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QUIEN NO SE AVENTURA NO HA VENTURA

Desde Swartland, región vinícola de Sudáfrica, a La Rioja. Bryan MacRobert, joven enólogo (y ya bodeguero riojano con su LAVENTURA Bodegas y Viñedos) es quizá el último llegado a esta tierra de paso con nombre de vino en el Camino de Santiago.

Como ya hemos apuntado en otras ocasiones, La Rioja es lugar en donde confluyen o por donde pasan caminos; una tierra que se presta a intentar aventuras; un espacio poliédrico en donde caben muchas riojas, muchas sensibilidades, muchas percepciones, muchas formas de entender y crear vinos según dicta y marca su espacio físico y geoclimático.

Proviniendo de Sudáfrica, es lógico que Bryan proceda él mismo de distintos linajes (su padre de ascendencia escocesa, y su madre holandesa). Y, bajo su corteza pelirroja, menuda, con ojos observadores como buen universitario anglosajón, en realidad su mirada transmite la misma sensibilidad cultivada, el mismo interés por la naturaleza y su ecología, el mismo grado de compromiso para elaborar vinos. Pero vinos  que han de responder a las claves del agrosistema vitícola del cual proceden las uvas.

A la postre, la misma implicación integral de muchos otros vitivinicultores  en La Rioja, en Western Cape, en la Toscana, en el Douro portugués o en muchas otras zonas españolas donde florecen individualidades que están cambiando la faz de los terrenos y los perfiles de los vinos conocidos hasta hace no mucho.

¿Qué hizo que Bryan MacRobert dejara el hemisferio sur para aventurarse por estas latitudes? En realidad, lo que hizo (y continúa haciendo) es permitirse el lujo de realizar dos vendimias anuales, aquí y en su tierra natal. Sucede que conoció a una joven enóloga riojana  -con quien comparte vida e inquietudes- en Logroño. Primero fue en el Priorat y desde 2012 en La Rioja (adonde vino a estudiar español). Aquí conoció a Olivier Riviere, quien le mostró el camino -no precisamente fácil- de aventurarse a conseguir uvas de viñas, tanto de Camprovín como de Elvillar; sin complejos.

No han sido precisamente las mejores cosechas las de 2013 y 2014, las primeras que salen de su bodega riojana. Bryan dice que convertir azúcar en alcohol es similar (conseguir acidez y madurez polifenólica es otra historia) en zonas como la suya de procedencia o en La Mancha; pero en La Rioja hay que atender a otras muchas circunstancias para lograr esa clase de  vinos que desde la primera vez que los probó le cautivaron.

Y esto es precisamente lo que ocupa ahora sus trabajos y sus días. Muy en serio, se ha embarcado en un proyecto de vida; una bodega familiar que produce vinos sin aditivos, buscando lo natural de la  ecología del suelo, del lugar donde se asientan las cepas.

Lo que va a catapultar su nombre al Olimpo de los vinos, será el resultado de una pequeña finca, de difícil acceso en un barranco,  plantada hace ochenta años –situada entre Laguardia y Elvillar- que trabaja a mano en clave biodinámica; el vino resultante no llevará etiquetas ecológicas, pues él no quiere ser esclavo de ningún tipo de terminologías, pero seguro que va a situarse en la estela del mismo Olivier Riviere, de Roberto Oliván, David Sampedro, Pedro Balda… que, en la lista de The Wine Advocate 2015 de los vinos españoles recién publicada, están en los puestos de honor junto a quienes les precedieron con vinos rompedores: Fernando Remírez de Ganuza, Telmo Rodríguez, Benjamín Romeo, Carlos Sampedro, Abel Mendoza, Marcos Eguren, Juan Carlos López de Lacalle; y otros.

No deja de ser curioso que los mencionados son precisamente esos que, con mentes abiertas, apego por el terruño y amor por las cosas bien hechas, han regenerado suelos devastados y rehecho prácticas culturales ancestrales de las que maman –para nutrirse- y volver a unos mismos orígenes comunes. A todo ello le han añadido aires frescos de nuevos trabajos enológicos para ganarse un futuro que ya es suyo. Bryan se ha sumado con su Laventura.

La Asociación de Sumilleres de La Rioja tuvo hace poco la oportunidad de catar los vinos que Bryan nos presentó. Primero los sudafricanos Tobías  Chenín Blanc (fruta carnosa, cítricos, flores marchitas; seco y sabroso con la cremosidad del roble) y Tobías Mourvedre (nariz compleja, notas sutiles de hollejo maduro; fresco, ligero, limpio y fácil de beber).

También probamos un Malvasía “orange wine” (esto es, blanco pero elaboración en tinto fermentado con los hollejos); varietales garnachas de Tudelilla  y San Vicente, y dos muestras de viñas de “suelo rojo” y “suelo blanco” cada una con sus interesantes peculiaridades.  Finalmente el turno final le correspondió a sus Laventura Viura 2013 y Laventura Tempranillo 2013; el blanco fermentado en barrica con aromas de la misma y notas frutales golosas que contrastan en boca con acidez marcada que lo estiliza; y el tinto muestra un perfil frutal con cierta complejidad y boca suave, jugosa y con notas de roble aún por integrar.

 

 

 

 

 

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Claves de vinos y apreciación sensorial

Sobre el autor

Sólida formación como docente en Cursos de Análisis Sensorial de vinos y otros productos agroalimentarios; dilatada experiencia en servicios de alta gastronomía; disfruta transmitiendo su pasión por el mundo del vino y su cultura. Desde 2001 colabora en ayudar a descubrir lo fascinante del uso de los sentidos para gozar plenamente del los vinos y gastronomía en La Rioja. Director de www.exquisiterioja.com


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