La marchas populares han proliferado en los últimos años por toda la geografía riojana con gran participación de los vecinos. No hay rincón de nuestra región en donde no se organicen recorridos durante los fines de semana o fiestas de guardar. Andar siempre es una manera saludable de explorar un término municipal y disfrutar de unas horas en compañía sin más aditamentos que una mochila, un poco de agua y puede que algo de comida. Así de simple y de sencillo. De este modo y no de otro los humanos colonizamos todo el planeta mucho antes de cabalgar a caballo o movernos en automóvil. Y es que básicamente somos una especie hecha para andar. No hacerlo nos condena a marchitarnos como la golondrina que no vuela. No hay tampoco mejor manera de disfrutar del entorno que nos rodea y de eso es de lo que se trata con estas marchas populares. Más ahora en primavera cuando el campo es pura vitalidad y colorido.
La ruta que traigo hoy a estas líneas se desarrolló el pasado 5 de mayo entre los términos de Pradejón, Ausejo y Lodosa, por los cerros fronterizos que jalonan el valle del Ebro entre La Rioja y Navarra, en un recorrido de 16,5 kilómetros que organizó el Club Emetebe de Pradejón, dinámico donde los haya. No es un territorio desconocido para mí, porque por estos pagos ha discurrido mi infancia y gran parte de mi juventud, aunque he de decir que el paisaje ha cambiado en las dos décadas ya largas en las que mi relación con Pradejón se limita a visitas esporádicas para ver a la familia. Lo que más me llamó la atención durante este último paseo fueron las grandísimas extensiones de viñedos que han proliferado en colinas y vaguadas, sustituyendo a las pequeñas fincas agrícolas de antaño, hoy ya en manos de grandes bodegas de la Denominación Rioja. Y hay también grandes explotaciones de olivo, de esas dispuestas en hileras que van más allá de lo que alcanza la vista, todo ello regado casi siempre por dispositivos por goteo que se alimentan de balsas donde se recoge el agua pluvial que arrastran los barrancos. A poca atención que se preste, los rasgos del paisaje revelan al observador la evolución que se registra en la agricultura riojana, cada vez más huérfana de jóvenes, más mecanizada y más concentrada en manos de unos pocos.
Lo que no ha cambiado, sin embargo, son las grandes vistas que ofrecen estos territorios tan abiertos. En un vistazo desde las terrazas que coronan los cerros, la visión se desparrama por todo el valle del Ebro hasta alcanzar las sierras de Urbasa y Codes, en Navarra, y la Hez e Isasa, en La Rioja. En días claros, como el que nos regaló este principio de mayo, el horizonte se extiende decenas de kilómetros invitándote a un juego de geografía. Allí Ausejo, al otro lado Sesma, más allá Tudelilla… En fin, lo dicho, que duren estas iniciativas de las marchas populares. Hoy ha sido Pradejón y Ausejo, pero mañana puede ser cualquier otro sitio porque hay mucho más donde elegir: las vías verdes, romerías a las érmitas más recónditas, los tramos del GR, la ruta romana de Cameros, las neveras de Moncalvillo…
Para los más interesados, dejo un link con la ruta, muy apta también para una vuelta en bicicleta de montaña: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2859925
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