Creo en el poder de seducción del vino de calidad. Y por supuesto creo en los poderes seductores/sensoriales de la persona que lo toma con sentido y sensibilidad. Así es que, viejo man, te vuelvo a decir que nunca hay que dar nada por sentado, y que el tema no era tenerla más larga; el verdadero asunto en el éxito de la vida consiste en que nuestros telómeros se mantengan lo más largos que sea posible.
Los telómeros se hallan en los extremos (o capuchones) de los cromosomas de cada célula, y parece que se acortan (o deshilachan) infinitesimalmente en cada división celular; llegado un punto, tras ir acortándose el telómero, la célula no se divide y eso resulta clave para el advenimiento de enfermedades mortales y el envejecimiento.
Esto, claro, son muy malas noticias para nosotros; pero en cambio se nos da la oportunidad de combatir tales estropicios a base de propiciar y llevar una vida saludable (calidad de vida, ejercicio físico y mental); equilibrada (manteniendo alejado el estrés) y, por supuesto, con una nutrición correcta, o sea, la tan cacareada dieta mediterránea: fitoquímicos, ácido oleico y linoléico, frutas y frutos secos, granos integrales… y una buena hidratación.
Y ¿cómo contribuye el vino en estas tareas? Bueno, aparte de generar placer y ayudar en la buena gestión de las emociones, es evidente que durante las comidas la mejor hidratación (con disfrutes sensoriales y efectos digestivos ciertos) es a base de vino; por supuesto mucho antes que zumos artificiales y bebidas dulces gasificadas.
Seduzcamos a nuestros telómeros, además de con vino, no permitiendo que se acorten, propiciando un cambio de vida para mejor, pues en ello nos va el vivir más tiempo y más sentidamente.