Habrá que ir acostumbrándose al nuevo término en la nomenclatura de la DOC Rioja, después de la información de Alberto Gil que adelanta posibles cambios en el modelo de clasificación de los vinos riojanos. Algunos de ellos podrían llamarse “Rioja de Paraje” por una parte. Luego, por otra, mi intención es volver a hablar sobre los “parajes” más altos de la rioja alta, como sigue a continuación.
Estos son los factores que influyen en un ESTILO DE VINO definido o que pretende diferenciarse: enólogo/a, climas, paisaje (¿paraje?) suelos, viticultura, variedades, edad del viñedo, cosecha. Por lo tanto, sabido esto, a La Rioja hay que conocerla antes de que fuera DOC Rioja para amar con fundamento al vino de rioja. Y ¿adónde nos vamos entonces? ¿A la comarca que atraviesa el Río Oja (o Glera) y que flanquean el Tirón y el Najerilla en la zona que va desde el monasterio de San Millán de la Cogolla hasta el Ebro? ¿A todo el tiempo anterior a la llegada de los franceses que instauraron aquí -con muchas reservas- los nuevos métodos de vinificación? ¿O La Rioja y el rioja es todo lo que sucedió después hasta nuestros días?
Sea como fuere o haya de ser, en estos tiempos que estamos viviendo, es precisamente cuando realmente –finalmente- se están sentando las bases para que los riojas sean lo que han de ser; por su riqueza y diversidad. Y, como la DOC Rioja es grande, rica y diversa, por mi natural querencia –ya que la conozco desde mis quince años- me seduce especialmente la zona que faldea la cara sur de los Montes Obarenes, desde los riscos de Bilibio en Haro, pasando por Villalba y la peña Jembres hasta los picos de Cellorigo.
Asumiendo la importancia de la influencia atlántica en este lado sur de los Obarenes. Y asumiendo que el origen de un vino está en los suelos, es fácil entender porqué esta zona tiene los dos valores principales para lograr vinos de altura: los aspectos geográficos de los suelos y la actividad biológica que en ellos se da. En cuanto a los primeros, son características determinantes:
1- latitud y altitud
2- orientaciones perfectas (siempre mirando al sur)
3- drenajes posibilistas
4- grado de erosión comedida
Y en cuanto a la actividad biológica -con toda su relevancia- esta es facilitada por las propiedades físicas de esos suelos con sus texturas arcillosas (y su capacidad de intercambio catiónico) en unas zonas, calcareo-arenosas en otras y trazas de paleosuelos por doquier.
Ahora que finalmente parece que se van a poner sobre la mesa las características diferenciadoras de la tempranillo, hincada en tales suelos con sus variables climáticas que los acompañan -como factores que influyen en los vinos resultantes- veremos si se pueden establecer vínculos entre el tipo o estilo de vino y las diferentes microzonas o parajes; es decir, si en la cata se pueden percibir huellas, características propias de cada una. Para ello, acompañadme en el recorrido por las bodegas que realmente están en los confines más altos de la rioja alta.
BARBAROT
A Bárbara Palacios le gusta estar en la viña de donde salen las uvas de su vino -justo debajo de los merenderos de la Ermita de San Felices con sus imponentes riscos- Conocer qué pasa en esa parcela soleada, sus cepas y sus uvas y sentir toda la vida que ahí se da. Ella empezó en 2005, pero sus estudios y labores en bodegas vienen de antes, en lugares de Francia, EE.UU. Australia. Ahora son 4.5 ha (de 25 y 15 años) en producción de tempranillo, pero con una pequeña aportación de merlot. Bárbara asegura que la climatología es el factor que condiciona todo su trabajo, cuyo objetivo es lograr un viñedo sostenible y, según va trabajando, entendiendo la viña y realizando igualmente todas las labores de bodega, encuentra que sus vinos SÍ tienen el carácter diferenciador de la zona: madurez tardía por la altitud, acidez y ph bajo como factor de equilibrio.
