Está ahí, delante de nosotros, y estamos tan acostumbrados a él que seguramente nunca nos hemos planteado algo tan simple: ¿por qué el cielo es azul?
Lo que vamos a dar es una explicación sencilla y simple (quizás poco científica) para que todos podamos entenderla.
En realidad sabemos que el cielo no siempre es azul. Tardes y amaneceres nos regalan colores que a veces parecen de cuento, pero que en realidad no con más que el resultado de la interacción de la luz del sol con la atmósfera. Los ingredientes para esta gama de colores son el sol, la atmósfera, una cantidad de humedad pequeña, partículas de polvo y de ceniza.
Pero generalmente, de día, el cielo es azul.
La respuesta la debemos buscar en la atmósfera, una de las capas que cubre a la tierra. El sol, imprescindible para esta ecuación, manda a la tierra luz blanca y esta luz se obtiene de la combinación de los colores violeta, verde, azul, amarillo, naranja y rojo (Teoría del color, desarrollada inicialmente por Newton), que son precisamente los colores del arcoirís. Algunos de esos colores, como el azul y algunos verdes, tienen menos longitud de onda que otros, (que podría explicarse de forma simple como que son más pequeños que los demás).
Cuando la luz blanca del sol alcanza la atmósfera, los colores más grandes son capaces de atravesarla, pero en cambio los pequeños como el azul se quedan ‘atrapados’ y no pueden pasar. Esto es lo que le da el color azul al cielo.