El verano, al menos televisivamente, sirve para ponerse al día en visionar pequeñas joyas que teníamos reservadas para periodos yermos de creatividad catódica. Al margen de diversas puestas al día (pues ya indiqué en su día que no me da la vida para seguir las series según las emiten), he dedicado parte de estas calenturientas noches en rescatar una serie que no creía suficientemente atractiva para enganchar. Más aún, si tenemos en cuenta que es un ‘spin off’ (de las que no soy muy fan) de una serie de las consideradas de culto.
En el incipiente nacimiento de este blog, me dio por exponer por qué ‘Breaking bad’ no me parecía para tantas excelentes críticas. Entenderéis que, vista mi opinión sobre la serie del profesor metido a narcotraficante, su ‘spin off’, ‘Better call Saul’, no fuera precisamente lo que más me atraía. Y, sin embargo, debo confesar que me ha conquistado. Totalmente.
Con un espíritu más ácido incluso que ‘Breaking Bad’, ‘Better call Saul’ recupera la figura de Saul Goodman, el malicioso y torticero abogado que da respaldo legal a los tejemanejes de Walter White en la serie primigenia. Pero es un ‘spin off’ poco al uso, pues no continúa la trama del leguleyo tras la historia de White, sino que cuenta (suponemos porque no lo dice claramente) cómo Saul Goodman llegó a ser Saul Goodman.
De nuevo, Vince Gilligan (creador de ‘Breaking Bad’) firma esta precuela junto a Peter Gould. Y de nuevo, repite Bob Odenkirk como intérprete principal encarnando al abogado Jimmy McGill, que es el ‘alter ego’ de Saul Goodman. ‘Better call Saul’ cuenta con la estelar participación de Jonathan Banks, que repite en el papel del soberbio Mike Ehrmantraut, y de Michael McKean, como Chuck McGill, el histriónico a la par que oscuro hermanísimo del protagonista.
La primera temporada recorre la incipiente trayectoria profesional como abogado de Jimmy McGill, un truhán que sobrevive entre trampas y pequeñas estafas hasta que un encontronazo con la ley (que se desvela en el último capítulo de la temporada) lo obliga a enderezarse con la ayuda de su hermano.
Como en ‘Breaking Bad’, ‘Better call Saul’ se adentra en la historia poco edificante de un desgraciado ‘don nadie’, que lucha por labrarse un futuro decente contra todo tipo de obstáculos. Pero si el profesor de Química caía en la fabricación de metanfetamina por culpa de un cáncer (y su preocupación por el bienestar de su familia cuando él no esté), el abogado McGill muestra una creciente desesperación por hacer lo correcto pese a lo fácil que resultaría recaer en las fechorías.
Os dejo el tráiler extendido, subtitulado en español, para que vayáis abriendo boca.
La primera temporada (de diez capítulos) deja un excelente sabor de boca, pues la comicidad de la trama es más palpable que en ‘Breaking Bad’. Jimmy McGill es un inadaptado que quiere volver al redil, pero el propio rebaño que está dentro no se lo permite. Y eso da un juego cómico que es la mejor apuesta de la serie, más desenfadada y menos trascendental que la primigenia.
La inclusión de Mike Ehrmantraut es un completo acierto al combinar el sarcasmo indecente que le acompañaba en la anterior serie con una tragedia personal que se desvela en ésta y que lo humaniza. Y la participación de Michael McKean ofrece ese contrapeso humorístico a la par que trágico que desengrasa la trama central.
De nuevo, los creadores trasladan la trama al poco atrayente Albuquerque de Nuevo México, una ciudad polvorienta y reseca en la que los tonos cálidos envuelven una atmósfera que por momentos se vuelve asfixiante. Ojo, también, al desvencijado coche del protagonista y al deplorable ambiente que invade su ¿hogar?
En definitiva, un gran acierto para un verano tan poco integrado en el mundo seriéfilo. Habrá que esperar para la segunda temporada, en la que esperemos que nos desvelen cómo Jimmy McGill se convierte en Saul Goodman. Sin duda, un buen aliciente para mantener el interés hasta que se vaya desvelando la próxima trama.
¿Habéis visto ‘Better call Saul’? ¿Habéis tenido este verano alguna grata sorpresa seriéfila?