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La Ley de Sinde es cojonuda.

La ley de Sinde (de la ministra de cultura Ángeles González-Sinde) , parece ser que no les gusta a los de la otra ley…la de la jungla.

Les jode que esta ministra se haya propuesto terminar con las páginas de Internet – unas 200- que roban la propiedad intelectual y artística de los creadores y la ponen a disposición de aquellos que quieren un producto sin pagar lo que cuesta.

Prefieren que existan esas páginas, en las cuales el sistema de las mismas es muy rentable. Sus propietarios roban las películas y los álbunes musicales…libros, etc. que otros crean invirtiendo su tiempo, inteligencia y dinero. Una vez robado lo ponen a disposición de terceros, obteniendo beneficio de ello, ya sea mediante publicidad, recaudaciones vía sms, o con llamadas a 905.

Los que consumen estas páginas, -algunas de las cuales reciben hasta un millón de visitas diarias-, consiguen gratuitamente – o casi- , esa película recién estrenada o ese primer disco de un artista que no llegará a nada porque será incapaz de vender 1000 discos, aunque su CD lo tengan- de forma fraudulenta- 100.000 personas.

Y como no quieren que les cierren el negocio, para protestar lanzarán “ataques” contra la Web del PP, o la del PSOE…o la de CIU, y abrazarán farolas, mearán pilas y chuparán balaustres, pero, al final…la elección es mucho más sencilla que todo esto. Se trata de elegir entre permitir que se robe a un músico su trabajo, cerrar tiendas de discos, salas de cine…que se permita que la cultura, la inteligencia y el arte se puedan robar y después vender desde la más absoluta impunidad, o que quién trabaja y produce reciba el justo pago a su trabajo.

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Por cierto, jamás en mi vida he descargado una sola película…un triste CD de música…no sé ni como se hace…ni tengo el emule ni nada que se le parezca. Cuando quiero un disco de “la Gaga”, o la versión de “La Bohéme” interpretada por Roberto Alagna me lo compro si puedo y sino no me lo compro…igual que cuando quiero un ordenador, un coche o un mueble para el salón.

Por la libertad de expresión.

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