Soy cabezota y, pese a que nadie, espero que sólo por el momento, habéis querido compartir el platito anterior de ensalada, confío en que el tema acabe suscitando vuestro interés. Os proponía hace un par de post un juego para, sin pretender meter en la trena a nadie, como el ministro Montoro, sí intentar sacar los colores a los responsables de haber dado pábulo a la nefasta cultura del ‘ladrillazo’, es decir, denunciar en este plato de verduritas de letras los desorbitados proyectos de entonces que hoy nos estamos comiendo con patatas.
El consejero de Obras Públicas, Antonino Burgos, anunció a finales de la semana pasada que los trámites administrativos de la ‘ecociudad’ ya están listos y que ‘sólo’ falta que los promotores hagan la inversión. Casi nada, habida cuenta de que LMB y Progea necesitan 50 millones de euros (de una inversión de 400) para comenzar a echar una pala en el Corvo y este cocinero se imagina que no habrá muchos bancos haciendo fila.
A estas alturas, esas 3.000 viviendas, con un parque eólico doméstico, un sistema inteligente de recogida de basuras, un teleférico para el centro de interpretación de energías renovables… a muchos nos suenan a broma, salvo, parece, a nuestros dirigentes políticos que siguen en su propia ‘liga’.
Antes de la crisis, había una demanda potencial de vivienda protegida en Logroño de unas 3.000 pisos nuevos en Logroño. La ‘ecociudad’, con esos datos en la mano y, como sabéis quienes seguís de hace tiempo esta ensalada, fue una venganza de la consejera de Urbanismo y vicepresidenta Arancha Vallejo contra los grandes promotores de la construcción riojana, que habían puestos sus ‘huevos’ en el sector sur pagando a ‘cojón de mico’ el metro cuadradi con la esperanza de hacer una nueva ciudad para clases medias altas, sin inmigrantes ni pobres, en beneficio exclusivamente de su bolsillo.
Pero hoy las cosas han cambiado: esos 3.000 jóvenes logroñeses que demandaban vivienda protegida -contando entonces con un salario ajustado, el suyo y el de su pareja, y con la ayuda de sus padres,- están hoy demasiado acojonados como para plantearse comprar nada. Además, los bancos están esperando más el momento para sacar a la luz sus reales activos tóxicos, y tener garantía de solvencia antes de pasar a sus balances todos los millones de euros de mierda que prestaron a los especuladores, que el de ayudar a nadie a iniciar su proyecto vital.
Así que, más allá de los trámites administrativos -por ejemplo, el parque digital y tal también está aprobado, adjudicado a una empresa cuyo principal accionista está sujetado por el Banco Popular para no tragarse el pelotazo tóxico y los plazos de inicio, y casi de ejecución de las obras, caducados-, no vendría mal reclamar a nuestros gobernantes un poco de sentido común.
Como decíamos en el post anterior, en esta ensalada no pretendemos meter a nadie a la cárcel por su irresponsabilidad, como plantea el ministro de Hacienda, pero sí animo a los comensales habituales a participar y para cada uno de los proyectos sin sentido que propongáis este cocinero se compromete a preguntar por su estado y por los planes que hay para ellos.