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Alberto Gil

Los mil vinos

Examen a la añada 2001

In vino veritas. Vinorum Think, la gran apuesta de Alimentaria 2016 que en su primera edición ha logrado reunir a los mejores expertos nacionales e internacionales sobre vino español, apostó por una cata horizontal de Riojas de la añada 2001. Una prueba de fuego para una de las cosechas míticas de una de las escasas zonas vitícolas españolas que puede enfrentarse a un reto de dichas características y salir airosa como sucedió esta semana en la feria internacional de Barcelona. Una selección de nueve vinos, agrupados por diferentes comarcas geográficas y con una mezcla de estilos de elaboración (tradicionales, clásicos actuales y vinos ‘modernos’), que forma parte de la propia idiosincrasia de la región vitícola fue el menú que se puso encima de la mesa con resultados, cuando menos, a la altura de lo esperado: «Una añada fantástica, sin discusión, que sólo el tiempo dirá si roza la eternidad como la de 1964», explica Guillermo Cruz, sumiller de Mugaritz.

Cruz destaca la diversidad de los vinos seleccionados para la cata, tanto por la procedencia geográfica como por los métodos de elaboración: «Pudimos disfrutar de vinos con diferentes perfiles de suelos, altitudes y climas y también de distintas elaboraciones, más clásicas y más modernas». «Los vinos modernos –continúa– seducen antes y el clásico necesita más tiempo, pero luego alarga más su vida». El sumiller de Mugaritz recordó también el momento de la añada 2001 y la tremenda influencia que entonces Robert Parker tenía en todo el mundo: «Más importante que las opiniones de los prescriptores es mantener la personalidad y Rioja forma parte de la cultura y las raíces de todos aquellos que amamos el vino, con un estilo reconocido a nivel mundial».

Una personalidad que se puso de manifiesto en la cata: de la tipicidad más atlántica del Cerrado del Castillo a la entereza y delicadeza del Valenciso o el empuje del Pujanza Norte, un vino procedente de viñedos que entonces apenas tenían once años y que pone de manifiesto que, más allá de la edad del vid, el carácter de un gran vino lo proporciona el suelo, la altitud y, también, la mano del autor.

La cata comenzó en la zona más noroccidental de Rioja, atravesó la Sonsierra y pasó también por el extremo suroriental, en la cara sur del Monte Yerga, con el Valsacro [ahora Vinsacro por un problema de registros], un vino de viejas garnachas de la zona y que se mostró especialmente agradable y entero: «Una de las sorpresas –señala Guillermo Cruz–; yo soy de tierra de garnachas [aragonés] y me gustó muchísimo». «Es un vino –continúa– que no sólo ha sobrevivido los quince años desde que se vendimió hasta la cata, sino que también ha subsistido a los arranques de viejas garnachas que, desde luego para mí, son los auténticos tesoros que todavía pueden encontrarse en algunos vinos de La Rioja Baja». Roda I, 890 y Viña Tondonia Reserva Blanco, diferentes elaboraciones de bodegas del barrio de la Estación de Haro, cerraron la propuesta con muy alta nota: desde el perfil más clásico del 890, a la elegancia y delicadeza del Roda I o la originalidad del blanco de Viña Tondonia.

Cruz entra también en el debate actual de Rioja sobre la vinculación de los vinos a los terruños, a los orígenes geográficos: «Las regiones históricas también evolucionan y creo que el consumidor, especialmente internacional, quiere saber más». «Rioja –continúa– debería mirar otros modelos internacionales y adaptar el que mejor le venga, pero diferenciando zonas y pueblos y mostrando la diversidad que existe sin tapujos ni maquillajes».

El debate ‘histórico’
El momento actual que atraviesa Rioja con cambios de modelo en el horizonte, precipitados a raíz del abandono de Artadi de la Denominación de Origen, motivó el debate durante la cata. Una discusión que, no obstante, era muy similar a la que se produjo en el año 2001, como se puso de manifiesto en una selección de noticias de la hemeroteca de Diario LA RIOJA que se proyectaron en la presentación. El control de rendimientos y la diferenciación de vinos y viñedos por calidades protagonizaba, como hoy, el debate en aquellos años, pero, finalmente, no hubo cambios. Con la calidad de la añada 2001, Rioja recuperó mercado y crecimiento y el éxito acabó ‘acallando’ las voces críticas. ¿Sucederá ahora en el 2015 lo mismo o Rioja adaptará su realidad a las propuestas de diferenciación y valoración de los terruños?

La presentación recogió también las impresiones del veterano investigador Manuel Ruiz Hernández, quien comparó con sus notas las añada 2001 con la del 64: la conclusión, mientras que la gran añada del siglo XX está viendo ya su final (tras 50 años) la mejor del XXI puede superarla en longevidad. En su contra, el pH más elevado, pero, a favor, las técnicas de extracción de taninos y polifenoles, inexistentes en el 64 y una realidad a partir de los 90 en Rioja.

 

Cerrado del Castillo 2001 (Castillo de Cuzcurrita). Un vino de finca para comenzar, de una zona atlántica y fresca (Obarenes/Tirón) y con personalidad propia de la comarca. Entero e intenso.

Valenciso 2001 (Valenciso).  Cambio de zona (Ollauri), en una prolongación de la Sonsierra aunque en el lado sur del Ebro. Acidez, frescura y con largo recorrido todavía. Uno de los mejores de la cata.

Barón de Chirel 2001 (Marqués de Riscal). Uno de los vinos que renovó Rioja a finales de los años 80 con su lanzamiento por parte de una bodega histórica. Intenso, concentrado y especiado, pero que empieza a estar agotado

Pujanza Norte 2001 (Bodegas y Viñedos Pujanza). Vino de finca, de elevad altitud y suelo pobre. Pleno en este momento y una gran sorpresa que rompe tópicos. La viña tiene hoy 26 años, sólo 11 cuando se elaboró el vino.

Marqués de Vargas Reserva Privada 2001 (Marqués de Vargas). Cambio de zona con este vino en las inmediaciones de Logroño. Vino también de finca, con fuerte extracción y madera intensa. Un perfil moderno y de vida limitada.

Valsacro 2001 (Familia Escudero-Vinsacro). Giro al extremo suroriental de Rioja (Monte Yerga) con la garnacha protagonista. Espectacular por su frescura, equilibrio e integración. Una muy agradable sorpresa.

Roda I 2001 (Bodegas Roda). Elaborado con 17 vinificaciones diferentes de toda la DOC. Elegante, sedoso…, muestra de cómo un vino en su día moderno acaba siendo un gran clásico de larga vida.

890 Gran Reserva 2001 (La Rioja Alta, SA).  El único gran reserva con sólo dos años en el mercado. Un gran clásico. Un vino para beber ya, pero también para guardar muchos años.

Viña Tondonia Blanco Reserva 2001 (López de Heredia). Otro gran vino fino de Haro y blanco para cerrar la cata tras ocho tintos. Especial, único (nadie elabora blancos de tan larga crianza) y sorprendente. Un gran cierre.

 

 

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