Carlos del Rey sigue al frente de la Asociación de Empresarios de la Promoción, Construcción y Afines de Rioja (CPAR). La candidatura de José Miguel Arambarri consiguió los 150 votos anunciados (el censo, al parecer, era mayor del que pensaban), pero fueron insuficientes para un cambio que al menos lo iba a suponer en las formas.
En este sentido, no eran unas elecciones políticas, como comenté en el anterior post, pero casi. La candidatura de Arambarri hubiera conciliado al sector con el Gobierno de Pedro Sanz, mientras que ahora continuará el aparente respeto hacia afuera y las discrepancias para adentro porque, por mucho que se empeñase el presidente electo de la CPAR en negar las difíciles relaciones con el Ejecutivo regional, son una realidad.
Las elecciones tampoco allanan el camino a la ‘ecociudad’, aunque, en este caso, y es el verdaderamente importante al igual que sucede con el resto la planificación urbanística del resto de Logroño, deberían ser las elecciones del 22-M las fundamentales. Y, digo deberían, porque, lamentablemente, las tres opciones políticas con representación municipal han permanecido al margen de toda planificación urbanística y han preferido dejarse llevar por los intereses de los empresarios y por la ‘venganza’ política en lugar de por el general: en un caso, con una planificación faraónica de 3.000 viviendas al norte de la ciudad y en otro, de 6.000 viviendas al sur.
Como ha demostrado la tozuda realidad, no eran urgentes las delimitaciones del suelo urbanizable de la capital (especialmente de los nuevos sectores del llamado ‘plan puente’, que clasificaron suelo urgente para 12.000 viviendas que no veremos urbanizar durante años), sino que lo realmente necesario era un Plan General para revitalizar el casco antiguo y el centro desde el punto de vista vecinal y comercial.
Logroño tiene 16.000 viviendas vacías y tenía suelo, ya calificado antes del ‘plan puente’, para otras tantas, pero lamentablemente la posición urbanística de las tres fuerzas con representación municipal ha sido la misma: El PP, primero con Revuelta, como impulsor político de la ficticia necesidad de nuevo suelo recalificado y luego con el silencio de Cuca Gamarra; el PR, que heredó las competencias urbanísticas y extendió la continuidad absoluta de la política del ahora candidato de Ciudadanos de Logroño, y, por último el PSOE, con un silencio cómplice como responsable gubernativo que no cuadra con el discurso que mantuvo en los años de oposición a Revuelta.
El problema es que, mientras tanto, la ciudad se muere por dentro pasto de los ‘chinos’ (aunque algunos de ellos incluso ya cierran) y de los bares.
(*) Las elecciones, como puede verse en la imagen de Juan Marín, generaron más expectación y participación que nunca.