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Azkena 2013, la esencia del rock

Azkena Rock Festival, Vitoria. 28 y 29 de junio del 2013


Avanzar por las campas vitorianas de Mendizabala y encontrarte con esos dos escenarios enfrentados es cada año un momento emocionante, irremediable y necesario. Sabes que, como un oasis, por delante te esperan dos jornadas pegado a la esencia del rock. Eso es el Azkena Rock Festival, un destino al que debe arribar cualquier seguidor de esta música que energiza la vida.

Su duodécima edición llegaba en el último fin de semana de junio con un agrio debate entre sus fieles seguidores. Con la propia organización de la todopoderosa promotora Last Tour International admitiendo que la crisis también les afecta, los azkeneros lamentábamos la ausencia de más nombres de relieve en el cartel y, sobre todo, un cabeza para el sábado. Eso sí, pese a esa queja, los fieles del ARF éramos conscientes de que íbamos a vivir una nueva edición para recordar porque el festival siempre te regala actuaciones poderosas y sorpresas con grupos que apenas se conocen y que recorren todos los estilos que enraízan el rock. Y así fue. Y pese a las fuertes críticas que recibió el cartel, el Azkena ha vuelto a contar con el apoyo de una hinchada que queremos mantener la fe y futuras ediciones. Así, la jornada del viernes contó con 13.684 asistentes y la del sábado con 11.722 –se resintió por la falta de un cabeza de cartel-.

VIERNES, 28 DE JUNIO
El metal con futuro de los jóvenes bilbaínos Quaoar y el rock setentero de los franceses The Socks abrieron el festival, que tuvo su primer gran momento de afluencia con Sex Museum en el escenario principal. Muy queridos por el público a un pasito de su tercera década, los madrileños volvieron a convencer en su tercera actuación en el festival con su sonido que funde los 70’s con la psicoledia garajera y su arenga para que acudamos a los conciertos en garitos y salas.

A media tarde, la carpa acogía una de las actuaciones más esperadas, los tejanos The Sword. Y arrojaron una descarga de rotundo, denso y pesado rock sabbathiano, con atmosféricas fases doom recorriendo sus tres magníficos álbumes. ‘Arrows in the dark’ y ‘The veil of Isis’ mostraban desde el inicio lo que nos esperaba: riffs machacantes, arrancados directamente de la roca, que te sumergen en su sobria espiral para llevarte de viaje a paisajes sonoros desérticos, desde la esencia de Sabbath a la rugosidad de Kyuss. Les seguiremos la pista muy de cerca.

El debate pre-festival también ha girado sobre la presencia de nombres que, inicialmente, no son ‘grupo Azkena’. Los más sacudidos fueron M-Clan por su pasado comercial. Ante la polémica, los murcianos salieron a ganarse el pan. Y lo lograron haciendo un concierto de rock, sí, un concierto Azkena. Despejaron todas las dudas hostiles con un repertorio de raíz, Carlos Tarque se mostró como un gran front-man y un gran vocalista, Ruipérez se lució a las seis cuerdas y se ganaron la ovación en el principal desde el inicio con ‘Maxi ha vuelto’ hasta la coreada ‘Pasos de equilibrista’ tras homenajear a The Who con ‘Baba O’Riley’. En cambio, para Alberta Cross todo fueron complicaciones: desplegaron sus sonidos indie-pop en una carpa con mal sonido, a la hora de cenar y justo antes del gran atractivo de la jornada, Black Crowes.

Arrancar un concierto con ‘Twice as a hard’ y ‘Sting me’ es ganarte al público desde el primer momento. Y los Cuervos se lo ganaron hasta el último, hasta ese medley que puso a bailar a todo el Azkena con las mágicas versiones ‘Hard to handle’ y ‘Hush’ que aún estamos coreando. Entre las casi dos horas que separaron a unas y otras, puro Black Crowes ante un público derretido y babeando. Los Crowes van y vienen, se separan y se reúnen… quizá ese vivir al límite del talento fraternal de los Robinson les permite tocar las estrellas sonoras más allá de los que simplemente pisan suelo terrenal. En su nueva aparición en el ARF desplegaron rock directo como ‘By your side’ o el envolvente desarrollo guitarrero de ‘Ballad in urgency’ y ‘Wiser time’, que se extendieron durante casi media hora, un regalo que sólo podría apreciar público como el del Azkena. Tras la dulce ‘She talks to angels’ y bailar con ‘Soul singing’, la recta final hizo sublime tocar rock con ‘Thorn in my pride’, el ritmo irresistible de ‘Jealous again’ y la joya ‘Remedy’. Y ese bis que no olvidará nadie…

A la inversa, muchos queremos olvidar la ‘actuación’ de Smashing Pumpkins, que seguro que a alguien gustaría, pero que a la gran mayoría resultó indigna. Tras su tedio rasgavenas, el público despertó gracias al enorme concierto de The Sheepdogs, quinteto canadiense que llegó a última hora para sustituir a Modest Mouse y que muchos apuntarán en su agenda para seguirlos. Los sonidos melódicos y casi Beatles de sus tres discos se endurecieron en directo para regalar un concierto en la carpa de los que agradece el público Azkena. Las melodías y fraseos guitarreros de ‘I need help’, ‘Feeling good’ o ‘Who’ fueron irresistibles para un público que le supo a gloria, al igual que ‘Ewan’s blues’, en el que cantante y teclista se cambiaron los puestos para hacer sonar el trombón. Fue la ovación más larga del Azkena.

