Como sabéis quienes compartís habitualmente plato esta ensalada, en varias ocasiones hemos cuestionado los proyectos faraónicos de las ‘vacas gordas’ y seguimos haciéndolo con las herencias que aún estamos recibiendo como la nueva estación de tren, pero entre las que también podríamos citar la nueva bodega institucional del Gobierno de La Rioja, el Centro Temático del Vino del Ayuntamiento de Logroño y muchas otras que, por cierto, a lo mejor nos dan para un nuevo platito de verduras específico sobre el tema.
El caso es que el Tribunal de Cuentas ha puesto de manifiesto el desdén con que las administración riojana ha tratado el dinero del contribuyente (y no creo que sea una cuestión exclusiva, ni mucho menos, de La Rioja) durante todos estos años. Los procedimientos de negociado, con trampas como partir los contratos hasta la cuantía económica máxima permitida, y los concursos, con difíciles criterios explicables en la baremación, han sido los principales métodos de adjudicación, dejando a un lado totalmente las subastas que, salvo para casos excepcionales en los que se requiere determinadas precisiones técnicas o de otra índole, son las que garantizan el mejor precio.
En este sentido, de los 52 contratos de los años 2006 y 2007 analizados por el Tribunal de Cuentas del Gobierno de La Rioja sólo uno se hizo por subasta. La escasa ponderación del precio en los concursos (hasta el punto de valorar con puntos ofertas que no rebajaban un solo euro el precio de licitación) pone de manifiesto el desinterés que ha habido por cuidar los recursos públicos en todos estos años de ‘vacas gordas’ y adjudicar las obras, y las subvenciones, por otros criterios que serían difíciles de explicar en una empresa privada o en nuestras economías familiares.
El caso es que los informes del Tribunal de Cuentas para poco, o para nada, sirven más allá del juego político, aunque parece que en el caso de La Rioja ni para eso porque este última fiscalización está en el Parlamento desde hace un par de meses y ningún grupo político ha hecho valoración alguna. Las recomendaciones del Tribunal, incluidas las irregularidades detectadas en numeros contratos con sobrecostes millonarios y en muchos casos no justificados, pasarán al cajón del olvido y nadie dará explicaciones por ellas.
Sólo confío en que, con los nuevos y jodidos tiempos que vivimos, ese celo que debería darse por descontado en el cuidado y el manejo del dinero público vuelva a exigirse y la desidia en este caso con las adjudicaciones, por no entrar en los intereses individuales o colectivos, se la hayan comido también las vacas gordas, aunque lo dudo.
Feliz año nuevo a todos.