>

Blogs

Javier Ezquerro

Ruta de escape

Bodegas Puelles, vino y paisaje en la Sonsierra

Viñedos de Bodegas Puelles, con la Sierra de Cantabria al fondo. /Fotos: Javier Ezquerro

Este post no estaba previsto, pero la escapada a Ábalos para comprar unas botellas de vino me resultó tan sumamente agradable que final me he decidido a escribir algo. Acudí al municipio de la Sonsierra el pasado viernes después de haber pedido consejo a Alberto, vecino de escritorio en el trabajo y gran conocedor de lo que se cuece en el mundo del vino, quien me recomendó acudir a Bodegas Puelles. No esperaba invertir en el viaje de ida y vuelta a Logroño más de hora y media, pero al final consumí la mañana entera por este rincón de la geografía riojana, que se interna como una cuña en la provincia de Álava para llegar hasta los mismos contrafuertes de la Sierra de Cantabria.

La idea era llegar a Ábalos de un tirón, comprar el vino y, si había ocasión, tirar unas fotos a los viñedos y a la bodega y volver para casa. Ir sin cámara en estas fechas a uno de los lugares con mayor tradición vinícola de La Rioja hubiera sido un pecado, pensé para mis adentros antes de partir, así es que eché mi Canon EOS al maletero. Sabia decisión porque al poco de salir de Logroño me di cuenta de que no iba a poder completar mi viaje sin hacer antes alguna parada por el camino. Aguanté sin bajar del vehículo cuando atravesé el término de Cenicero entre viñedos pintados de colores con las choperas del Ebro al fondo difuminadas entre jirones de niebla; tampoco quise parar en esa gran terraza que se asoma a la Sonsierra desde San Asensio, pero entre Briones y San Vicente no pude más y tuve que detenerme ante la inmensa postal que se abría ante mis ojos. El sol y la niebla se conjuntaron sobre un recodo el río para desplegar un juego de luces y brillos sobre un tablero de viñas compuesto por casillas de mil colores.

Tras el desafío fotográfico, mi viaje continuó con una breve parada y café en el Bar Niza de San Vicente. Gran plaza y bonito ayuntamiento de un pueblo señorial cuya vida transcurre pegada al ciclo del viñedo. Por estas fechas ya no son muchas la uvas que quedan colgadas en la viña y las labores mayores han pasado a desarrollarse ahora dentro de las bodegas. De hecho, son muy pocos los tractores que circulan cargados de racimos por las carreteras. Recibidas con gran profusión de detalles las indicaciones acerca de cómo alcanzar Bodegas Puelles, me planté en Ábalos en unos minutos. La actividad de la vendimia parecía aquí más intensa y fueron unos cuantos los remolques cargados de uva que vi durante mi corta estancia en el municipio. Aquí, me dijeron, suele cortarse la uva algo más tarde que en otros puntos de la Denominación porque hay mayor altura y los viñedos son más frescos. Y, efectivamente, altas están las fincas de Puelles, que ocupan el fondo de un valle que desciende desde las laderas de la Sierra de Cantabria. Más arriba ya no se percibe mucha actvidad agrícola; sí se aprecian en cambio bosquetes de encina y carrascas que tapizan las lomas y ascienden hasta que las paredes de caliza frenan cualquier intento de la vegetación por colonizar las rocas.

El enclave que acoge la bodega resulta especialmente acogedor. En torno al patio central lo primero que llama la atención es un edificio central cubierto de hiedra que en esta época del año muestra tonalidades diversas. A su izquierda, un palacete réplica de otro del pueblo, que acoge la recepción y las dependencias de la Hospedería del Vino, un hotelito para las visitas; a la derecha, las instalaciones para la elaboración del vino, y ya al fondo, el viejo molino del siglo XVII, origen del negocio bodeguero que alumbró la familia en este bonito rincón de la Sonsierra riojana. Todo, como no, rodeado de viñedos y también de grandes chopos que siguen el cauce del viejo arroyo que movía el molino. Se trata, en general, de fincas de no mucha extensión que crecen adaptándose a una orografía más irregular que en las tierras bajas del valle. El recinto conforma una deliciosa estampa que se recorta ante la omnipresente Sierra de Cantabria, una muralla que protege a la Sonsierra de los temporales del norte y permite que sus viñedos maduren siempre mirando al sol.

