Conocíamos hace unos días que el aeropuerto de La Rioja acumula una deuda de más de 63 millones de euros. Es uno de los ejemplos, quizá el más claro, de que la política de los grandes fastos, la de la entrada de dinero a chorro en el conjunto de las administraciones, ha tenido y tendrá consecuencias nefastas.
Nuestros dirigentes políticos, y me da igual el color o las siglas que representan, siguen instalados en una mentalidad que, después de un 20% de paro y con familias, muy cercanas, sufriendo las consecuencias de cómo se trunca su proyección vital, poco o nada ha cambiado.
Disparar con pólvora ajena (con buena ‘picha’ bien se jode) permite alegrías y, realmente, echo de menos en el debate político ante las inminentes municipales y autonómicas auténticos discursos de austeridad y de sentido común. No es la primera vez que hablo de que las pequeñas cosas suelen ser mucho más efectivas que las grandes, pero eso es algo que sigue sonando a chino a los dirigentes políticos.
El aeropuerto,
Por poner un ejemplo, la Consejería de Educación del Gobierno de La Rioja adjudica a La Rioja Turismo (una fundación del propio Ejecutivo regional que se encarga de la programación del Palacio de Congresos) una subvención para la programación cultural del Riojafórum, que en el año 2010 fue de 689.655 euros, más 110.000 euros de IVA. Este partida, por supuesto, no incluye gasto de personal, ni de corriente de funcionamiento, ni de seguridad, ni de mantenimiento…
Me pregunto cuántos personas siguieron la programación cultural el año pasado y a cuánto nos salió la ronda.