A primera vista, Pedro Sanz da por cumplida
su promesa de autoridad con la presentación del segundo escalafón del organigrama ejecutivo con una nueva reducción de altos cargos, en concreto en trece personas fruto del ajuste de diez a siete consejerías.
Junto con el personal eventual y cargos de confianza en gerencias que desaparecen, el recorte afecta a 42 personas, según las cuentas presentadas ayer por el consejero portavoz, Emilio el Río. El ahorro salarial del ‘tijeretazo’ sería de 2,5 millones de euros, pero en realidad no es tal.
En este sentido, en un rápido vistazo al nuevo organigrama de altos cargos cuento que desaparecen 22 personas (otros entran nuevos para el ajuste final de 13), pero casi todas ellas, sino todas salvo la ex vicepresidenta Aránzazu Vallejo (que no dudo tendrá en breve un cargo o un puesto político de confianza) y el jubilado Luis Alegre, retornan a la administración en sus puestos de funcionarios.
Es el caso del otro gran ‘amortizado’, Juan José Muñoz, y lo es también, por ejemplo, el de Fermín Jiménez, ex gerente de Ader Infraestructuras, la sociedad pública que pasa a mejor vida. Juan Manuel Criado, que es ahora sustituido por Alberto Bretón, quien en su día le nombró jefe de los Servicios Jurídicos y, sobre todo, Carlos Gonzalo, que había estado siempre como alto cargo en la ‘superlegislatura’ de Sanz, son otras ausencias significativas en el organigrama. Ambos son también funcionarios, con lo que la seguirá siendo la nómina pública la que abone sus sueldos.
Podríamos seguir con secretarios técnicos (Belén Dueñas o Antonio Ruiz Lasanta, por ejemplo) o con Javier Merino, Miguel Sáinz, Paloma Corres y Pedro Sáez Rojo, que pasan del Gobierno regional al Ayuntamiento de Logroño (distinta nómina, pero mismo erario), o también con otros nombres como el de Javier García Turza, que regresará, supongo, a la Universidad de La Rioja.
Lo que está claro es que, tal y como sucedió con el primer recorte de altos cargos de hace dos años (entonces 14 personas y 1,5 millones de supuesto ahorro), no es euro todo lo que reluce.
Es más, a la vista de la reorganización de nombres, me atrevería a decir que, más que los méritos de los elegidos lo que ha pesado en la confección del organigrama es aquella máxima que desveló Emilio del Río de que “Sanz no deja a nadie caerse por las escaleras”. La prueba del nueve la tendremos cuando se desvelen los nombres de los cuatro asesores (los mismos que hasta ahora) con que seguirá contando el presidente en su propio gabinete.
(*) Pdta: La foto de Díaz Uriel en la investidura de Pedro Sanz no tiene nada que ver con la información, pero es un homenaje a los ‘hombres de negro’. Un amigo me avisó si la había visto (gracias), pero se me había pasado de largo el efusivo abrazo tras la reconciliación que aprovecho para recuperar.