Como todo en la vida, la moda con sus evoluciones, sus cambios en gustos y en tendencias no para nunca; así, a la especie urbana “hipster” que pulula por las grandes urbes occidentales principalmente, ya le está sucediendo otra denominada “fitster” y que utiliza el ejercicio físico, estar en forma, hábitos saludables, conciencia medioambiental y un “look” que se mueve entre la delgadez fibrosa con, quizá, una cierta languidez no exenta de fortaleza.
Aspecto fino y saludable; mantenerse en forma como objetivo vital; mallas ceñidas en ellas y ajustadas prendas deportivas para salir en ellos; dietas macrobióticas, tendencia hacia lo unisex. Si hay que mostrarse, diferenciándose, que sea a base de toques genuinos y estilosos con un sentido muy cuidado que busca la autenticidad personal.
¡Vaya! Pues resulta que más o menos es parecido a lo que muestran unos cuantos puñados de vinos de Rioja que están en el mercado y que son fruto de la conciencia creadora de sus elaboradores. Vinos que hablan de las peculiaridades de sus zonas de procedencia, de los ambientes geoclimáticos (según un estudio reciente neozelandés los microbios serían los responsables de eso que llaman “terruño”) que marcan la expresión frutal, del cuidado en todas las fases de su producción, del afinado en robles finos que imprimen complejidad, del afán de proyectar lo que es la DOC Rioja genuina interpretada en las versiones originales de las personas vitivinicultoras que los crean.
Veamos cuatro de ellos que bien podrían ajustarse al carácter que estamos tratando.
Artadi Tempranillo 2012. Brillante y limpio en todas sus fases, el vino muestra maneras elegantes con sus aromas de fruta jugosa, notas de roble sorprendentemente integradas, sus taninos finamente pulidos a la vez que fibrosos en el paso de boca y un final sentido que transmite buenas sensaciones.
La Montesa 2012 tempranillo, garnacha y mazuelo de Palacios Remondo. Expresión genuina de Rioja con aires mediterráneos, el vino auna su perfil frutal delineado por un roble amable que sustancia volúmen y textura con un carácter realmente meloso; imposible que no guste a todo el mundo. Bien podría ajustarse a las características “fitster”.
Barón de Ley reserva 2010. No en vano ha sido considerado inmejorable en la relación calidad/precio por la revista DECANTER. Es cierto que los aromas del roble caracterizan el vino, tanto en nariz con sus notas finamente especiadas, como en boca, envolviendo un peso de fruta que lo hace delicioso. Lo que dicen de los “fitster” y su delgadez fibrosa, tendencia y modos estilosos; en el caso del vino por sus prestaciones como fino versátil: para copear y para una buena compañía en la mesa.
1958 de Ortubia reserva 2009. Si hay un pueblo en La Rioja genuino y con un estilo que rezuma la autenticidad de la rioja alta vitícola, este es Villalba de Rioja. Espero que nadie lo tenga en cuenta, pero bien podría ser la “meca” del movimiento “fitster”. Este reserva es todo un regalo sensorial; en la copa según se va abriendo, destila atisbos florales oscuros, y se muestran otros aromas que cuesta describir; pero las sensaciones que evocan son de pureza. Lo más representativo del perfil aromático es su complejidad; pero no son notas adquiridas del roble sino pura expresión frutal.
En boca el vino expresa toda su magnitud. Entrada suave, a la vez que restallan sensaciones sápidas intensas. Jugoso y sabroso, destaca la finura esmerilada de su acidez, engarzada con una fruta patente que llena el paso de boca y desemboca en un final gustoso.