Azkena Rock Festival, el lugar al que hay que acudir cada año, las fechas marcadas a fuego en el calendario rockero. A las campas de Mendizabala, el mejor recinto y ambiente festivalero del país, acudimos a una nueva edición de un festival fundamental, que volvió a conjugar la fórmula de viejas glorias y bandas de presente y futuro dentro de todo el abanico de sonidos que se bifurcan alrededor del rock.
Si en otras ediciones las viejas glorias nos regalaron conciertos memorables –ejemplo, Lynyrd Skynyrd-, ésta 2014 nos ha demostrado que no todas valen, que Blondie, Scorpions o Violent Femmes tuvieron su momento, lo disfrutaron e hicieron disfrutar, pero que ya es hora de que den un paso hacia la jubilación y dejen los escenarios a otros. Porque éste es el momento de Monster Truck, de Kadavar o de los arrolladores adolescentes The Strypes. Ellos fueron los triunfadores de esta decimotercera edición junto a nombres ya consagrados como Wolfmother, Unida, Joe Bonamassa o el rudo bluesman Seasick Steve.
Viernes 20 de junio, primera jornada: el rock contra la tormenta
Hicimos la entrada anual al querido recinto de Mendizabala con la mirada en el gris, encapotado y amenazante cielo que se cernía sobre el Azkena. En el escenario grande abrían esta edición 13 Left to Die, finalistas del XXV Concurso Villa de Bilbao y que inyectaron un metal core aceleradísimo y bruto a dos voces casi inusual por este festi. El público, siempre respetuoso y abierto a todos los sonidos, llenó la campa y ovacionó su entrega.
En esta primera hora la carpa se estrenaba con uno de los grandes alicientes de esta edición, los canadienses Monster Truck, que con su ‘Furiosity’ han firmado uno de los grandes discos de hard rock de los últimos años. ‘The lion’ abría su descarga y, pese al opaco sonido inicial, mostraron toda su riqueza: la extraordinaria voz del bajista Jon Harvey, la locura setentera de Steve Kiely y el enorme rollazo que imprime a su sonido el Hammond de Brandon Bliss. El sabor setentero de ‘Old train’ y ‘The giant’, la épica rock de ‘Sweet mountain river’, el bluesazo ‘For the sun’, el nuevo tema que están estrenando ‘Shell’ o el guiño al primer ep ‘Space nebula’ atrapaban al público en una brillante actuación que finalizaron con ‘Seven seas blues’ de su segundo ep, con la que acabaron con todo el público enganchado a su coro. De hecho, mientras la tormenta tronaba, ese coro protagonizó uno de esos momentos mágicos del Azkena: mientras los cuatro músicos recogían su equipo, todo el público continuó el coro durante unos minutos… la emoción en los rostros de los de Ontario arrancó una enorme ovación. ¡Son el futuro!
Mientras ovacionábamos a Monster Truck, la tormenta arreció de mala manera sobre Mendizabala. La fuerte tormenta eléctrica obligó a suspender a los suecos Bombus, llamados a endurecer la tarde. Pacientemente esperamos al cambio de equipo para que los irlandeses Hudson Taylor desplegaran su folk autóctono con guiños americana y country que invitó a bailar y que no decayera el ánimo pese al tormentón.
La amenaza aún acechaba cuando volvimos al escenario grande para disfrutar de una de las joyas de esta edición, el bluesman Seasick Steve y su colección de guitarras artesanales junto al batería Dan Magnusson. Cuando degustábamos su segundo tema, el tormentón volvió y nos caló a todos. Pronto pasó y pudimos volver para disfrutar y bailar con temazos como ‘Bring it on’, ‘Walkin’ man’ o el clásico ‘Thunderbird’. Únicamente con la batería y esa retahíla de guitarras que parece reciclar de un punto limpio, el dúo consiguió un aluvión de música adictiva que enganchó a todos, en una de esas actuaciones de ambiente Azkena 100%.
