Sin cumplir la década de vida, el campeón de Supercopa vuelve a lo más alto tras ganar la Copa de la Princesa. El que empezó como un equipo juvenil de circunstancias es ahora la elite del voleibol femenino nacional

Paradójicamente, la culpa original de que el Embalajes Blanco Tramek Murillo haya ganado la Supercopa la tiene la hija del director deportivo, Carlos Arratia. En el año 2003, Arratia, exjugador de Escolapios hasta juvenil, ejercía de seleccionador cadete femenino de La Rioja. Varias niñas de Murillo de Río Leza a las que dirigió se quedaban sin equipo al pasar a ser juveniles y se decidió a fundar un nuevo equipo con ellas en el que incluyó a su hija, May Arratia, procedente del D’Elhúyar. «Entonces hablé con la madre de Marta Pinillos [hoy preparadora físico de la plantilla], creamos un equipo, que ni siquiera se llamaba ‘Murillo’, y ganamos la liga juvenil», recuerda Carlos. Al año siguiente surgió otro equipo cadete y se creó el Club Voleibol Murillo, prácticamente con la misma directiva actual, la mayoría padres de exjugadoras, como la presidenta, María Jesús López Pinillos. Así, la denominación de «familiar», para este club, es algo más que una metáfora. La mayoría se apellidan Pinillos y guardan algún parentesco. No obstante, el municipio no llega a los 1.900 habitantes.

     Los inicios, por otra parte, no fueron nada profesionales: «Antes jugábamos en el frontón y no sé ni cómo nos dejaban. Por supuesto, entonces no podíamos ni plantearnos salir de Segunda División con ese campo», reconoce Carlos Arratia. El cambio llegó con la construcción del polideportivo Federico García Lorca. El club de voleibol hizo una oferta a la baja para su gestión al Ayuntamiento y, gracias a su concesión, reunió fondos que invirtió en fichajes. El primero fue el de la colocadora dominicana Francia Jackson, que limpiaba el recinto, controlaba la entrada y ponía los balones para el remate de sus compañeras en los partidos. Ella fue la primera extranjera del equipo, toda una olímpica. Luego llegaron Orce, Suero, Zaporozhets, Dubinina… y los ascensos, en buena medida propiciados por la estabilidad económica que facilitó el patrocinio de Nuchar, que llegó a elaborar un calendario en ruso del equipo, donde distribuye mucho producto, empujado por la popularidad de la ucraniana Dubinina.

     En el 2008 logró el ascenso a Primera División pero, como sobró una plaza en Liga FEV, aceptó el reto y subió dos escalones de un solo paso. Un año después ascendió a Superliga 2 y, a su término, el desaparecido equipo de Miranda le ofreció su plaza en Superliga. «La rechacé y creo que hice bien porque nos faltaba experiencia. Además, me apetecía ascender por méritos propios», explica Arratia. Aquel año dio la sorpresa y ganó la Copa de la Princesa, el primer gran hito del equipo. «Aquella copa la siento como el mejor recuerdo que tengo del equipo porque dimos la sorpresa, entonces yo me hacía cargo del equipo y creo que es la mayor emoción que he tenido», asegura Arratia. En la temporada siguiente, la 2010-11, el Nuchar Eurochamp Murillo ascendió a Superliga venciendo la Superliga 2 y permaneciendo invicto, récord que no ha sido batido todavía.

     La historia reciente ya se conoce: regreso a Murillo de una jugadora bandera como fue Elena Esteban, el paso de una opuesta con tres medallas de oro olímpicas como Regla Bell, tres finales perdidas de Copa de la Reina y Superliga ante el mismo rival (Haro Rioja Voley), el obligado rechazo de competir en Europa y la llegada de Charly Carreño como técnico, lo que ha supuesto un definitivo salto de calidad en el juego. Hasta entonces, Arratia se ocupaba de dirigir a la plantilla y de conducirla en los desplazamientos con los vehículos de su propia empresa, Talleres CEA Mecanizados.

     El pasado mes de junio el Club Voleibol Murillo dudó de su continuidad pero la llegada del salvador patrocinio de Embalajes Blanco, junto a la continuidad de Tramek, Tierras de Murillo, etc. permitió los fichajes que han hecho de la actual la mejor plantilla de Superliga: Arroyo, Noelia, Pejkovic, Barrio… Todas capitaneadas por la ya jugadora insignia, Dani, ídolo de las cerca de 300 niñas que forman la cantera. «Nunca hemos trabajado tan bien como ahora, gracias a Carreño», explica Arratia, que admite que, hace apenas tres años, «era impensable creer que estemos ahora con la posibilidad de ganar todos los títulos».