Volvemos tras 22 días sin colgar ni una mísera foto ni escribir una triste línea en este blog de andanzas visuales por nuestra geografía. Lo hacemos con unas imágenes del embalse de Mansilla tomadas la semana pasada. Como bien dice el refrán, abril ha sido un mes de aguas que ha elevado el nivel de nuestros pantanos hasta su máximo después de un invierno más bien seco. Si el día acompaña, es una época ideal para darse una escapada por nuestros montes buscando la combinación de agua y árboles, como fue mi caso hace unos días. Para los amantes de paseos tranquilos, el embalse de Mansilla ofrece la oportunidad de circunvalar su perímetro porque hay carretera y caminos a lo largo de todo su recorrido.

Partiendo del pueblo (el nuevo, porque el viejo se encuentra sumergido) puede seguir la carretera hasta llegar a un camino que parte a la izquierda para conducirle enseguida hasta la pequeña ermita románica de Santa Catalina, desde donde se puede gozar de una buena perspectiva del embalse. El camino sigue hasta la misma orilla y cruza un viaducto que deposita al caminante en la parte oriental del embalse. Desde aquí se puede llegar a la presa por la pista, siempre con un pie casi en el agua porque el trazado discurre muy pegado a la orilla. Gozará de rincones de gran belleza, verá corrales y rebaños que pastan cerca de la lámina de agua, pescadores y bosquetes de roble, encina y algún haya. Nada mejor que las fotos que siguen a continuación para demostrarlo. Como podréis a apreciar, la primera y penúltima imagen están pasadas por el ‘photoshop’. Puro experimento.