Como The Stranglers no nos llamaban nada por muy mitos pop de los 80 que sean nos asomamos al tercer escenario, que abrió su programa con The Midnight Travellers después de que Bourbon tuvieran que suspender por la tormenta. Rock clásico para dar camino a la cena antes de adentrarnos en la noche.
La presencia de Scorpions trajo al Azkena a un público más amplio del habitual, desde heavys de toda la vida a los que venían a escuchar sus hits radiofónicos. Aunque el sonido de los alemanes no es esencia ARF, su casi medio siglo de carrera les convierte en legendarios y había ganas de verles, más tras las buenas referencias de sus recientes shows en Madrid. La campa del escenario grande estaba a rebosar con las 14.102 personas reunidas en la primera jornada. Tras la intro, ‘Sting in the tail’ de su última obra abría con fuerza con ese ‘Bang bang!!’. Pero algo fallaba. Sí, la enorme pantalla de fondo con los efectos era espectacular, pero el sonido era pobre y el tema no llevaba el tempo que precisaba.
Con ‘Make it real’, ‘Loving you Sunday morning’ y el clasicazo ‘The Zoo’ pasó lo mismo, apenas había volumen y los temas sonaban demasiado ralentizado, como si Klaus Meine precisara lentitud para llegar a las notas. Tristemente, ‘The zoo’ fue el zarpazo que es. Ni siquiera el instrumental ‘Coast to coast’ retomó la velocidad que requiere el tema y el medio tiempo baladístico ‘The best is yet to come’ ratificó que algo fallaba. Mucha postura, muchas sonrisas y guiños al público, un repertorio lleno de clásicos… pero la música no tenía la fuerza y la magia con la que los Scorpions nos han atronado siempre.
Quien suscribe esto adora a Scorpions, es de mis bandas favoritas… si alguien me llega a decir que me hubiera ido de un concierto suyo le hubiera tachado de loco. Pero sí. Aunque me parecía imposible, nos fuimos mientras sonaban los acordes de ‘Send me and angel’ y volvía a comenzar a llover, eso sí, con gran parte del público entregado a los alemanes. Desde la carpa oímos que en las baladas sonaron como son, aunque Meine daba más el coro al público que cantar él. Con tristeza, ‘Blackout’ y ‘Big city nights’ perdían frescura… y, de repente, en la carpa nos encontramos con más fans de los alemanes que también se vieron obligados a abandonar la actuación. La decepción y tristeza ya fue absoluta cuando, entre los interminables y cansinos solos, oímos un solo de conga… ¡sí, de conga! Con ritmos caribeños en un concierto de Scorpions… una pena enorme. Sólo el bis con ‘Still loving you’, ‘Winds of change’ y ‘Rock you like a hurricane’ sonaron como debían. Probablemente haya sido la mayor decepción en directo de mi vida… Por favor, que dejen al fin los escenarios grandes y, si quieren seguir, se refugien en acústicos en teatros.
Y a la carpa salieron los británicos Turbowolf para dar lo que justo necesitábamos en ese momento: una arrolladora descarga de histeria rockera, de punk metalizado y enloquecido sin ninguna base ni descripción establecida. Que su cantante Chris Georgiadis saliera enfundado en una camiseta de Faith No More y que se presentaran ácidamente como “We are the motherfuckin real winds of change” fue la mejor referencia para el caos sonoro a todo volumen que lanzaron los de Bristol. Mientras repasaban los temas de su álbum homónimo y diversos singles, el público unió su adrenalina montando el pogo más bestia del festival. Había ganas de energía y nos despertaron a todos desde ‘Ancient snake’ a ‘Read&write’.
En este Azkena de contrastes, Marah volvían al que Dave Bielanko calificó en varias ocasiones como el mejor festival del mundo. En esta ocasión, su formato era para presentar ‘Mountain Minstrelsy of Pennsylvania’, la recuperación de canciones del country-folk estadounidense del XIX y XX. Para ello contó con un invitado que encandiló a todos, Gus Tritsch, un rubiales de 8 años que deslumbró a todos al violín y al banjo. La banda sonó perfecta, conectó con el público al bajar a cantar entre el foso y se llevaron una ovación llena de cariño.
