Pasa cada vez: a cada noticia de alcance (suceso gordo, en cristiano) le sucede una oleada de fotos falsas que circulan como la pólvora por las redes sociales. El problema: que muchas veces son indistinguibles de las verdaderas. Y que muchas veces los medios de comunicación pican (picamos) como chinos con fakes de los que luego te avergüenzan, o con fotos que nada tienen que ver con el tiempo o el lugar del que se informa.
Leo en Poynter una historia que viene muy al pelo, ahora que las webs están inundadas (ojo al juego de palabras) con fotos del huracán Sandy. Algunas, como ésta
resultan no ser lo que parecen (ésta, en concerto, se tomó hace mes y medio). Tantas hay, que un sitio web está haciendo una lista de fakes que andan por ahí circulando.
El artículo de Poynter contiene un buen número de recursos que sirven para el caso, pero también en general: hay que saber navegar en las redes con una cierta dosis de sospecha y las herramientas precisas para separar el grano de la paja.
Porque si no, los perjudicados somos siempre los medios.