Después de muchos años trabajando en los servicios de hostelería como camarero, luego Maitre D´Hotel, etc; me reciclé hace diecisiete años como Sumiller y ello me ha dado satisfacciones, pero igualmente digo que es una profesión ingrata, dura y mal pagada. Sin embargo ahora que puedo ver las cosas desde otra perspectiva, será por un cierto complejo de Estocolmo o no sé, pero me voy a permitir hacer unas consideraciones a propósito de esta profesión, camarero, (en inglés “Waiter”, el que espera)
Decir primero que todo que este trabajo lleva implícito algo que, por más fundamental que sea, nunca se tiene en cuenta: estar de pie, parado, o en constante movimiento, caminando. Eso marca carácter. No olvidemos la importancia religiosa que tiene caminar, el camino (de Santiago que vertebra La Rioja). No sé si sabrán pero originalmente en las catedrales e iglesias no había donde sentarse; estas se concibieron para que las personas estuvieran de pie e incluso anduvieran moviéndose, girando, como forma de entrar en trance. Y así es como somos los que hemos hecho de este trabajo forma de vida: que estamos un tanto… bueno, vamos a dejarlo ahí. Camareros (ahora más bien camareras e inmigrantes) siempre hemos estado al albur de una consideración social y empresarial bastante pobre, y ahora leo por ahí que algún iluminado o supergüay empresario del ramo ha implementado una aplicación para el iPhone llamada Storific (¿Terrific?) por la cual uno entra en no sé qué tipo de bar-restaurante y puede pedir su comanda directamente a la cocina con el teléfono móvil. O sea. La aberración que no cesa.
La verdad es que por otra parte por mucho que los cocineros se lleven el gato al agua en cuanto a consideración y fama, vuelvo a repetir que en La Rioja con sendas estrellas Michelín al Echaurren y Venta Moncalvillo, con nuestros compañeros de la ASOCIACIÓN CULTURAL SUMILLERES DE LA RIOJA, Chefe y Carlos, esas estrellas relucen más gracias a su esmerado trabajo en sus respectivas casas. ¿Y cómo es ese trabajo en la sala? Obviamente aquel donde se cuida el detalle ofreciendo un servicio cercano que busca la excelencia- y ahí son fundamentales dos premisas: una, ofrecer al cliente un servicio de recepción y acogida que le haga sentirse huésped privilegiado desde la familiaridad y el agasajo; y la otra, que ello se realice desde la convicción por parte del profesional de que el cliente es nuestro huésped; para eso es preciso aquilatar y poner en práctica una serie de actuaciones que por más que puedan repetirse a través del tiempo, cada vez han de ser nuevas y sinceras.
¿Cómo se puede conseguir esto?
Por supuesto cualificando al personal con una serie de actitudes y aptitudes que brevemente voy a delinear y que igualmente pueden ser modificadas/ajustadas/consensuadas.
Resulta perentorio considerar (por lo que respecta a los servicios de restauración) cual debe ser el perfil ideal de los miembros del equipo que hemos de realizar esa labor; a saber, poseer una disposición general agradable ante el cliente o bien con el propio encanto personal de cada uno o con habilidades técnicas y comunicativas donde la motivación personal y el afán de superación juegan un importante papel.
Estas habilidades han de ser:
– hábitos sociales: adecuado uso del lenguaje gestual y corporal y constante actitud de deferencia para con el cliente
– atributos mentales: atención a los detalles/necesidades del cliente atendiéndolo personalizadamente. También poseer retentiva y disposición por adquirir las competencias necesarias para desarrollar bien nuestro trabajo
– cualidades físicas: autocontrol, asertividad y una impecable presencia física son indispensables, además de la práctica de la educación y las buenas maneras en todo momento
– otras cualidades: ser honrados y generosos, saber siempre mantener la compostura y no acelerarse, ofrecer siempre la mejor disposición y perseverancia al atender al cliente.
Todo lo anterior se puede compendiar en este DECÁLOGO O PERFIL DEMANDADO
– Capacidad de comunicación verbal y gestual
– Aptitudes para saber qué y cómo quiere el cliente el producto
– Cuidado del aspecto exterior: limpieza e higiene
– Amabilidad, atención y simpatía
– Comportamiento homogéneo
– Capacidad de asesoramiento e información
– Capacidad para ofrecer aquello que a la empresa le interesa vender
– Conocimiento de los deseos y costumbres de clientes habituales o previsibles
– Conocimiento de las técnicas que se desarrollan en el trabajo
– Conocimiento de los productos de alimentación y bebidas.