Volvimos a la carpa para acaba la noche a lo grande, con Unida, uno de los proyectos de un nombre icónico del rock, John Garcia, la voz de Kyuss. Sin alejarse del stoner, Unida suenan más rockeros y la voz de Garcia viaja a terrenos más agudos. Una enorme presencia en el escenario con el magnetismo de Garcia y la poderosa imagen del barbudo Arthur Seay atrapó a todo el público –debían haber tocado en el grande-. Con la carpa llena abrían con la cadencia de ‘Wet pussycat’, cabeceamos con ‘Thorn’ y ‘Puppet man’, nos ponían a dar botes con ‘Human tornado’ y, pese al cansancio, les exigimos un bis que ellos remataron con toda la fuerza a la velocidad de ‘Black woman’. Probablemente, el mejor concierto de la jornada.
Sábado 21 de junio, segunda jornada: el triunfo de los nuevos viejos aires
El sol nos recibía en Mendizabala y la amenaza de lluvia no se cumplía mientras Niña Coyote eta Chico Tornado desplegaban en el escenario grande una de las propuestas más interesantes del día: Ursula Strong –Culebras, Zuloak- a la batería y Koldo Soret a la guitarra –Surfin Kaos o Chico Boom entre otros- desplegaban un metal moderno, pesado, grueso, profundo, cantado en euskera que encandiló al público inicial de esta segunda jornada.
Propuesta similar era la de las británicas Deap Vally en la carpa, a la batería y guitarra, sin más. Pero quizá compararlas con White Stripes es excesivo y todavía tienen mucho que pulir. Eso sí, contagiaron el baile a muchos en el día de cumpleaños de su cantante Lindsey Troy a través de los temas de su ‘Sistrionix’, aunque se les acabó el tiempo antes de tocar ‘End of the world’.
De vuelta al escenario grande, The Temperance Movement nos ofrecieron lo que muchos esperamos de las tardes del Azkena: una buena dosis de rock clásico, con acercamiento al sureño, mientras echamos unas birras al sol con los amigos. Con ese ambiente único del festival ya generado y la referencia a los Crowes más que evidente, los de Glasgow conectaron muy bien con el público para ganarse una sonora ovación.
Para muchos The Strypes era uno de los grandes alicientes del festival. Mucho se ha escrito sobre estos adolescentes entre 16 y 18 años. Su debut ‘Snapsot’ es un pelotazo de rock n’ roll de raíz. Y en escena lo descargaron como una absoluta avalancha garajera. Algunos se tenían que frotar los ojos para ver a unos jovenzuelos con cara de niños descargar con esa fuerza frenética rock n’ roll que se remonta a los años 60. Con la carpa llena a rebosar, temas acelerados como ‘She’s so fine’ u otros más bailables como ‘I can tell’ o ‘Blue collar Jane’ les encumbraron como uno de los triunfadores de esta edición. Viendo cómo se comportan en escena y lo que logran transmitir, sólo expresamos buenas esperanzas para este grupazo.
Media vuelta y encontrarnos en el grande con Violent Femmes. Comenzaron con ‘Blister in the sun’, su gran hit, el tema que todo el mundo quería escuchar. Lo escuchamos y sentimos que su folk con tintes pop que tanto triunfó en los 80 ya no emocionaba y fuimos a gozar del rock de The Soulbreaker Company en el tercer escenario. Y los vitorianos se marcaron un conciertazo con toda su campa llena.
La mayoría hubiéramos preferido ver a Joe Bonamassa en el escenario principal. Pero ante el lujo de verlo en la carpa, muchos cogimos sitio para ver al genio de las seis cuerdas en una de las actuaciones más intensas y brillantes de la jornada. Ya nos deleitó hace dos años con Black Country Communion, y en esta ocasión nos ofreció una descarga de blues-rock apabullante, liderando la escena tanto a la voz como recorriendo el mástil a toda velocidad y sentimiento. Desde ‘Oh beautiful’ a ‘The ballad of John Henry’, Bonamassa nos deleitó con su destreza y sentir. Pero no sólo él, sino toda la banda que le acompaña, en especial Carmine Rojas al bajo, uno de esos tipos que te quedarías horas viéndole tocar. Una descarga sobrenatural.
