La decisión de la Federación de Empresarios de La Rioja (FER) de sentarse en las mesas sectoriales con todo, o prácticamente todo, negociado de antemano pone en tela de juicio el espíritu mismo de la negociación colectiva. Es una imposición que suena a oportunismo y que, una vez más, recae de lleno sobre el currante, que, día sí y día también, elige entre lentejas y lentejas para almorzar.
En la negociación colectiva, las asociaciones sectoriales de la FER negocian con los sindicatos unos mínimos que luego deben respetar las empresas, aunque cada una de ellas puede llegar a sus propios acuerdos. Nadie duda de que la situación económica amenaza la viabilidad empresarial de miles de pymes que son la base, si no el conjunto, del tejido empresarial riojano, pero tampoco hay que dudar de que los comités de empresa o los propios trabajadores (en muchos casos no hay grupo laboral ni para formar un comité por ser micropymes) son plenamente conscientes de lo que hay.
La patronal sabe que la ocasión, con 20 de los 23 convenios regionales (7.600 empresas y 36.000 trabajadores) que se tienen que negociar para 2012, la ‘pintan calva’. Pero pretender imponer desde arriba una negociación sin negociar es como si los sindicatos en bloque exigieran subidas salariales del 5% para todos los convenios y una reducción de jornada del 10% antes de sentarse.
Mientras tanto, el currante se acaba de ‘tragar’ una subida del IRPF y del IBI un tanto surrealista, ya que por un lado Mariano Rajoy reconoce que son las comunidades autónomas las causantes de 15.000 de los 20.000 millones del exceso de déficit público y, sin embargo, éstas, como el caso de La Rioja y Madrid, mantienen sus deducciones en el tramo autonómico del IRPF.
Ahora llega la patronal con la rebaja, precisamente antes de que comience la negociación de la reforma laboral que, como podemos presuponer todos, no traerá precisamente más derechos para el currante. Y el caso es que el planteamiento de “mínimos” de la patronal riojana aspira a imponer también aspectos que serán tratados por empresarios y sindicatos a nivel nacionale, como son la supresión de permisos más allá del Estatuto de los Trabajadores y, sobre todo, la disponibilidad de horarios para las empresas de tres semanas al año de cada currante.
Nada se hace al azar y ésa es una demanda del sector comercio para atender las rebajas y los festivos con el mismo número de empleados. La medida ‘alivia’ también a las empresas del automóvil y de otros componentes industriales, que hasta ahora atienden sus picos de demanda utilizando un fraude de ley como es plantear ERE temporales (por días) mandando a sus trabajadores a cobrar del desempleo cuando no tiene excesiva actividad de producción y recuperando las jornadas cuando la demanda de las grandes factoría de fabricantes se activa. Lo que la FER quiere es ofrecer a las empresas tres semanas laborales de sus trabajadores para que las utilicen cuando quieran.
La cosa está muy ‘malita’, pero la patronal debería ser consciente de que la negociación colectiva no es la imposición y de que la reforma laboral no es exclusivamente una reforma patronal, que además aún debe negociarse en Madrid.
(*) Pdta: Al menos no perdamos el humor, como los caracoles