Tenía interés en ver qué daba de sí la jornada convocada por AMA (Juan Carlos López de Lacalle) con bodegueros y viticultores de Rioja Alavesa, de este ‘lado’ (desde el que escribo, aunque ya no sé donde ponerlo), Madrid y Priorat. Al margen del tema del ex lehendakari Ibarretexe, la mesa redonda estuvo muy bien, pero, personalmente, el mismo problema que se supone tiene Rioja Alavesa tiene el resto de Rioja por mucho que se vista el muñeco de conflicto particular. En palabras de Pedro Balda, “menos hectáreas y más cabezas en el campo” (globalización). Ahí va la crónica y no os perdías el guante que lanzó Álvaro Palacios a López de Lacalle:
«Tenemos dudas y nos gustaría que la administración estuviese con nosotros». Con estas palabras resumió Juan Carlos López de Lacalle (Bodegas Artadi) quizás el propósito de la jornada organizada ayer por la asociación Amigos del Viñedo Alavés (AMA), que preside el propio López de Lacalle, y que, bajo el lema ‘Denominación de Origen. Identidad y diferenciación’, generó una importante expectación toda vez que Artadi está pendiente de materializar su anunciado abandono de la DOC Rioja.
Entre los ponentes de la mesa redonda de cierre, viticultores de Priorat, riojano alaveses, de Madrid, de San Vicente y de Alfaro –moderados por el propio López de Lacalle–, que coincidieron en la necesidad de rescatar del olvido, y de la burocracia, conceptos como el origen y la identidad perdidos con el desarrollo industrial y con una globalización comercial que amenaza la supervivencia del pequeño, aunque tanto en el sector del vino como en el de las ‘panaderías’.
López de Lacalle, Gabriel Frías, Telmo Rodríguez, Salustiá Álvarez, Daniel Gómez Jiménez-Landi, Pedro Balda y Álvaro Palacios, en una imagen de mi compañera Sonia Tercero.
Álvaro Palacios –el invitado de La Rioja Baja [subzona en ocasiones cuestionada desde esferas políticos de Rioja Alavesa], ‘Hombre del Año’ para la revista Decanter y hace tres décadas uno de los jóvenes visionarios que ayudó a convertir Priorat en lo que hoy es– cogió el toro por los cuernos y emplazó directamente al moderador a reconsiderar mantener Artadi dentro de Rioja para cambiar las cosas: «Creo que hay futuro en Rioja, de quien hemos vivido, y bien, durante tantos años; te invito a que sigas con nosotros».
Palacios propuso López de Lacalle liderar un cambio en la denominación actual, que comience en el desarrollo de las subzonas, de los vinos de municipio y, finalmente, de los vinos de paraje o de finca, de forma progresiva y similar a lo que lo en su momento sucedió en Priorato –hoy ‘envidia’ de todas las DDOO– con un pequeño grupo de bodegueros: «Viña El Pisón [el vino icono de Artadi] nunca estará entre los grandes del mundo sin credenciales». «Sin la acreditación de una administración, un gran vino no tiene ‘zapatos’», advirtió el bodeguero de Alfaro. López de Lacalle, no obstante, esquivó el ‘guante’: «Estoy de acuerdo en todo lo que dices, pero me falta tiempo; yo no lo tengo». Por tanto, el órdago de Artadi, aun en busca de nuevo amparo administrativo y quizás de más socios en la aventura, sigue adelante.
Al margen del caso concreto, las reivindicaciones que se escucharon ayer en Laguardia son las mismas que pueden oírse en San Vicente, en Ollauri, en Baños o en Aldeanueva de Ebro: «Antes podías vivir con 2.000 cántaras de vino y ahora para lo mismo necesitas 10.000», dijo Gabriel Frías, viticultor de Bodegas Hermanos Frías del Val (Villabuena).
Argumento sobre el que insistió Pedro Balda, viticultor y doctor en Viticultura de la UR: «Si cada vez necesitas más hectáreas para vivir por cabeza y la tierras es limitada, cada vez habrá menos cabezas». Balda respondió directamente a la pregunta: «¿Eso se hace con una nueva denominación de origen? No lo sé, aunque desde luego está bien debatirlo». En cualquier caso, el viticultor, que vende sus apenas 1.000 botellas en cuatro continentes, puso el dedo en la llaga: «En mi pueblo [San Vicente] hay grandes viticultores y viñas, pero faltan jóvenes, pequeños productores que trabajen la viña».
Sin denominación de origen trabaja Daniel Gómez Jiménez-Landi (Comando G), un joven que tras acabar la universidad decidió rescatar garnachas auténticas cultivadas a mil metros de altitud en la Sierra de Gredos. Entre tres opciones de indicación geográfica (Méntrida, Madrid, y Castilla y León) optó por un proyecto propio ‘Garnachas de Gredos’ sin reconocimiento administrativo pero de raíces profundas: «No puedo valorar si convendría o no una denominación alavesa, pero hacer una nueva para cometer los mismos errores no tendría sentido». Daniel Gómez apunto que «lo que pide el mercado es autenticidad y la pregunta qué debemos hacernos es si hacemos vinos con identidad».
Vino a dos euros
En el mismo sentido, Telmo Rodríguez (Granja de Remélluri y Compañía de Vinos de Telmo Rodríguez), que empezó de cero en varios lugares inhóspitos de viejos y olvidados viñedos como Málaga o la sierra de Gredos, argumentó que «en Rioja Alavesa hay de todo, pero un proyecto para que sea sostenible debe saber hacia donde va». «Vender vino a dos euros –aseguró– es un suicidio». Rodríguez animó a dar un ‘paso atrás’ y repensar hacia donde se está yendo: «Únicamente si tienes buenos viñedos –añadió– y los trabajas bien tienes futuro; no hay Rioja Alavesa, ni Rioja Alta, ni España sin buenos viñedos ni sacrificio».
Salustiá Álvarez, presidente de la DOC Priorat, expuso la experiencia del éxito, la de una comarca deprimida que, por el sueño de un reducido grupo de jóvenes, encontró en una viticultura al límite el rejuvenecimiento de una comarca abocada hace treinta años a su despoblación. Álvarez apeló a la «unidad», como sucedió en Priorato, para poner en marcha un proyecto nuevo y concluyó con una interesante reflexión: «¿Puede irse Artadi de Rioja?, probablemente sí». «Pero, ¿puede permitir Rioja que se vaya Artadi?, pues probablemente, no».