El Barça y los hijos pródigos | La plazuela perdida - Blogs larioja.com >

Blogs

alonsochavarri

La plazuela perdida

El Barça y los hijos pródigos

Los hijos pródigos son frecuentes, en estos tiempos de muchos derechos y pocos deberes filiales, y bien conocidos desde la parábola de Jesús. El prototipo parabólico es un hijo que exige su herencia, la dilapida en juergas y otros vicios y, después, es perdonado por su padre, quien le acoge y colma de bienes. Los actuales hijos pródigos son aquellos que más disgustos familiares ocasionan y, en injusta reciprocidad, los padres les benefician económicamente y en afecto, respecto a sus hermanos. No hay nada que objetar a estos padres de hijos pródigos, pues son dueños de su afecto y su dinero y pueden donarlos como bien crean, pero sí son los culpables de buena parte de las riñas familiares y peleas entre hermanos.

Hay otros hijos pródigos de nuevo cuño: los hijos pródigos políticos, que comparten con los originales la costumbre de dar disgustos al Padre Estado, quien, también en injusta reciprocidad, por medio de su Gobierno, les beneficia económicamente y en afecto, respecto a sus hermanos de otras autonomías. Claro que aquí sí hay algo que objetar, pues la bolsa de los beneficios que se otorgan al pródigo no es propiedad estricta del Padre, sino que ha sido generada por todos los hermanos, por lo que las quejas, malestares, riñas y futuras peleas están más que justificadas, además de ser responsabilidad exclusiva del Gobierno de ese Padre Estado; si bien a estos hijos pródigos políticos ya estamos acostumbrados, pues el Gobierno del Padre suele abusar de su prodigalidad, ya que no siempre pretende la justicia, sino, a veces, su propio interés.

Ahora ha surgido, íntimamente relacionado con el político, el hijo pródigo deportivo, cuyo prototipo es el Fútbol Club Barcelona, quien también da disgustos al Padre, permitiendo mostrar profusamente en su estadio carteles con el lema ‘Catalonia is not Spain’, o no llevando banderas españolas a la final de la Champions –entre los jugadores sí se vieron banderas del mundo, pero no la española-. A cambio, como buen Padre de hijo pródigo, recompensa al club con la presencia, en esa final, de los Reyes, el presidente del Gobierno, etc., etc., y un enorme despliegue nacional de medios para seguir las celebraciones, cosa, que yo recuerde, nunca ocurrida en otras finales, ni, incluso, en las jugadas por el club europeo ganador por excelencia; las recompensas en favores deportivos, de las que tanto habla la prensa últimamente, no las considero, pues su origen puede no proceder de la prodigalidad del Padre.

Los padres de hijos pródigos, además de culpables de querellas internas, siempre me han parecido tremendamente injustos. Y muy poco inteligentes. O quizá demasiado.

Temas

Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

Sobre el autor


mayo 2006
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031