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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

El sistema

Sólo me he sumado a dos manifestaciones en mi vida. La primera fue convocada el 27 de febrero de 1981 en toda España como reacción al fallido golpe de Estado y en apoyo de la democracia. La segunda, el 12 de marzo de 2004 en repulsa por la masacre de la víspera. Y, de no habernos pillado en un camping, hubiera participado también en el clamor nacional que el 12 de julio de 1997 exigió la liberación del pobre Miguel Ángel Blanco, vilmente asesinado el mismo día por uno de los más despreciables pistoleros etarras como valerosa “acción armada” de lo que esa panda de fantoches sin vergüenza de la conferencia de San Sebastián (seguro que a cobro revertido) denomina, como aquellos, “el conflicto”. Lo cuento porque el pasado 15-O un amigo me llamó para preguntarme si pensaba acudir a la manifa planetaria convocada por el movimiento 15-M. Naturalmente desestimé la invitación, porque, como muestra mi pobre currículo manifestador, sólo me han movilizado inequívocas reacciones de justificado rechazo a hechos concretos, extremadamente graves y sin posibilidad de manipulación de los asistentes por los convocantes. Y a mí esto del Antisistema, pues que no me convence nada. Para empezar, ¿qué es “el Sistema”? Trato de enterarme y todo lo que oigo, leo y veo es un baturrillo global de entelequias, vaguedades, ensueños y reivindicaciones inconcretas por parte de indignados, con razón o de salón, frente a cosas como el statu quo, “los mercados”, la globalización o el “orden” social, político o financiero del mundo mundial. A ver: oligarquías, poderosos, bancos y desigualdades en la distribución de la renta, o sea ricos y pobres, siempre las hubo, hay y habrá. Y desempleo. Y explotación a los que empiezan. E hipotecas que se ejecutan si no se paga. No lo apruebo, pero enojarse por todo esto de repente recuerda al chiste del justiciero que en un ataque de indignación se carga al primer judío que se encuentra tras enterarse esa misma mañana de que sus antepasados mataron a Jesucristo. No hay nada que objetar a que la gente se sienta harta de lo que considere oportuno y lo manifieste, siempre que se respete la legalidad, discutible pero vigente. Pero no pierdan de vista que de ese “orden establecido” forma parte esencial que quienes se están organizando en nuestras europeas ciudades contra él sean miles de ciudadanos de tres comidas diarias, techo, ropa, vista graduada, médico y educación gratis, móvil y puede que hasta subvención, y no los millones de desheredados globales que generación tras generación siguen muriendo por insalubridad, guerra o hambre (miles de niños a diario tan sólo en el cuerno de África), sin fuerzas ni para indignarse y sin que nadie se indigne por ellos, por sistema.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.