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Javier Ezquerro

Ruta de escape

Paisaje navideño. Dehesas y acebal de Valgañón.

Rama de un acebo en la subida hacia la Dehesa del Acebal.

Ya sabrán muchos de ustedes que el acebo es un icono navideño. No ha llegado a la categoría del pino o el abeto, que se han ganado un hueco en todos los hogares occidentales, ya sea en sus versiones naturales o plastificadas, pero abunda en adornos y felicitaciones navideñas. Desconozco el origen de la tradición cultural que ha hecho del acebo todo un emblema, aunque quizá tenga que ver con la bella estampa que ofrece en estas fechas, porque es ahora, en pleno invierno, cuando sus frutos alcanzan su máximo colorido, un rojo vivo que ninguna otra planta de nuestros montes es capaz de imitar en los meses más fríos del año. Sus bayas son todo un reclamo para el caminante pero también el sustento invernal de una pequeña avifauna, el eslabón donde asirse para sobrevivir a la nieve y al hielo.

A poco que usted conozca La Rioja ya sabrá que todavía nos quedan acebos. No es un arbusto que se prodigue especialmente pero tampoco resulta difícil encontrarlo, sobre todo en las sierras de los Cameros y la Demanda. Crecen generalmente desperdigados en bosques y laderas donde se presentan como apretados arbustos que habitualmente no superan los tres o cuatro metros de altura. Sin embargo, hay un enclave en nuestra provincia donde este patrón salta hecho añicos. Se trata del acebal de Valgañón, un auténtico bosquete de acebos que alcanza la categoría de tesoro botánico. Con troncos y estructura completamente arbórea, los ejemplares conforman una cerrada masa forestal, igual de sombría en verano que en invierno.

El acebal fue el objetivo de mi última escapada, pensando que encajaba perfectamente para ilustrar mi blog en estas fechas. La meteorología contribuyó y pintó el paisaje de blanco justo el día anterior a mi recorrido por estos lares que, en la nomenclatura oficial (que no popular), se conocen como los montes de Yuso. Una denominación un tanto confusa para el profano que induce a pensar que estamos en las tierras monacales del valle de San Millán. Pues no, no se trata del archiconocido enclave emilianense sino de unos montes bastante más ignotos y menos llamativos que los que integran la vecina Sierra de la Demanda. Aquí no se alcanzan alturas de 2.000 metros; ni siquiera se llega a los 1.400, aunque estos parajes reúnen atributos que los hacen muy atractivos para el senderista. De hecho, la ruta de la que hablamos hoy comienza en la ermita de la Virgen de las Tres Fuentes, un prodigio románico levantado a un paso de Valgañón justo en el sitio en el que mana una vigorosa fuente de tres caños. Si visita alguna vez el lugar se fijará en el elegante ábside de la iglesia junto al cual se ha acondicionado con gusto un área para acoger las romerías y otras ceremonias que se celebran en tan mágico lugar.

La caminata asciende desde la ermita buscando el camino que flanquea, primero por su lado izquierdo y luego por el derecho, el barranco de la Dehesa. Verá alguna encina, también robles y, ya al final, sólo hayas, que colonizan en exclusiva el fondo de este cauce antes de que la ruta se asome a los grandes praderíos de la dehesa. El paisaje cambia aquí completamente. Dejamos atrás las angosturas del barranco para divisar una amplia panorámica, con grandes pastizales que se elevan suavemente por las laderas de los cerros circuntantes. Algo así como un altiplano a algo más de 1.200 metros de altitud desde el que es posible divisar, más lejanos, grandes colosos como el San Lorenzo o el Pico del Hombre. Justo a nuestros pies, a unos metros de la salida del barranco, tenemos el abrevadero y la laguna que le nutre, represada y delimitada en todo su contorno con un murete de piedra.

El lugar resulta ideal para el ganado, como bien saben los vecinos de Valgañón, que mantienen sus vacas sueltas por estos prados tan frescos. Hacia el Este destacan dos construcciones, una para guardar las reses y otra con trazas de servir de refugio para los pastores. Me acuerdo aquí de algunas de las imágenes antiguas que la Asociación Virgen de las Tres Fuentes de Valgañón nos ha hecho llegar al periódico para recordar en blanco y negro algunas de las fiestas que traían a los vecinos del pueblo hasta este enclave. Si se fija, observará que sobre las laderas crecen bastantes acebos, pero nada comparado con los ejemplares del acebal que se alcanza poco después de sobrepasar los dos edificios, siguiendo los prados que llevan hasta el inicio de otro barranco.

La entrada al bosquete recuerda a un túnel, una boca oscura que nos sitúa de inmediato debajo de una tupida masa de acebos, inconcebible si no se ha visto antes. La especie no es aquí arbusto, sino árbol. Hay troncos de gran diámetro; puntos donde brotan tres, cuatro, cinco tocones; ejemplares caprichosos que se retuercen o dibujan formas extrañas y también algún haya intercalada. Bayas rojas, no muchas, pero las suficientes para traernos a la mente las estampas navideñas, en mi caso reforzadas por la presencia de nieve cuando realicé la excursión la semana pasada. El acebal no es de gran extensión pero el paseo sirve para hacerse una idea del portentoso bosque de acebos que cubría estos montes en otras épocas.

Dejado atrás el acebal el recorrido puede prolongarse hasta las alturas de las Palomeras, algo más hacia el este. Hay que volver sobre nuestros pasos para seguir por los prados antes de tomar una pista que nos acerca hasta un pinar de repoblación. Antes de adentrarnos en el cortafuegos que nos deposita en el enorme mojón de esta cumbre, podremos deleitarnos con grandes panorámicas de la Demanda, el San Lorenzo y el valle del Oja desde una perspectiva menos habitual a la que estamos acostumbrados los riojanos.

Si se acerca por este rincón de La Rioja, debe saber que en la zona hay una abundante oferta de alojamientos, ya sea en Ezcaray, Zorraquín o Valgañón. Si le aprieta el hambre, en Valgañón dan comidas en los restaurantes Los Acebos y La Parra. Para tomar un refrigerio puede acudir también al bar El Cazador.



Datos de la ruta.

Longitud: 11-12 kilómetros ida y vuelta.

Desnivel: Unos 370 metros.

Altura inicio: 960 metros (ermita de las Tres Fuentes).

Altura final: 1.334 metros (alto de las Palomeras).

Características: La ruta se inicia en la ermita de la Virgen de las Tres Fuentes, junto a la carretera. Hay que subir, bien por la carretera o bien por el monte, para coger un viejo camino de herradura que sigue el curso del barranco de la Dehesa. La pendiente es elevada en el tramo final, pero no es prolongada. La ruta discurre luego entre pastizales. El acebal está algo más al Este de dos pequeñas construcciones. Para subir hasta las Palomeras hay que seguir una pista y luego internarse en el pinar por un cortafuegos.

Link para descargarse la ruta: http://www.mendikat.net/monte.php?numero=1601


Algunos links de interés

Valgañón: http://www.valganon.net/

Zorraquín: http://www.zorraquin.org/

Ezcaray: http://www.ezcaray.org/


Siguen unas fotos del acebal, la ermita de las Tres Fuentes, viejos robles, raíces de un haya, pastizales, la laguna helada, vistas desde la zona de la Dehesa y Valgañón.

Impresiones, fotografías y rutas de mis escapadas por rincones de La Rioja.

Sobre el autor


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