Estaba el pastor ordeñando la vaca, pero ésta no paraba de mover el rabo y, cada vez que preparaba el cubo para exprimir a la res, el animal tiraba el caldero al suelo… En estas, el granjero se desabrochó el cinturón, se subió a la banqueta y comenzó a atar el rabo de la vaca a la viga del techo… Los pantalones se le cayeron por los tobillos y cuando entró su mujer y se encontró con el espectáculo le preguntó qué es lo que hacía. Al pastor no lo quedó más remedio que responder: “Pues dándole por el culo a la vaca, porque si te digo la verdad no te lo vas a creer”.

En estas estamos hoy que hasta echo de menos la honradez del granjero cuando compruebo cómo los políticos siguen de broma. La supuesta transparencia, iniciada por Zapatero con la publicación en el BOE en octubre del 2009 del patrimonio de sus ministros, seguida luego con la difusión de los presuntos patrimonios de diputados y senadores, no es más que el mismo chiste de la vaca que, con los tiempos que corren, raya el mal gusto.

Este mismo muñeco quiso vestir también el Gobierno de La Rioja –como publicamos en su momento en la ensalada la mujer de Juan José Muñoz cobró lo mismo por aquel turbio negocio fotovoltaíco en un cheque que lo que declaraba el ex consejero como valoración de todos sus bienes no inmuebles- y únicamente nos faltaba que, supongo que por inercia jerárquica, la falsa promesa de transparencia llegase a los ayuntamientos.

Ayer conocimos que, entre otros, Javier Merino, concejal de Alcaldía de Logroño, debe más dinero que el presunto patrimonio que posee. Es difícil explicar que quien ha sido un buen número de años presidente del Instituto Riojano de la Juventud, con un sueldo que rondaba los 80.000 euros, y que ahora mismo mantiene uno de 60.000 (‘extras’ políticos aparte) no haya sido capaz de ahorrar un solo euro. Podríamos seguir con la lista y, sean del PP o del PSOE, duele que con tanta gente en la puta calle, con las ‘lentejas’ como plato laboral diario para quienes aún conservamos el empleo, no se imponga de una vez la cordura y el respeto.

Allá cada cual con su patrimonio, heredado o bien ganado, pero chiste de la vaca sólo hay uno.