Sí, ya sabemos que la cosecha 2014 en la DOC Rioja ha sido “difícil”. Y que la del 2013 resultó así, así. Pero los consumidores y amantes de nuestros vinos disponen -si quieren- de al menos dos opciones para seguir disfrutando de ellos. Una es la certeza de que las bodegas que elaboran en clave de calidad, siempre elaboran excelentes vinos; y la otra (por si acaso) consiste -si quieren- en explotar los recursos de sus potenciales sensoriales para adquirir un mejor criterio a la hora de elegir los vinos (de tal o cual cosecha) que mejor se adaptan a sus gustos y bolsillos. ¿Y cómo se consigue eso? Con la práctica de la cata o apreciación sensorial del vino.
Repetiremos de nuevo que hay varios tipos de cata:
Se puede añadir más a la lista, pero ¿para qué? Al final hay tantos tipos de cata como personas se acercan a un vino. En realidad yo idearía un nuevo método de calificar los vinos en base al nivel de equilibrio de cada vino (el que se establece baremando la armonía entre la fruta, la acidez y el alcohol) y las emociones que despierta su degustación. Sin duda mucho mejor que la engañosa suma de puntos de las distintas fases, que resultan en puntuaciones estrámboticas, siempre sujetas a variables de muy complicada fiabilidad.