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César Luena López

El Blog de César Luena

Mejorar nuestra sanidad

Aunque solamente sea por querer ver las cosas desde un punto de vista positivo, podríamos decir que los hechos acontecidos en las últimas semanas en el ámbito de la sanidad riojana, y me refiero especialmente al colapso del servicio de urgencias, han servido para poner de manifiesto el estado alarmante de este servicio público, esencial y vital para la sociedad riojana en general y para los ciudadanos en particular.

Quizás como una señal inequívoca de declive, la sanidad riojana ha demostrado estar al límite de sus posibilidades. En los medios de comunicación ha resonado a modo de titulares que han sobrecogido a propios y extraños.

Lo más sorprendente es que el achaque al sistema no ha sido nada extraordinario, sino el de cada año por estas fechas: la gripe y otras infecciones respiratorias; pero el paciente, el servicio público, cada vez se encuentra más débil. La nefasta gestión del Gobierno de La Rioja a lo largo de los últimos años ha conducido a un debilitamiento paulatino de la sanidad pública con sucesivos ataques que han mermado la calidad de los servicios asistenciales por la vía de los recortes de personal y las privatizaciones encubiertas.

En menos de 5 años se ha producido una reducción de las partidas presupuestarias sin precedentes en la historia de nuestra Comunidad. Así, en el seno del Servicio Riojano de Salud, el SERIS, los gastos destinados a personal de atención primaria han caído la friolera de dos millones de euros, nada sin embargo en comparación con la drástica reducción en lo que se refiera a atención especializada, que ha caído más de 20 millones de euros y que representa aproximadamente el 20% del total de los gastos de personal.

Detrás de estas frías cifras encontramos cierres de consultorios y pérdida de horas presenciales de médicos en el ámbito rural, sobrecarga de trabajo para los profesionales, sobre quienes pesan los recortes de personal y a quienes a su vez se les maniata mediante un sistema de agenda única que todavía limita más su escaso margen de maniobra.

Pero también sufrimos la falta de sustituciones de profesionales de baja y de disfrute de periodos vacacionales y en consecuencia esto conlleva nuevas deficiencias en la atención primaria, generando surrealistas situaciones en las que para ser atendido por el médico de referencia en la capital riojana es necesario que pasen hasta cuatro días, como ha ocurrido en algunos centros de salud de Logroño en fechas recientes.

En estas condiciones, a los ciudadanos, también desorientados tras un lamentable episodio de rezonificación sanitaria que se ha realizado de espaldas a más de 40.000 logroñeses, se les pone alfombra roja para que acudan a urgencias, para luego culpabilizarlos por hacer un excesivo e inadecuado uso de las mismas. Chocante, cuando menos.

La situación en las urgencias del San Pedro ha devenido en indigna: camas cruzadas en los pasillos, boxes utilizados de manera improvisada a modo de hospitalización e interminables esperas para los usuarios del sistema.

Todo ello incluso tras la apertura, después de más de dos años, de más de 20 camas que permanecían cerradas en beneficio de mercantiles que, en un negocio en alza con este gobierno popular, absorben “pacientes rentables” de los servicios públicos mientras el otro hospital de Logroño, el Hospital de La Rioja, se utiliza al 30% de su capacidad en una demostración de privatización costosa, innecesaria y oculta.

Otros servicios, como la unidad del dolor o salud mental, son algunos de los más deteriorados después de los últimos años de gestión del actual Gobierno. Las listas de espera reales cuentan con cifras mucho menos amables que las que las autoridades nos ofrecen y están, además, enmascaradas tras trámites administrativos; tal es así que doblan los plazos de atención al especialista que nos cuentan.

Lo mismo ocurre en las intervenciones quirúrgicas, que rondan el año, como en traumatología, con chantaje al paciente incluido, perjudicando a aquellos que no pasan “por el aro” de ser intervenidos en clínicas privadas.

Porque para eso el Gobierno de Sanz no escatima. El importe dedicado a privatizaciones de servicios ha ascendido de manera tan vertiginosa como ha descendido el montante del presupuesto de la sanidad riojana. En el último año se han destinado en torno a 25 millones de euros para la prestación ajena de servicios sanitarios por empresas privadas, mientras como ocurre en los servicios de radiología, los recursos públicos son infrautilizados.

Los socialistas tenemos otro planteamiento. Un cambio de rumbo que permita funcionar al sistema público de acuerdo a sus posibilidades.

Un giro que represente una apuesta por servicios eminentemente públicos prestado por profesionales de lo público. Una apuesta por la reversión de las privatizaciones y el refuerzo al personal a los niveles de antes de la crisis. También con el impulso a nuevas iniciativas, como la eliminación de los copagos y la universalización de la sanidad, derogando la infame contrarreforma sanitaria. Realizando definitivamente la integración de la Fundación Hospital de Calahorra en el SERIS, y garantizando por ley tiempos máximos de espera para los usuarios de la sanidad. Debemos impulsar la receta electrónica (La Rioja es la CCAA más retrasada en su implantación) y promover hábitos de vida saludables y una adecuada y definitiva planificación sanitaria, errática en los últimos 15 años, contando con la participación de los usuarios, dando un paso definitivo en la “democratización” de la sanidad para así sacar a La Rioja del vagón de cola de la sanidad pública española. Solo hay que creer en ello y querer.

 

Artículo de opinión publicado hoy domingo 2 de febrero de 2014 en DIARIO LA RIOJA.

Sobre el autor

Logroño, 1980. Doctor por la Universidad de La Rioja. Diputado socialista por La Rioja en el Congreso de los Diputados.


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