Hace unos años, Apple estaba ganando dinero a espuertas. Y un poco inesperadamente: tras años de sobrevivir como producto informático cool y de nicho, de repente los de Jobs se estaban haciendo de oro… vendiendo reproductores musicales. El iPod en todas sus encarnaciones se vendía mejor de lo que nunca se había pensado.
Hace unos años, Nokia estaba ganando dinero a espuertas. Su porcentaje del mercado de los móviles era abusivo: todo el que era alguien llevaba un finlandés en el bolsillo. El N70, el N95… teléfonos avanzadísimos, objetos de deseo que se vendían como rosquillas de San Blas.
Y de repente…
En Apple se dieron cuenta de que a alguien, más tarde o más temprano, se le iba a ocurrir fusionar con acierto los dos cacharros que llevaba en el bolsillo, el iPod táctil y el Nokia del tecladito.
En Nokia no se dieron cuenta. O sí, pero hicieron como que no: con lo bien que vendían, para qué menearse.
En Apple dijeron: oye, pues si alguien va a hacerlo, hagámoslo nosotros. Sí, sabemos que así corremos el riesgo de matar a nuestra gallina de los huevos de oro, el iPod. Pero mejor será que la matemos nosotros, que no que lo haga otro.
El resto de la historia es conocido: nació el iPhone (y sí, practicamente mató al iPod, pero a quién le importa). Y Nokia… ¿alguien que conozcáis ha comprado un Nokia últimamente?
¿Qué moraleja se puede sacar del asunto para el sector de la prensa? Pues que, sí: tu gallina de los huevos de oro, el papel, está perdiendo plumas. Pero que puestos a matarla, mejor lo haces tú mismo controlando a cambio el proceso (aunque sea traumático).
Si no, lo hará otro. Y eso sí será traumático.
Más vale irse dando cuenta ya. Porque se nos está poniendo cara de finlandés.
La imagen de Nokia vs Apple la he encontrado aquí