No sé hasta qué punto mi devoción por Art Pepper nubla en este caso la ecuanimidad que creo necesaria para la elaboración de esta lista, que, aunque inevitablemente subjetiva, debería regirse por decisiones reflexivas, responsables y juiciosas. Pero, en fin, ya está hecho: el número 20 es para Art Pepper, en mi humilde opinión uno de los tres mejores saxo-altos de la historia junto a Johnny Hodges y a Charlie Parker.
De toda su discografía (que no es precisamente muy extensa por culpa sus idas y venidas de la cárcel y de clínicas de desintoxicación, de su deteriorada salud y su muerte relativamente temprana) me quedo sin dudarlo con este ‘Art Pepper + Eleven’, que creo que es una magnífica muestra del talento creativo del saxofonista y que, en mi opinión, encierra además la quintaesencia del estilo ‘West Coast’, con sus arreglos sofisticados, su implacable swing, sus improvisaciones claras y su tono distendido.
El disco fue grabado en Los Ángeles en tres sesiones entre marzo y mayo de 1959 y, como ya se explica en el título, acompañaron a Pepper en el estudio otros once músicos más (casi una big band) entre los que cabría destacar a los trompetistas Pete Candoli y Jack Sheldon, a los saxos Bud Shank y Bill Perkins, al pianista Russ Freeman o al batería Mel Lewis. Pero, aparte de todos ellos, había una pieza más, una pieza fundamental: el arreglista y director de orquesta Marty Paich, que hace aquí un trabajo extraordinario adaptando el repertorio escogido a las características de la banda y de los solistas reunidos para la ocasión. La conexión musical entre Pepper y Paich resultó asombrosa. Tanto, que el director del sello Contemporary, Les Koening, a la vista de los resultados de este disco, ideó una amplia serie de colaboraciones entre ambos músicos a la manera de lo que en la Costa Este estaban haciendo en aquella misma época el trompetista Miles Davis y el arreglista Gil Evans. Pero la inminente entrada de Art Pepper en la prisión de San Quintin para cumplir una larga condena por posesión y consumo de heroína truncó los planes.
Escuchemos uno de los 15 espléndidos temas que contiene este disco. Se titula Groovin’ High (composición de Dizzy Gillespie). La primera improvisación es del trompetista Jack Sheldon; a continuación entra Art Pepper, bordando un solo majestuoso y sobrio a la vez, visceral pero elegante.