Es el título de una película de Clint Eastwood, pero me viene al pelo para el post pendiente sobre lo que está sucediendo, en esa especie de proceso electoral, en que está inmerso el vino de Rioja. El ‘palabro’ Interprofesional significa que, desde su constitución en el 2004, el sector decidió agruparse por intereses y representación económica, en lugar de por censos electorales.
Así, se sustituyeron las elecciones por un proceso de representativad en función de la capacidad de cada organización de agrupar litros vendidos, en el caso de las bodegas, y apoyo de viticultores en el caso del sector productor. La Interprofesional, en su fundación, fue generosa y permitió dar entrada a todas las organizaciones agrarias (con el sistema electoral de antes únicamente ARAG-Asaja tenía representación, lo que supuso un avance democrático importante).
En estos años, el enfrentamiento entre bodegas y organizaciones agrarias ha ido a más y el propio reto que se marcó la Interprofesional de exigir para sacar adelante una decisión 150 votos de los 200 (el 75% de consenso) está a punto de devorarse la criatura.
En la parte de las bodegas, el Grupo Rioja, el que agrupa a las grandes bodegas, incluidas las que todavía representa el presidente Víctor Pascual, tiene ya el 70% de los 100 votos de la rama. Arbor, una organización crítica históricamente, ha quedado descabezada y está negociando su inclusión en Grupo, con lo que estas bodegas podrían controlar prácticamente el 85% de su rama si frutifican las negociaciones. Es decir, el Grupo Rioja cuenta, ya lo tenía de hecho, con ‘derecho a veto’ (nada puede salir adelante sin su votos).
Pero lo que verdaderamente está poniendo en cuestión la supervivencia de la Interprofesional es lo que está pasando en el sector productor. Las bodegas (tantos litros vendes tanto pesas) tienen fácil pactar su representativad, pero para los productores el proceso es muy complicado. En el 2004 se pacto que las cooperativas vinícolas tendrían el 45% de los votos y las organizaciones agrarias, el 55%.
El encabronamiento de estos años, por el roce y las discusiones y la no confluencia de intereses, impiden un acuerdo para el proceso actual de renovación y las cooperativas son conscientes de que con las 22.000 hectáreas que inmediatamente pueden reclutar (sus socios ceden su superficie de cultivo para representación automáticamente) podrían superar realmente el 45%, ya que hay mucho viticultor que no está asociado a las organizaciones agrarias, y a éstas, con la que está cayendo, les va a ser mucho más difícil obtener al menos alguna hectárea más que las 22.000 de las cooperativas en su conjunto.
La cuestión es trascendente porque si las organizaciones agrarias no logran el 50% del representatividad del sector quedarían prácticamente excluidas de toda decisión. Es decir, si las cooperativas logran más del 50% podrían tomar todas las decisiones con las bodegas y el resto del sector productor quedaría con el mero papel de Pepito grillo.
Así las cosas, la situación está que arde, ya que las organizaciones agrarias temen su exclusión, algo que para los viticultores en general tampoco sería buena noticia, ya que, a nadie se le escapa, la presión que las bodegas pueden ejercer sobre las cooperativas (te compro vino o no te lo compro) es una realidad.
El Grupo Rioja, el del propio presidente de la Interprofesional y el Consejo, podría encontrarse de la noche a la mañana con una situación cómoda en el Interprofesional: el control directo del 85% de la rama bodeguera y la posibilidad de negociar exclusivamente con un interlocutor del sector productor, las cooperativas.
Los movimientos van a ser muy interesantes porque, si bien Víctor Pascual se jubila de su grupo bodeguero, no ha dicho qué va a hacer con su cargo de presidente (en teoría se renovaría en febrero) y todo, o gran parte, del sector da por hecho que intentará continuar (yo tengo mis dudas), mientras que la Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja no ve con buenos ojos un poder tan absoluto, con los sindicatos agrarios totalmente desplazados, ni siquiera para Víctor Pascual. Como decía en una ensaladita anterior, ¿a que estas elecciones sí que ponen?
(*) Pdta: No es del todo justo este platito de ensalada vitiviícola sin recordar que el proceso del que ahora reniegan las organizaciones agrarias es el que se siguió en el 2004 para fundar la Interprofesional, el que debía seguirse en el 2008, y no se hizo para evitar estos problemas, lo que lleva a pensar si realmente se hicieron bien las cosas en el 2004 y si Interprofesional y Consejo Regulador no deberían haber sido dos entidades diferentes: una de acuerdo a intereses económicos y otra por censos electorales.