Tras esta lección, era el momento de la cena mientras oíamos de lejos a Blondie. Muchos lamentaron su mal sonido, que según la organización del Azkena fue responsabilidad de sus técnicos. Pero donde no hay mata no hay patata. Y quizá Blondie tuvieron su momento, pero no lo es en el 2014. Muchos sólo vimos a una señora mayor que no se movía en el escenario y que no llegaba a las notas. Su versión del ‘Fight for your right’ de Beastie Boys resultó esperpéntica, más cuando fue la que más animó al público. Por favor, Last Tour, de alguien que lleva diez años yendo al Azkena: el próximo año ‘llamar’ a alguien que merezca también por presente el horario estelar.
Y ellos son Wolfmother. Mientras recordábamos su exhibición del 2006, cuando se lo pusieron crudo a Pearl Jam, los australianos salieron a escena con toda la fuerza de ‘Dimension’ y ‘New moon rising’. Y el público les recibió con toda la complicidad y entrega, más cuando en los primeros compases acudían a esas maravillas que son ‘White unicorn’ o ‘Woman’ de su maravilloso debut, en el que nos sorprendieron mezclando en el mismo cóctel a Sabbath, Zeppelin y Purple.
En la parte central acudieron a la profundidad de su tercer disco, como ‘How many times’ o el propio ‘New crown’ además de a los inicios con ‘Mind’s eye’ y ‘Apple tree’. A pesar del escaso sonido que tuvieron al principio, el público estaba entregado con los australianos y Andrew Stockdale se mostró encantado, conectando mucho con la audiencia y recordando su anterior paso por el Azkena. Un incansable Ian Peres del bajo a los teclados y Hamish Rosser a la batería fueron sus perfectos acompañantes. La recta final con ‘Vagabond’ y la fuerza de ‘The joker and the thief’ y todo el público botando fue el colofón a una de las grandes actuaciones de este año. Dice mucho de Stockdale que después compartiera con el público charla, fotos y cerveza mientras disfrutábamos de Kadavar.
El cansancio ya era notable entre los 11.930 asistentes a la segunda jornada cuando Royal Thunder desplegaron en la carpa su rock progresivo de tintes setenteros. Convenciendo con cada tema de su ‘CVI’ al público, se llevaron una gran ovación.
Quien suscribe no va a negar que Kadavar era el grupo que más ganas tenía de ver y gozar en el Azkena. Sus dos primeros discos nos llevan al corazón de unos Sabbath primitivos y lisérgicos, marcados por un tempo machacón y puntual como buenos alemanes y con unos temas adictivos. Dispuestos los tres músicos al mismo nivel en el escenario, el barbudo y melenudo Christoph ‘Lupus’ Lindemann compartió el peso del show con el batería Cristoph ‘Tiger’ Bartelt, cuya manera de aporrear su kit y los platos hipnotizó al público. Al otro lado, Simon ‘Dragon’ Bouteloup engordaba el sonido de los alemanes mientras se fumaba un puro.
Desde el inicio con ‘Liquid dream’, su segundo disco fue el eje de su actuación, con temazos como ‘Eye of the storm’o ‘Black snake’, además de viajar al primero con ‘All out thoughts’. Pese al cansancio, el público se entregó a su ceremonia de martillo pilón, de ritmos envolventes y aplastacabezas. Cuando se despedían con ‘Creatures of the demon’, quien suscribe tenía la sensación de haber disfrutado de un conciertazo, de quizá el mejor del festival. Las opiniones alrededor me lo ratificaron mientras iniciábamos la cuenta atrás hacia el Azkena Rock Festival 2015… ¡ahí estaremos! ¡Larga vida al Azkena!