Anosmia: carencia del sentido del olfato. Empecemos recordando dos realidades fundamentales para todo ser humano: 1-el verdadero patrimonio que cada persona tiene es su cuerpo; como único bien a cuidar. 2-el mundo que conocemos en realidad no es otro que el que percibimos a través de nuestros sentidos. Piénsalo como quieras, pero cualquiera que sea la ecuación que te plantees, el resultado va a estarsiempre reducido a tu cuerpo y a qué, cómo, cuánto y dónde este percibe todo lo que le llega del exterior a trvés de los sentidos.
Personalmente en mi vida hay un antes y un después del primer curso de Análisis Sensorial del Vino al que asistí, extasiándome poco a poco según iba descubriendo el potencial de mis sentidos (principalmente el del olfato). Deberíamos sentirnos exquisitamente vivos cada instante cuando conscientemente olemos, paladeamos, oimos. Por lo mismo estamos desperdiciando nuestros días si transcurrimos por la vida sin hacernos ecos receptivos de tantas sensaciones que constantemente inciden en nuestros terminales sensoriales.
Debe ser terrible padecer anosmia; ello de alguna manera reduce el gusto de vivir. Y también causa estremecimiento y angustia el testimonio de una persona que sufre ajostia (pérdida del sentido del gusto) cuando dice que eso le produce un estado de fatiga constante al ser incapaz de percibir gustativamente lo que le entra en la boca.
Reivindiquemos el uso consciente de nuestros sentidos. Resulta deplorable que, en el tiempo de escuela, igualmente que se enseña matemáticas o lenguaje, no se haga lo mismo con la gestión de las emociones, el desarrollo de las habilidades psicoutilitarias, ni tampoco se trabajen las claves de la Apreciación Sensorial. O lo que es lo mismo: tomar conciencia del ejercicio de la cata como forma de enriquecimiento personal. Y no solo eso; desarrollar las facultades sensoriales resulta en un mejor entedimiento con el mundo que te rodea.
Para los niños (y para los mayores por otras causas añadidas) es fundamental conocer qué significa oler, ver, palpar, etc. La función que ejercen, por ejemplo, los aromas como activadores de las regiones emocionales del cerebro son claves para dotar de sentido a nuestras vivencias y recuerdos. Una atractiva y gratificante tarea puede ser seguir la pista del curso de las estaciones o de los cambios metereológicos: la floraciór de ciertas plantas, el punto de madurez de ciertas frutas, el otoño con su embelesamiento sensoria…
Entiedo que aprender a percibir es un ejercicio muy potente que desarrolla la plasticidad cerebral: descifrar aromas, describir sabores, practicar el juego estereofónico de la sinestesia. En fin ( yo a lo mío) que en los vinos, en su apreciación sensorial , reside un muy buena medida lo que acabo de apuntar. La riqueza, la sutileza, la intensidad impensada de parámetros sensitivos en ciertos vinos llegan a ser tan tremendas que solo por eso vale la pena vivir.