Tuve la suerte de que me recibiera Jesús Puelles nada más llegar. Hablaba en inglés con unos clientes y enseguida me recibió mostrando en todo momento un trato afable. Realizadas las presentaciones, no tardó mucho en ofrecerme una cata en la recepción de la bodega. Blanco, crianza, reserva y una copita del Molino, un vino especial de la finca que se elabora con especial esmero. Es lo que se ofrece a todo visitante que aterriza por estos pagos, gratis si se compra alguna caja de vino, como fue mi caso. Bonito comienzo para una visita que se prolongó por espacio de más de una hora. Y yo que venía sólo a comprar unas cajas de vino. El caso es que la conversación se dilató y lo que iban a ser unos minutos para cargar las botellas y tomar unas fotografías se convirtió en una visita guiada por todo el complejo. Estíbaliz, que atiende en recepción, me mostró cada rincón de un negocio que a la elaboración vitivinícola suma el de la hospedería. Al parecer fue de las primeras bodegas que se embarcó en el enoturismo. Y uno lo entiende viendo el lugar que pisa.

De la hospedería llama sobre todo la atención la piscina climatizada que hay en su interior, con grandes ventanales para nadar mirando al paisaje. A su lado, seis habitaciones dobles, espaciosas y decoradas en distintas tonalidades y un comedor en el que dan desayunos. Si hace visita guiada por las instalaciones le llevarán también al subsuelo, donde se ubica la sala de barricas, y al edificio de elaboración, que contiene grandes tanques de aluminio. Y podrá ver el molino, que guarda en su interior más depósitos, los primeros que se introdujeron en la bodega antes de que empezara a expandirse. Estíbaliz me explicó también durante el recorrido que la empresa ha creado un club de clientes, de manera que cualquier particular puede encargar a los Puelles la elaboración de sus propios vinos con uvas de la finca. En mi improvisada visita no pude dejar de darme un paseo por el viñedo. Ya en solitario, disfrute de grandes panorámicas otoñales de cultivos que se estirán en grandes hileras hacia la sierra. Gran sitio éste que, cuando menos, merece una visita.

Ya de retorno a casa hubo parada en Ábalos para comprobar de nuevo que todavía se vendimia por estas tierras. Si viene alguna vez, no deje de darse una vuelta por su casco urbano, plagado de edificaciones y casonas de piedra, entre las que destacan el edificio de la iglesia de San Esteban, con una gran torre barroca y un esmerado pórtico de estilo Reyes Católicos. En su visita puede incluir también un vistazo al Palacio de los Marqueses de Legarda y a la Casa del Virrey de Nápoles, que, por cierto, está en venta. Si le entra apetito, entonces deberá salir del pueblo porque no hay restaurantes, una lástima. Una buena opción es acudir a la cercana Rivas de Tereso y sentarse en el salón de Jose Mari. Si va en fin de semana no olvide llamar antes porque es un restaurante muy solicitado. Ya sabe, si viaja a la Sonsierra en esta época conduzca tranquilo y déjese embriagar por los cálidos colores otoñales del viñedo. No se arrepentirá.


Enlace a la página web de Bodegas Puelles: http://www.bodegaspuelles.com/

Aquí van algunas de las fotos que hice de la escapada a Ábalos. Son viñedos entre San Vicente y Briones, distintas tomas de la bodega y de la hospedería e imágenes de Ábalos y viñedos en Rioja Alavesa.

Impresiones, fotografías y rutas de mis escapadas por rincones de La Rioja.

Sobre el autor


octubre 2010
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031