Hace unos días saltaba la noticia de que los jugadores y técnicos extranjeros que lleguen a la Premier League recibirán lecciones culturales para evitar conductas racistas. La Federación inglesa, la Asociación de Futbolistas, la Premier League y la Football League han firmado un documento, que contiene 93 puntos, llamado “Plan de Acción para la Inclusión y la Antidiscriminación”, con el que se pretende evitar más casos de comportamientos discriminatorios.
Este plan propone también, que la Federación inglesa establezca una sanción determinada para estos asuntos, y a los clubes, que añadan cláusulas de conducta antirracista en los contratos de sus jugadores.
Sin embargo, no puedo evitar preguntarme qué es más discriminatorio, si las conductas de determinados jugadores o que la FA elabore un plan específico para los futbolistas extranjeros. Porque, ¿qué pasa con los jugadores ingleses? No hace mucho, el ex capitán de la selección inglesa, John Terry, fue procesado por proferir insultos racistas al jugador del Queen Park Rangers, Anton Ferdinand, y aunque finalmente fue absuelto, el juez señaló que como había duda sobre el tinte de los insultos, el único veredicto que podía registrar el tribunal era no culpable.
Pero, más allá de la historia de Terry, el fútbol y el racismo son una mezcla que se niega a desaparecer. Sin ir más lejos, la semana pasada, durante el derbi de Manchester, la policía detuvo a un aficionado por cometer un delito del orden público con agravantes raciales.
Se trata de un tema tan sumamente importante, que la iniciativa de las autoridades del fútbol inglés resulta una medida plausible, siempre y cuando, se aplicara a todos. Por el hecho de que el jugador del Liverpool, Luis Suárez, lanzara insultos racistas al defensa del Manchester United, Patrice Evra, no se puede generalizar al resto de futbolistas extranjeros en la Premier. Siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.
Es muy triste y decepcionante que hoy en día, sigan ocurriendo incidentes tan graves en el mundo del fútbol. Muchos jugadores reciben amenazas e insultos en el terreno de juego y también, a través de las redes sociales. No hay duda, de que todavía queda mucho trabajo por hacer y la colaboración entre instituciones y agentes implicados es fundamental para afrontar el racismo de una forma más severa; aunque, desgraciadamente, parece que seguirá protagonizando noticias y ensuciando la imagen del deporte rey.