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La plazuela perdida

La invicta selección

Recuerdo una canción protesta, de los últimos años de la dictadura, creo que la cantaba Moncho Alpuente con Las madres del cordero o Desde Santurce a Bilbao Blues Band -bandas, creo también recordar, con músicos comunes- que hablaba de hombres derrotados, de banderas vencidas, de rostros demacrados que volvían del combate, de dolor ; y, cuando el público, que seguía con interés la letra de la canción, imaginaba batallas y muertes horrorosas en alguna guerra -la de Vietnam y la Civil Española eran las comunes en los cantautores de entonces- un último verso daba el toque festivo y cómico a la broma. El verso decía: «Ha sido derrotada la invicta selección».

Entonces se hablaba mucho del Panem et circenses que Franco, supuestamente, «echaba» a las calles para adormecer a sus súbditos -y nunca mejor empleada la palabra súbdito- y de los partidos de fútbol y corridas de toros que organizaba el 1 de mayo, para contrarrestar las manifestaciones de ese día, que, dicho sea de paso, y a pesar de la imaginación que muchos le echaron después, nunca fueron numerosas; pero nada parecido al desmadre deportivo-televisivo de ahora, especialmente con el mundial de fútbol y nuestra -esperemos que continúe siéndolo- invicta selección.

No es que me parezca mal el asunto, al fin y al cabo me gusta el fútbol, el hombre necesita personajes a quien adorar, aunque sean ídolos con pies de barro, y los abusos son propios de esta época en que del exceso se hace virtud, pero llama la atención tanta desmesura innecesaria. Yo no creo que sea el Gobierno quien atice el fuego del desmadre futbolístico, a pesar del efecto beneficioso que, sin duda, tiene en la cohesión nacional española, lo cual es hasta conveniente, sino creo, más bien, que es cuestión de negocio mediático: prensa radio y televisión, y de agencias de viajes. Puede que sea un tratamiento reparador vivir esta euforia desordenada cada cuatro años, a fin de cuentas la ilusión es necesaria en este valle de lágrimas -siempre que no sea inducida por el insoportable comentarista de La Sexta: « Nos hace falta ternura, Salinas, si yo tuviera una escoba, estás en la Biblioteca Nacional, Salinas », sólo soportable en la columna de mi admirado Ricardo Romanos, pero no ante el televisor- y mejor si es provocada por la «Invicta Selección».

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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