Aquí va otro puñado de fotos del último año. Empezamos con una del embalse de Mansilla, un poco subida de color para darle más vidilla y enfatizar las nubes.
Otra del embalse de Mansilla. El día que tome esa imágenes el agua estaba tan quieta que era un espejo, de manera que me puse a ‘jugar’ con las simetrías.
Como no hay dos sin tres, una última del pantano del Alto Najerilla.
El nombre no le hace justicia a este enclave al que alguien dio el nombre de Roñas, valle del Río Roñas, para ser más exacto. El colorido abruma en primavera, cuando brotan las hayas y los robles y el brezo tiñe las laderas de lilas y rosas.
A unos cientos de metros de la Venta de Goyo, poco antes de que el arroyo Rigüelo muera en el Najerilla, se puede visitar este arroyo que baja de los Pancrudos de la Demanda.
Más agua, ahora que andamos escasos por la sequía. Es el Iregua, entre Villanueva y Villoslada de Cameros. Así bajaba el río en primavera.
Para quien piense que en La Rioja no hay moais, sí los hay. Esta es la prueba. Hay que subir a casi 2.000 metros para verlos, en la sierra de Cebollera.
Los pastores de Villoslada todavía los siguen usando en días de tormenta. Es un chozo de piedra, en las alturas de Cebollera.
El curso medio del Iregua discurre entre un territorio quebrado y rocoso. La imagen se tomó desde el Castillo de Viguera, la población que aparece en la imagen.
Nubes, nieve y hielo en el valle del Calamantío, que asciende hasta el San Lorenzo.
La niebla no amilanó a este jubilado de Bergasillas Bajera, que no renunció a su paseo matutino. Me lo topé subiendo (en coche) a la Somera.
Capté la imagen en la fiesta de la trashumancia de la Venta de Piqueras. No es lo que parece, pero tiene su gracia. Resulta que ese mismo día se llevaban a los rebaños para Extremadura y da la impresión de que hombre y animal se están despidiendo. Pues eso, hasta la próxima.