Los últimos gobiernos que esta España nuestra ha tenido se esfuerzan mucho. Pero mucho. No pierden ocasión ni reparan en obstáculo para conseguir que nosotros, los españolitos, perdamos definitivamente la fe en nuestros políticos, nuestras instituciones, nuestro sistema y, en fin, nuestro país.
Debe ser un empeño fatigoso, ciertamente. Porque tampoco es fácil tomar decisiones tan vergonzosas desde cualquier punto de vista ético, político y legal como algunas que hemos vistos en los últimos años. Hay muchos ejemplos, pero una de las medallas de oro ex-aequo se la llevan los indultos que el Rey ha tenido que firmar en el último año gracias a Rajoy y Zapatero, Zapatero y Rajoy.
Y ahora, el gobierno indulta a unos policías torturadores. No creo que haya cosa peor que pueda hacer un agente de la ley de una sociedad democrática. Unos tipos condenados por sentencia firme. El gobierno los indultó una vez, y como vio que, aún así, igual acababan en la cárcel, los volvió a indultar una segunda vez.
Vergonzoso es decir poco. Tanto que hasta 200 jueces (colectivo poco dado a estas cosas, la vedad) han firmado una carta de protesta. Vergonzoso por el ejemplo, por la falta de justificación, por la intención.
Por el mensaje que nos lanza, en fin: todo da igual, pareciera. La ley, esa ley que nos ampara, es cosa de pringados
Columna publicada en Diario La RIOJA
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