Desconozco si hay motivos políticos o no en la decisión de Artadi, con dos o tres bodegas, de intentar promover una micro denominación de origen exclusivamente alavesa y salirse de la DOC Rioja, aunque una cosa si tengo clara: si el Gobierno vasco está detrás, habrá dinero y recursos para ello. La noticia la publicamos este domingo en Diario LA RIOJA y, desde luego, ha caído como un auténtico bombazo en el sector.
Al margen de las cuestiones políticas, el mensaje de Juan Carlos López de Lacalle está claro y lleva precisamente el nombre de este blog: ‘Rioja, la tierra de los mil vinos’. Es decir, existe una gran diversidad en Rioja que, sin embargo, legislativamente no se reconoce. La frase, como reconocí en su momento en uno de los mejores suplementos especiales que hemos publicado en Diario LA RIOJA para mostrar la extraordinaria diversidad de suelos y climas y de modeles de negocio de Rioja, no es mía, sino del bodeguero Miguel Ángel de Gregorio (Finca Allende).
Si algo diferencia a Rioja de otras zonas vitícolas españolas es dicha diversidad y creo que, y ojalá esto acabe sin ruptura, hace falta dar pasos en este sentido por parte del Consejo Regulador. Artadi, como todas las bodegas que son la punta de lanza, debe mucho a Rioja y tampoco creo que las 600.000 botellas que embotella Juan Carlos López de Lacalle tienen el nombre y los apellidos del comprador como decía en la entrevista del periódico. Es decir, en Rioja se producen 400 millones de kilos de uva y hay que venderlos todos, algo que, evidentemente, no se puede hacer a 20 euros la botella.
Rioja ha sido capaz históricamente de equilibrar, más o menos a destiempo o con más o menos ‘víctimas’, situaciones injustas y estoy pensando, por ejemplo, en la lucha de Chucho Puelles y otros pequeños cosecheros que consiguieron cambiar a principios de los años 90 la normativa que impedía ser criador a quien tenía menos de 500 barricas y reducirlas a 50. Artadi y Rioja Alavesa no son únicos. Hay grandes elaboradores de Rioja en Laguardia, en Samaniego, en San Vicente, en Fuenmayor, en Briones, en Haro, en Baños de Río Tobía, en Aldeanueva, en Alfaro…, que trabajan su terruño, sus viñedos, su propia diversidad y que enriquecen Rioja. Hay también casas que, con diferentes modelos de negocio al pequeño elaborador como Marqués de Cáceres por ejemplo, o bodegas históricas, que han llevado el nombre de Rioja por todo el mundo con extraordinaria dignidad.
El problema es que la crisis ha sido buen caldo de cultivo para nuevos operadores de volumen que están en todas las subzonas de Rioja, incluida la alavesa -R&M o Araco, con Ángel Aznar de gerente, por ejemplo- y que, desde luego, poco prestigio aportan.
Paternina ofrece estas Navidades en las grandes cadenas riojanas vinos de reserva de la añada 2009 a 2,49 euros la botella. Considerando que el granel de reserva se vende internamente a ese precio, sin IVA, y que habría que sumar el coste de la botella, corcho, etiqueta… estamos hablando de una venta a pérdida.
Contra esto es contra lo que debe reaccionar el Consejo Regulador y, al mismo tiempo, debe comenzar a proteger también esa diversidad natural que evidentemente existe y también de negocios con posibilidades de diferenciación.
La diferenciación de los vinos por las menciones tradicionales se ha quedado vieja y escasa –hasta el punto de que lo que más vale es el ‘papel’ que certifica el tiempo de estancia en barrica de un vino-, por lo que, bien por zonas bien por calidades –objetivas por supuesto- el sector debería empezar a plantearse que hay que hacer cambios legislativos porque, efectivamente, no todos los Riojas crianza o reserva son iguales.
En Cava, Raventós abrió la caja de los truenos y ahora 14 bodegas han decidido seguir sus pasos y diferenciarse desde fuera de la DO. Es algo que no puede permitirse Rioja.