Acaba de publicarse el informe de 2017 del Consejo escolar del Estado que puede verse en su publicación electrónica aquí, o en pdf aquí, y claro ya os podéis imaginar que lo primero que he hecho ha sido ir al índice para ver dónde estaba referida la atención a los alumnos más capaces. Enseguida lo encontré: “C3. Políticas para la igualdad de oportunidades. C3.1. La atención a la diversidad. La atención educativa al alumnado con altas capacidades intelectuales. p.214”.
Todo lo que viene a continuación, que entresaco del informe, es conocido, pues se refiere a la legislación vigente, pero lo recogeré por su interés intrínseco y porque me servirá para hacer algunos comentarios. (Todos los textos tomados del informe los pondré en cursiva, para distinguirlos claramente de mis observaciones. Los énfasis del texto en cursiva son añadidos por mí).
“El alumnado que presenta altos niveles en todas o algunas de las competenciasintelectuales o que da muestras de precocidad a este respecto, identificado como alumnado con altas capacidades, presenta unas necesidades específicas de apoyo educativo. La Ley Orgánica de Educación, en el artículo 76, prevé su identificación y la detección de sus necesidades, especificando que corresponde a las Administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para llevar a cabo estas tareas. Igualmente, las Administraciones educativas de las comunidades autónomas y los centros escolares atienden a las necesidades de este alumnado con planes de actuación específicos, tales como programas de enriquecimiento curricular y agrupamientos especiales, a fin de que puedan desarrollar al máximo sus capacidades y de un modo equilibrado en el plano emocional y social. Además, los padres, las madres y los tutores reciben una orientación y una formación específicas para que puedan ayudar adecuadamente a estos alumnos. Por otra parte, el Gobierno establece que la escolarización del alumnado con altas capacidades intelectuales puede flexibilizarse, en cuanto a la duración del periodo escolar, permitiéndole la inclusión en su currículo de contenidos y competencias de cursos superiores (Real Decreto 1105/2014, BOE del 3 de enero de 2015)“.
Este párrafo merece algún comentario. Primero, nos hemos librado de términos que no son adecuados (que algunos se empeñan en mantener contra todos los que estudian el tema) para referirnos al alumnado como de altas capacidades, que eso es lo que son. Una o muchas. Pero también se usa el término precocidad, que no es una cuestión menor, pues implica que a los alumnos precoces hay que atenderlos cuando lo necesiten. ¿No se aprecia lo incompatible que es todo esto con el dichoso “ser” o no “ser”?
Lo más relevante, a lo que ya me referí en muchas ocasiones, es recordar que la LOE en su artículo 76: “(…) prevé su identificación y la detección de sus necesidades, especificando que corresponde a las Administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para llevar a cabo estas tareas”.
Por si no estaba claro, se apostilla que “los padres, las madres y los tutores reciben una orientación y una formación específicas para que puedan ayudar adecuadamente a estos alumnos”. ¿Me he perdido algo por el camino? ¿Se refiere esto a nuestro sistema educativo? Realmente si este no fuera un asunto tan serio produciría hilaridad.
¿Recordáis que ya señalé que España es un país donde, a este respecto, se incumple la ley de manera sistemática?
Sería esperanzador que fuese operativamente cierto que: “la escolarización del alumnado con altas capacidades intelectuales puede flexibilizarse, en cuanto a la duración del periodo escolar, permitiéndole la inclusión en su currículo de contenidos y competencias de cursos superiores (Real Decreto 1105/2014, BOE del 3 de enero de 2015)“. Pero claro, la realidad hace de todo esto un brindis al sol.
Ya me he referido más de cien veces, literalmente, a la identificación de los más capaces (una muestra aquí).
Ahora el Consejo nos ilustra con las cifras de la identificación, que coinciden, naturalmente, con los datos ofrecidos por el Ministerio de Educación y Ciencia y que ya nos son conocidos, pero que merece la pena repetir. Son, por otra parte, unos gráficos muy claros y bien elaborados. Los incluyo a continuación y posteriormente haré algún comentario.
He buscado sin éxito alguna referencia a los alumnos que deberían estar identificados, pero no la he encontrado. He buscado alguna observación valorativa de la situación, pero tampoco he sabido hallarla. Esperaba con interés algún juicio sobre la situación de la identificación, pero fracasé. Alguna recomendación para las autoridades o las direcciones de los centros, pero nada.
Luego este informe, para lo que nos interesa aquí, ¿qué utilidad tiene?
Grosso modo, si tenemos en cuenta que en España hay poco más de ocho millones de alumnos en el sistema no universitario, aplicando una sencilla regla de tres nos encontraríamos con que un mero 2,28% (CI 130, ¡solo a efectos didácticos!) representaría más de 180 mil estudiantes y llevamos identificados menos de 24 mil. ¿Esto no merece un juicio o análisis crítico? Claro que más lamentable es señalar que no son 2,28%, en modo alguno, sino más bien 5, 10 o 15%, según mantenemos varios autores. Pero si contemplamos que el número de capacidades puede ser elevado y que los alumnos pueden tener perfiles muy dispares, el número puede ser incluso mucho mayor.
No, no se trata de una guerra de cifras. Simplemente se trata de que todos los centros educativos deberían tener evaluada la capacidad potencial de todos sus alumnos. Y hacerlo de modo periódico. Y tener planes de actuación adecuados a las necesidades que la ley señala debe atenderse.
¿Qué decir de las discrepancias entre Comunidades? ¿O redes? ¿Cómo es posible que la identificación se concentre en Andalucía y Murcia? Me hice estas y otras preguntas en una entrada que puedes releer aquí.
Es una pena que un organismo tan respetable se limite a constatar las cifras, que todos conocemos, sin hacer ninguna sugerencia de mejora. Poco nos debe impresionar que el incremento de los alumnos identificados (ya no entro en cómo) sea el que figura en la imagen superior. Más útil sería considerar la tarea que queda por hacer, porque detrás de las cifras hay personas cuyas necesidades educativas son ignoradas con enorme frecuencia. Llevo años ilustrando esta situación, por ejemplo al hablar de los mitos, en más de cuarenta ocasiones.
Respecto al incremento en la identificación, me viene a la memoria lo que respondí en una ocasión a una persona que me argumentaba lo mucho que se había mejorado. Le respondía lo siguiente: “Si en una escuela, en la que no hay libros, se compra un libro, el incremento en el número de libros es infinito. ¡Pero solo tienen un libro!”. Pues con la identificación para lo mismo. Hemos aumentado más de 170%, pero seguimos en números rojos, muy rojos.
Mientras, en nuestro sistema educativo, continuamos perdiendo la oportunidad de desarrollar óptimamente el potencial de nuestros escolares. Escolares que deberían ser atendidos no por compasión o caridad, sino por justicia.
¡Qué pena que nadie esté dispuesto a resolver seriamente un problema de tal magnitud y de solución tan sencilla!
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