No era para menos. Ganar un título y hacerlo en un derbi es motivo de alegría. Entre Haro y Murillo existe una educada rivalidad deportiva y así lo demostraron. Un juego noble como es el voleibol así lo exige. La afición del Haro fue la que más se oyó durante el encuentro, animando incansablemente a sus jugadoras. Pero también reconoció el mérito del finalista, el Murillo, aplaudiendo a sus jugadoras al recoger sus medallas. Decepción y lágrimas en las caras de veteranas como Regla Bell dan buena muestra de la importancia de este torneo. Por contra, dos juveniles harenses invitadas a esta fiesta, como Alejandra Traspaderne y Patricia Martínez, disfrutaban de un sueño hecho realidad: jugar con su equipo, el de su ciudad, y ganar un título.