Se atribuye a Ana María Matute, esa gran escritora que se nos ha ido, que escribir es también una forma de protesta y que casi todos los escritores comparten el malestar con el mundo. Tiene razón, por eso ella construyó otros mundos seguramente para tratar de entender éste en el que vivimos. Como aprendiz de escritora, no dejo de sentir ese malestar general por el mundo en el que vivo. La ilusión de que el mundo cambiaría a mejor me parece hoy una utopía no sólo inalcanzable sino imposible.
En España el estercolero moral en el que vivimos no para de crecer a la velocidad del rayo. Si repasamos la semana no hay día sin sorpresa: 14 detenidos en UGT-Andalucía por la emisión de facturas falsas para cobrar fondos de formación, el portavoz del PP en el Senado está acusado de cobrar sobornos en la investigación del caso Pokemon, el asunto de los ERE impulsa la dimisión de Magdalena Alvárez, la trama Gürtel sigue apestando. Y ahora sale el increíble misterio de los 100 familiares de dirigentes del Tribunal de Cuentas que forman parte de su plantilla, un asunto que no deja de ser asombroso. Este organismo es el encargado de fiscalizar la legalidad de los gastos de todas las administraciones públicas y partidos políticos. Esto es de risa, en vez de Tribunal de Cuentas parece de cuentos, de cuentos chinos que nos están narrando como si fuera una historia inventada por nuestra querida Ana María Matute. Ésta es una prueba más de la desvergüenza general de nuestras instituciones. Allí donde más cautos, transparentes y ejemplares debían ser, es donde menos se practican esos principios. Pues ya ven, en el Tribunal de Cuentas se colocan los amigos y familiares como en el cortijo del señor marqués. Yo no salgo de mi asombro cada día una corruptela nueva y una grieta más en el edificio de nuestra débil democracia. Lo último conocido es el caso de los fondos de pensiones de los 39 eurodiputados españoles unidos a una Sicav luxemburguesa, con la única finalidad de tributar menos. Para colomo, el producto lo ofrecía el propio europarlamento. Ya ven, los burócratas de Bruselas nos demuestran, una vez más, que son unos linces y luego ¡hala!, a pedir austeridad a otros. Mientras la Agencia Tributaria poniendo anuncios de que si no pagamos el IVA, no hay escuelas ni hospitales. Yo pregunto, si el diputado de IU ha dimitido avergonzado por el mal ejemplo, ¿deben dimitir todos? Yo ya no me aclaro señores. Y por fin, la guinda del pastel: el juez Castro ha confirmado la imputación de la infanta Cristina, hija del Rey abdicado y hermana del Rey proclamado, por delito fiscal y blanqueo de capitales. ¿Alguien da más? Creo que si España parece un circo sólo nos falta que nos crezcan los enanos.
En el centro del estercolero y tras el advenimiento de Felipe VI, apareció Montoro con su maletín repleto de trucos de magia, como el señor Barragán en el programa aquel de la tele No te rías que es peor y nos presenta una reforma fiscal que es un nuevo fuego de artificio. Lo que nos rebajan por un lado nos lo suben por otro y la parte central de la tabla, la que incluye a la mayoría de contribuyentes, va a seguir soportando el peso de la crisis y aguantando que encima nos tomen a todos por tontos. El mago Montoro ha diseñado esta operación de cara al año electoral que se aproxima, a ver si por la vía del bolsillo se nos olvidan los desmanes cometidos. Creo que esta forma insultante de hacer política mirando sólo a corto plazo y sin calcular los riesgos tiene que cambiar. Es necesario ejercer el poder con más responsabilidad y más equidad. Las cosas hay que hacerlas porque son necesarias y a beneficio del interés general y no sólo mirando a las urnas y prostituyendo el sistema. Mientras el mago Montoro juega a contar mentiras, Unicef recuerda que en España hay 2.306.000 niños viviendo en el umbral de la pobreza aunque el gobierno no se lo crea. Pero nada, no se preocupen que España avanza… avanza hacia los años cincuenta.