haya voluntad de eliminar esos paraísos del fraude. Siempre me ha llamado la atención el tratamiento judicial que se da en Estados Unidos a los defraudadores del fisco; en un país en el que los buenos abogados –que cobran barbaridades- son capaces de librar de la cárcel a los delincuentes que puedan permitirse pagarles, quien comete delito fiscal va a la cárcel de cabeza. Parece que ahora, en España, comienza a haber seriedad con los defraudadores, apareciendo figuras mediáticas, acusadas de fraude a Hacienda, aunque es bien sabido que todos los meses de junio aparece algún famoso, investigado por los inspectores del fisco, desde Lola Flores hasta el reciente jugador, número dos del mundo, Lionel Messi. Sin embargo, para que los ciudadanos crean definitivamente que hay seriedad en la lucha contra el fraude fiscal, sería necesario que, además de cantantes y futbolistas, aparecieran entre los investigados algunos políticos o banqueros. Entonces sí estaría cambiando algo. Y Hacienda seríamos todos. Y si los dirigentes mundiales se pusieran de acuerdo para suprimir los paraísos fiscales, entonces…sería la repera…, pero seamos realistas: eso no va a suceder.
“ALONSO CHÁVARRI”