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Alberto Gil

Los mil vinos

Olarra, de abajo a arriba

El pasado martes el Grupo Olarra nos presentó un parte de su gama de vinos. Conocí a Javier Martínez de Salinas, director técnico del grupo bodeguero, y un enólogo con experiencia (primero en el Coto y, creo que desde hace 16 años en Olarra) que ha visto en primera línea la evolución de Rioja en las últimas décadas y también la de su propia bodega.

Después de tanta literatura en torno al vino, es gratificante ver como los grandes grupos comerciales han ido adaptando sus vinos, más o menos en silencio, y cómo, ahora que parece que deslumbran menos los fuegos de artificio, se pueden encontrar vinos de calidad notable a precios razonables. Así vi la cata:

«En Rioja somos tradicionales, reacios en ocasiones a lo nuevo, pero siempre se ha reaccionado rápido». Con estas palabras, Javier Martínez de Salinas, director técnico del Grupo Ollarra –Bodegas Olarra (Logroño), Ondarre (Viana) y Casa del Valle (Toledo)– presentó la evolución tranquila de su gama Cerro Añón, la clara apuesta de la compañía de los últimos años, junto con su ya larga experiencia con el cava en Ondarre y sus elaboraciones especiales con el Mayor (Viana) y Summa (Logroño).

Javier Martínez de Salinas y Olarra

Olarra, cuya bodega matriz en Logroño arrastra ya una trayectoria de cuarenta años, es reflejo del propio Rioja: «No pretendemos hacer otra cosa; se nos conoce por ser Rioja y nuestros vinos intentan ser un buen ejemplo de ello». En este sentido, el grupo trabaja con las cuatro variedades tintas principales (tempranillo, garnacha, mazuelo y graciano), siempre con la base de tempranillo salvo algunos «experimentos» y también con distintas procedencias, pero más o menos fijas: «Nuestro viñedo, propiedad de proveedores habituales, se extiende por toda La Rioja Media, desde Laguardia, la zona Navarra de Rioja, y Logroño hasta Navarrete», explicó Martínez de Salinas. El resultado son vinos tradicionales, aunque perfectamente actualizados: «El péndulo, al principio de los noventa se escoró demasiado hacia la finura hasta dejar a los vinos con escasa estructura y color, mientras que en los recientes años pasados, se fue el otro extremo, hasta vinos que se podían casi masticar; es ahora, a mi juicio, cuando estamos donde deberíamos estar, con vinos que tienen su estructura, su intensidad, pero que sirven para comer y con los que te sientas en una mesa y te acabas la botella», explicó el director técnico.

La cata
Vinos de la cata OlarraLa noche comenzó la cata con el cava Millenium Brut de Ondarre (6,3 euros pvp), una elaboración tradicional del grupo centrada en la viura: «Cava no es una denominación geográfica, aunque el 98% se hace en Cataluña y nosotros aportamos un vino diferente, elaborado con nuestra variedad blanca adaptada al clima propio y nuestros suelos en el que nos importan menos los aromas que el conseguir un vino fácil de beber, amable y que pide una segunda copa». Ollarra es una bodega que elabora una amplísima gama. En el año 2001, la bodega apostó por la marca Cerro Añón, más secundaria hasta entonces, y comenzó un relanzamiento que está llegando a su punto álgido.

El Cerro Añón Crianza 2010 (6,5 euros) acaba de ser empujado por Decanter como el mejor vino español de su categoría incidiendo en su calidad precio. El vino respeta la composición varietal tradicional y también la crianza mayoritaria en roble americano. «El bebedor habitual de Rioja quiere reconocer lo que bebe», insiste el director técnico. En la cata cubre ese objetivo de ‘amabilidad’, con una profundidad intermedia (es un crianza) y con una suavidad característica de una gama que, cuando el ‘péndulo’ estaba en el extremo inicial, se podría entender hasta ‘crudeza’ porque está claro que seguirá evolucionando a mejor en botella. «En el exterior te piden los vinos así y, cada vez más en España; luego, está en manos del consumidor abrirlos cuando crea conveniente», explica el enólogo.

El Cerro Añón Graciano 2010 (10,5 euros) es un «experimento», en palabras de Javier Martínez de Salinas. «Contamos con unos gracianos con personalidad que, especialmente estas últimas añadas cálidas, han evolucionado muy bien y nos decidimos por este varietal diferente». Javier Martínez sigue ‘jugando’ con los tiempos de crianza (reduciéndolo cada añada) para sacar la máxima expresión a esta uva minoritaria de Rioja que nada tiene que ver con el tempranillo. En la cata avisa a simple vista de la concentración y estructura ante un reto que supone integrar los aromas propios (defectuosos si no madura bien) con los de la barrica nueva donde hace la maloláctica. El resultado: un buen vino que irá mejorando mientras la bodega siga logrando la maduración plena.

El Cerro Añón Reserva 2008 (9,9 euros) ha logrado ‘cuadrar’ el círculo en Reino Unido, con medalla de oro en los tres grandes concursos británicos: Decanter, Wine Challenge y Wine & Spirit; un gran impulso para Olarra en el mercado británico: «Casi todo son viñas viejas, en vaso, de la zona de Rioja Media para un vino que ha sido una clara apuesta de la bodega en los últimos años y con el que estamos logrando importantes reconocimientos», describe Javier Martínez de Salinas. En la cata muestra, tras una crianza de 20 meses en barrica, las señas de identidad de los buenos, y actuales, reservas de Rioja: consistente, largo, fino y amable. Para el que escribe, el mejor vino de la noche.

La  pareja ‘especial’Mayor (15,3 euros) y Summa (20 euros) son las dos elaboraciones especiales del grupo. El grupo selecciona algunos de sus viñedos y uvas en Viana, para su Mayor de Ondarre, y de Logroño y en el entorno, para el Summa, de Olarra. Javier Martínez propuso una cata comparada de ambos vinos que, como bien surgió en las preguntas del público, estarían cerca del concepto actual del gran reserva de Rioja: «Son vinos de selección, de viñas viejas de baja producción, que elaboramos todos los años, aunque, si a lo largo del proceso no dan la talla, no salen al mercado». Así, por ejemplo, sucedió con una añada del Summa, que pese a estar embotellado, Olarra no llegó a venderla. En la cata, el Summa, de una añada posterior y, aunque a priori no excelente como el 2005, se muestra un escalón por encima, con mayor entereza, pero ambos vuelven a demostrar que los grandes grupos de Rioja son capaces de cubrir todo el abanico posible de vinos y consumidores.

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Rioja, la tierra de los mil vinos

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