El frío y el cansancio hicieron mella en buena parte del público, pero todavía quedaba uno de los platos más apetitosos del día, la sensación sueca Horisont, en el que muchos calificamos como el mejor concierto de la primera jornada. Anclado su sonido en los 70, con descontrolada potencia guitarrera y una peculiar voz aguda, repasaron sus dos grandes discos, en especial ‘Second assault’ con temazos como ‘Time warrior’, la mágica ‘On the run’ o ‘Road to Cairo’ para cerrar con su ‘Nightrider’. Fue una descarga adrenalítica que puso el mejor final.

SÁBADO 29 DE JUNIO
Como un puñetazo a la siesta, Heaven’s Basement arrollaron con su hard rock de nueva hornada en el inicio del sábado en la carpa. Sonido rotundo, directo y una actitud impecable merecieron una larga ovación. Volvimos al principal y a los rocosos sonidos de los 70 con los suecos Troubled Horse. Un bajista loco que agitó su cabeza hasta en las baladas, un guitar hero a los solos y un rítmico negro zurdo con la chupa de cuero atada pese a los 28 grados amparaban a un cantante de psiquiátrico para ganarse por completo al público. No lo hicieron en cambio Los Zigarros, otra que pocos consideraron ‘banda Azkena’. Por fortuna, el festival tiene una variada oferta de tiendas de ropa y discos, zonas verdes con sombras…

Quienes conquistaron a todo el público fueron JJ Grey & Mofro, que encarnaron a la perfección una de las razones por las que vamos cada año a Vitoria: descubrir a media tarde un grupo inolvidable. Soul y rock sureño a borbotones, sublimado con un sabroso rythm&blues con la base de un hammond aplastante y la privilegiada voz de JJ Grey pusieron a bailar y sentir a todo el público, que le regaló la ovación de la jornada en el principal.

Tras su colorido sonoro, los esperados Uncle Acid & The Deadbeats oscurecieron la tarde con sus densos y ácidos ritmos aprendidos directamente de los Sabbath –quienes les han elegido para llevárselos en su gira de reunión, ahí es nada-. Ritmos machacantes e insistentes, densidad hasta desquiciar repasando sus tres discos con una primera parte más directa y martilleante con ‘I’ll cut you down’ o ‘Crystal vipers’ para llegar a abrasar en la final con ‘Mt Abraxas’. Sin duda, los de Cambridge descargaron uno de los conciertos del Azkena.

Con horario estelar, Los Enemigos llenaron de historia y nostalgia el escenario principal, recibiendo el cariño del público que coreó los clásicos de una banda que ha escrito muchos sentimientos en buena parte del rockerío patrio. En este regreso ya consolidado, Josele Santiago y los suyos descargaron uno tras otro sus temas básicos, coreados por gran parte del festival, que los vivió como uno de los atractivos del sábado.

Tras la descarga enemiga, otro gran atractivo eran Gov’t Mule, la banda del genial Warren Haynes, que lograron transformar el festival en un pequeño club para descargar una jam memorable, con fantásticos pasajes guitarreros propios de los sureños. Con momentos para temas más directos, como el ‘Broke on the brazos’ que abre su último disco de estudio, la mayor parte del espectáculo fue toda una exhibición eternos pasajes de blues y rock con la que el trío hizo las delicias del público. La despedida con un ‘Love me do’ reggae no se olvidará.

Otra incógnita a debate del ARF 2013 eran The Gaslight Anthem, la banda de New Jersey apadrinada por Springsteen y llamada por la crítica a renovar la escena. Pero para buena parte del público no tenían la talla para el principal en la noche del sábado. Ante las dudas, el quinteto saltó a descargar rock, puro rock, directo, con grandes estribillos de estadio. Y gustaron no sólo a quienes ya les conocían sino a quienes dudaban. A ello contribuyó su actitud. En sus primeros temas, su líder Brian Fallon saludó, recordó algunos riffs de Black Crowes o Gov’t Mule y confesó su honor por tocar en el mismo escenario. “Nosotros no tenemos temas tan buenos como ellos, hay que ser honesto, ¡pero son nuestros temas!”, lanzó entre la ovación del público, que desde ahí se entregó a su propuesta como las directas ‘Handwritten’, ‘The 59 sound’ o ‘45’ hasta acabar homenajeando a The Who, también con ‘Baba O’Riley’.

Tras tres conciertos en el principal, en el escenario de la carpa esperaba uno de los grupos más prometedores, The Walking Papers desde Seattle con su coctelera de rock y blues de amplio recorrido. Hicieron un gran concierto, sí, con los temas de su fantástico debut, pero les costó remontar la ausencia de Duff McKagan: en una banda en la que la base rítmica y el groove son básicos, que el bajo estuviera pre-grabado fue un lastre irremontable. Eso sí, lo dieron todo: Jeff Angel se entregó por completo e incluso cantó dos canciones entre el público, Barren Martin dio una exhibición a los parches y Benjamin Anderson quiso ser el heredero de Manzarek a los teclados, pero… pero faltaba una piedra angular.

El cansancio adivinaba el final del Azkena. Pero llegados directamente desde Marte, Rocket from the Crypt cumplieron la misión de estrujar las últimas energías del público. Aunque el saludo inicial de Speedo se convirtió en un desquiciante monólogo, cuando la banda comenzó a descargar su rockabilly punk-rock y metalizado a toda velocidad, el ritmo volvió a contagiar al público.

Fue el enérgico final a otro gran Azkena, que se volvió a caracterizar por el gran ambiente que le impregnan gentes de todo el país, el buen sonido, los cómodos servicios, la bebida excesivamente cara…  Sin duda, el año que viene volveremos a repetir el ritual de ir a Vitoria más allá del cartel… porque el Azkena ya es esencia por sí mismo. Algo necesario e imprescindible. ¡Viva el Azkena!

Un espacio destinado a la música riojana y al rock en todas sus variantes de la mano de Ernesto Pascual y Sanda Sáinz

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