Hay que reconocer que en los últimos tiempos los creadores de series se están estrujando los sesos para buscar a la vez la mejor rentabilidad, la mayor cuota de pantalla y las mejores críticas. Y también hay que reconocer que los españoles se han subido al carro de la calidad con mayúsculas. Hay ya un puñado de propuestas razonablemente conseguidas que presumen con razón de Marca España. Hace unos años sorprendió la Jessica Fletcher española que encarnaba María Pujalte en ‘Los misterios de Laura’ (vendida con éxito a Estados Unidos) y ‘Cuéntame’ ya desbordó en su día las expectativas más optimistas. ‘Crematorio’, una de esas ‘rara avis’ minoritaria, reflejaba como pocas historias lo había hecho hasta entonces el recorrido de un sinvergüenza de marca mayor, en una historia trágica pero llena de verdad. Acaban de llegar también ‘Vis a vis’ y ‘Refugiados’ (en coproducción con la BBC), que también pintan bien.
No son las únicas. Y por lo que parece, no lo serán, afortunadamente para todos. El último ejemplo de la creatividad Marca España de éxito ha sido ‘El ministerio del tiempo’. Con una propuesta arriesgada (para la habitualidad nacional, que se copaba con comedias familiares y ‘thrillers’ enrevesados), ‘El ministerio del tiempo’ engancha como pocas. Sus ocho capítulos de setenta minutos, pese a contar con una duración inusitada para las series convencionales (suelen oscilar entre 40 y 50 minutos generalmente), atrapan por varias razones.
En primer lugar, el fondo argumental. No hay ser humano sobre la faz de la tierra que no se haya planteado alguna vez cómo sería vivir, aunque fuera solo por un rato, en una época del pasado. Y, pese a algunas imprecisiones de guión (que comento más abajo), ‘El ministerio del tiempo’ borda la inquietud que suscita a los protagonistas conocer a grandes personajes de la Historia de España. Seamos francos, pocos países darán para más que el nuestro, históricamente hablando.
En segundo lugar, los tres protagonistas. La patrulla forma un trío fascinante (en el sentido no sexual del término), muy bien compensado con tres integrantes procedentes de épocas bien distintas. Los dos varones, Julián (Rodofo Sancho) y Alonso (Nacho Fresneda), son cabezotas, perseverantes, orgullosos y muy cáusticos en sus comentarios. Ella, Amelia (Aura Garrido, con lazos además con La Rioja), ofrece el contrapunto de serenidad adecuado. Quizás esté algo engolada, pero se soporta. A ellos se suma el jefe, Salvador (Jaime Blanch), que suelta aforismos de lo más desternillantes. Los secundarios de apoyo, Armando (Juan Gea) e Irene (Cayetana Guillén Cuervo), son los menos destacados. Por decir algo.
En tercer lugar, es acertadísimo el salto entre los acontecimientos y particularmente, los personajes con los que se encuentran los protagonistas. Tronchantes Lope de Vega y Dalí, ingenioso el cameo de Isabel la Católica, y sorprendentemente realistas (e inquietantes) Franco y Hitler. Además, la ambientación en las distintas épocas está bastante cuidada, tanto en tema lingüístico como en vestuario. Y en este aspecto, también es reseñable los guiños constantes que el espectador caza en cada capítulo: son momentos de lo más hilarante; por ejemplo, la mención a ‘Maneras de vivir’, de Leño; o las casi constantes referencias a la decrepitud del Estado español actual con respecto al Imperio del siglo de Oro, y los variados cameos que realizan rostros muy conocidos (véase Isabel la Católica o Jordi Hurtado).
Pero no todo el monte es orégano y ‘El ministerio del tiempo’ no podía ser menos. La serie creada por Pablo y Javier Olivares adolece de falta de precisión a la hora de detallar el mecanismo de las puertas del tiempo. Si bien es cierto que tampoco supone gran cosa para la trama de la serie, no hubiera estado de más explicarlo de una forma más detallada. Aunque sólo fuera como un homenaje tardío a esa gran obra maestra de los ochenta: ‘Regreso al futuro’.
La buena noticia es que TVE ha anunciado que habrá una segunda temporada, así que los atrapados por esta historia estamos de enhorabuena.
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿Qué os ha gustado más? ¿Y menos?
“Nuestros funcionarios viajan a la época donde se ha producido una alteración del tiempo y la corrigen. La máquina del tiempo no existe. Lo que existe son las puertas del tiempo. Un rabino judío, a cambio de no ser expulsado, reveló el secreto de una red de puertas que conectaban con el pasado de los reinos españoles (…).
¿Se puede viajar al futuro? No. El tiempo es el que es. Entonces, al poder viajar al pasado, ¿se podría mejorar nuestro presente? Eso sería peligroso (…).
¿Cómo puedo aparentar 50 años cuando tengo más de 100? Por las puertas no pasa el tiempo. Tu vida es tu vida. Vas de una época a otra, pero envejeces como cualquiera. (…)
¿Hay alguna lista de las puertas y adónde lleva cada una? El listín. Va cambiando cada semana. También hay una aplicación para móvil muy útil, porque no hay que hacer cálculos. El tiempo pasa aquí y en el pasado, en cada puerta, cada día, cada minuto”. CAPÍTULO 1: EL TIEMPO ES EL QUE ES
“En esta misión tenemos tres problemas a tener en cuenta. Problema número uno: la única puerta para ir a Toledo en 1491 es la puerta 148 y da al mismo día de la ejecución, es decir al 12 de mayo. ¿Y no hay otra puerta ese año? La puerta más cercana da al 1486. Eso quiere decir que deberíamos permanecer allí unos cinco años hasta llegar el momento. Lo cual nos lleva al segundo problema: la puerta 148 está en un permanente bucle temporal. Quiere decir que cada vez que se cruza se está en el mismo día. Como el Día de la Marmota, pero en medieval. Significa que tenéis que volver ese mismo día. Pasadas 24 horas la puerta se cierra y quedaríais atrapados en el pasado hasta poder encontrar una puerta temporal cercana, y eso supondría tener que esperar al año 1500”. CAPÍTULO 4: UNA NEGOCIACIÓN A TIEMPO
Ante tan escuetas explicaciones, me surgen varias dudas:
Si la patrulla tiene que evitar que cambie el pasado, ¿cómo sabe el Ministerio que el pasado ha cambiado? Quiero decir, si alguien hubiera cambiado el pasado, la línea temporal continuaría según los cambios efectuados y nadie debería saber que hubo un pasado alternativo. Más o menos, lo que explica Doc en ‘Regreso al futuro II’. Aun dando por hecho que el Ministerio controla esos cambios y que no le afecta la paradoja espacio-temporal, hay momentos en los que resulta chocante que se efectúen cambios menores y que no afecten en absoluto al presente, como el tema de salvar al hijo de Alonso o que el Lazarillo se lance a escribir su historia…
El tema del tiempo que transcurre en las puertas tampoco queda nada claro. Porque si sigue transcurriendo, en el listín ¿qué puertas aparecen, fijas en una fecha o móviles?
Y luego, ¿quién ha recogido las puertas posteriores al reinado de los Reyes Católicos si el rabino fue ajusticiado por la Inquisición?
En fin, dudas que no restan un ápice de interés y emoción a la serie.