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Alberto Gil

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Tim Atkin: “Rioja y España son como un ‘león dormido’; es necesario despertarlo»

Tim Atkin, en la jornada de viticulturas de Remelluri, en una imagen de Iker BasterretxeaMetatesiofobia. Miedo al cambio. Con este sugerente título, el master of wine y prescriptor británico Tim Atkin se presentó el pasado lunes en el Primer Encuentro de Viticulturas organizado por el bodeguero Telmo Rodríguez en la Granja de Nuestra Señora de Remelluri (Labastida), donde reunió a viticultores, bodegueros, restauradores, sumilleres y periodistas de todo el país con un objetivo: la recuperación del viñedo español y el prestigio del entorno rural.

Atkin fue invitado el año pasado por el Consejo Regulador a conocer la región vitícola en profundidad y publicó una clasificación personal, la primera de bodegas de Rioja con notables sorpresas, y polémica, al colocar en la cúspide a pequeños proyectos de viticultores comprometidos con su entorno y ajenos en gran medida al concepto del Rioja ‘único’. El pasado lunes fue rotundo en sus conclusiones: «Rioja, y España, son como un ‘león dormido’ [en referencia a la peña por todos los riojanos conocida]; hay que despertarlo». El prescriptor británico apeló a viticultores y bodegueros a «perder el miedo» y aseguró no entender cómo se ha renunciado hasta ahora a mostrar la «extraordinaria variabilidad de una región vitícola». «Los políticos y los tecnócratas –afirmó– no hacen los grandes vinos, sino los productores».

Atkin repasó el cambio sustancial que está sufriendo el mundo del vino en los últimos años: «Hemos pasado la fase científica extrema; ya no sirve la opinión de un gurú, los periodistas somos menos importantes, y el origen es cada vez más exigido por el consumidor». El prescriptor británico señaló que «en Rioja las marcas son mucho más importantes que los viñedos y advirtió de que el 70% del vino de Rioja no tiene un terruño reconocido». «Es increíble –añadió– que únicamente exista una imagen genérica del vino de Rioja, con vinos que van de dos euros hasta 200».

El periodista planteó también un debate sobre tradición y modernidad y aclaró que «hay cosas buenas y malas en cada concepto». «El brett, la oxidación, la falta de higiene… estaban en la tradición y evidentemente no son buenas, pero sí lo son la transmisión del conocimiento de padres a hijos, la empatía con el territorio, la limitación de productos químicos…» En cuanto a la modernidad, apuntó que la ciencia sirve, y mucho, pero que también ha habido un problema con «la excesiva industrialización del vino». «El término ‘cosechero’ se ha empleado de forma despectiva, pero ahora vuelve a ser un orgullo; hay que dejar de dar la espalda al terruño y una región, un país, no puede permitirse padecer esa fobia a los cambios».

Atkin animó a los productores a mirar a Borgoña, Italia o Alemania, para comenzar a zonificar y clasificar sus viñedos y dejó bien claro que, pese a que Reino Unido es el mejor mercado exterior de Rioja, no es oro todo lo que reluce: «Rioja es un vino de confianza, con un sabor dulce y agradable a roble americano, pero con un precio de 5 libras para reservas, cuando la mitad son impuestos». «Rioja debe aspirar a más, simplemente porque los grandes vinos de esta región vienen de un viñedo; es la realidad y por ello hay que convencer a los que ‘mandan’ que es necesario un cambio legislativo».

En este sentido, el prescriptor señaló que quizás para comenzar un modelo como el de Chianti pueda ser válido: «¿Por qué no un Rioja genérico y otro clásico?», se preguntó: «Lo que es ridículo es que las personas, los productores de vino, no puedan indicar los nombres de sus pueblos y sus viñedos en las etiquetas».

Atkin fue muy crítico también con la política de promoción seguida por el Consejo: «Cómo es posible que omita los mejores vinos». Se mostró en cualquier caso confiando en el futuro: «Rioja reaccionó al oídio y al mildiu en el siglo XIX, a la filoxera…, siempre resurge ante la catástrofe, pero seguir pensando y argumentando que esta región un ‘gran único terroir’ o un único paraguas es una solemne tontería». El prescriptor concluyó animando a perder el miedo al cambio, tal y como comenzó su intervención. Lo hizo con dos citas expresas, una del expresidente norteamericano Roosevelt [–«sólo hay que tener miedo del miedo»–] y otra de Samuel Beckett: «¿Has probado y has fracasado?; fracasa de nuevo y fracasa mejor».

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