“Yo seguía con fe la luz que me guiaba, hasta que descubrí que procedía de la linterna que llevaba en mi mano” El Roto, El País 3/1/2015
El consumo de vino en España (uno de los tres mayores productores de vino del mundo) ha caído hasta límites insospechados. Y en vistas de ello, desde la parte productora e interesados, unos se lamentan, otros se asustan, otros bostezan, y los hay que dicen aquello de “virgencita, que me quede como estoy”.
La verdad es que en el mundo del vino en España suceden cosas extrañas. Por una parte se produce más vino y mejor que nunca antes en la historia. Por otra han surgido movimientos interesantes tanto en labores informativas y de pedagogía por parte de bodegueros inteligentes, como de prescripción para facilitar criterios de compra a potenciales clientes (véase el auge de los sumilleres). Y luego por otro lado va y resulta que las personas que consumían vino en su dieta diaria ya se murieron de viejos, a la par que la gente joven que se inicia en los placeres adultos nada entre dos aguas: la de la cerveza y la de la coca-cola.
Aún así, las personas que comandan los departamentos de marketing de bodegas y entes públicos implicados continúan siguiendo la luz de su propia linterna; erre que erre. No quieren enterarse que las personas/clientes que consumen vino:
1º tienen la razón y el poder; y son más importantes que el producto
2º en realidad lo que compran no es el producto sino las prestaciones que este les proporciona
3º ya no son consumidores pasivos; al revés, son activos, se implican, les gusta interactuar; hasta el punto que muchos ya tienen a su disposición una serie de aplicaciones (apps) en sus teléfonos inteligentes que les permiten al instante saber todo sobre el producto y quien lo hace. Y eso da mucho poder.
¿Y qué pasa con las personas integrantes de las nuevas generaciones, como los “millennials”, “babyboomers”, “generación X” que consumen todo tipo de brebajes alcohólicos de alta graduación inmundos y luego se asustan del vino?
Pues muy sencillo. No se les sabe atraer al consumo y disfrute de la mayor virtud que tiene el vino de calidad: que es un auténtico generador de placer sensorial. “Plastic soul, man, plastic soul” como decía John Lennon.
Hay que ponerse al día. Las personas que consumen vino de calidad (o aquellas proclives a hacerlo) generalmente apuestan por una suerte de consumo inteligente, consciente y sostenible (ahí en Bodegas Torres, con su “Torres&Earth” anduvieron muy vivos). ¿Por qué no entonces, por ejemplo, aquí en La Rioja se apuesta por atraer, enganchar a esas personas nuevas moviendo sus deseos de descubrimiento y disfrute sensorial? O sea ¿más cursos de cata? Si. Pero con otros enfoques.