Ahora además, con el renombre sobrevenido del grupo de jóvenes vitivinicultores Rioja&Roll, empieza a ver color: ya puso en el mercado las cosechas 05, 06, 07; y la actual de 2009 se la quitan de las manos.
El vino: BARBAROT 2009
La vendimia en la DOC Rioja fue en general sana y dio muy buenos vinos, como este que presenta un color rojo cereza con ribetes granate, limpio y de capa alta. En nariz es limpio, con aromas intensos y sugerentes de frutas rojas frescas; apuntes de lavanda, retamas aromáticas, miel de espliego con un fondo balsámico y levemente especiado (crocanti). Según se abre, va apareciendo la bestia que lleva dentro: notas terrosas, campo húmedo, flores de manantial, otra vez los torrefactos (recuerdos de chocolate con leche); y al fondo siempre esas evocaciones de musgo, monte y sol calentando las rocas.
En boca es impecable en la entrada; fresco y jugoso en el paso de boca con sensaciones tánicas en el posgusto y retronasal enjundiosa. Se percibe fruta, bañada por una acidez que equilibra el conjunto, con destellos del roble también presente. Redondo, de trago fácil y sin duda con potencial de guarda. Entonces, con el tiempo, es posible que aparezca ese perfil buscado propio de la rioja alta: sutiles frutos maduros y sensaciones táctiles finas que ya se barruntan. Sin duda es todo un placer sensorial su degustación.
BODEGAS ORTUBIA
Villalba es un enclave singular, muy especial incluso dentro de La Rioja. Las uvas de los pagos de Villalba (hermanados en cada vericueto del terreno con los de Haro y Sajazarra) siempre se han cotizado muy bien en las bodegas de Haro.
Villalba es un tesoro con sus viñedos, que –junto con la viña de Bárbara Palacios y las de Hacienda El Ternero- besan las zonas más boscosas de esta vertiente sur de los Montes Obarenes; zona silenciosa en su ambiente, por otra parte quedo y ausente. Ahí, Bodegas Ortubia con Pelayo Fernández, su esposa Belarmina y su hermano Alfonso están trabajando un reto o apuesta encomiable por situar las uvas de Villalba en el escalafón que se merecen y además con nombre y denominación de origen propios: rioja alta auténtica. ¿Por qué? Si estás pensando en terrenos ideales para plantar viñedo que den uvas de calidad genuina, por suelo, horas de sol, luminosidad, pluviometría moderada, altitud y latitud… la zona aquilata todas esas cualidades más otra primordial: aires sanos, naturaleza casi virgen. Casi todos los días del año, pero más aún se pone de manifiesto en Agosto-Septiembre cuando, al atardecer, según se va poniendo el sol, se levanta una ventolera que barre toda la vertiente sur de los Obarenes desde Pancorbo (y que a veces coge más fuerza aún a los pies de la Sierra Cantabria allá por Samaniego y Villabuena) Estos vientos refrescan drásticamente el ambiente, a la vez que humedecen las plantas durante la noche. Y ya sabemos cómo de bueno es eso para generar uvas de calidad, pues esos contrastes térmicos en estas zonas de altitud obligan a las cepas a engrosar el calibre de los hollejos.
Las plantas de tempranillo son muy influenciables por el entorno en que intentan medrar; tienen esa tendencia a absorber lo que tienen alrededor y, por supuesto, la altitud y sus climas, más los suelos son fundamentales. En cuanto a estos, efectivamente, esa veta arcillo-calcárea tan peculiar y beneficiosa, que viene (más o menos discontinua) desde la Sonsierra, pasa a esta parte del río Ebro por los riscos de Bilibio y Villalba, llegando a blanquear zonas de Sajazarra e incluso los viñedos más remotos de Fonzaleche y Treviana, es la base edafológica que sustenta buena parte de la calidad (finura y elegancia) que se le presupone a los vinos de la rioja alta. Por eso la tempranillo es variedad indígena de La Rioja y encuentra en estos ambientes difíciles su más sentida y delicada expresión. Y si no, que se lo pregunten a esas cepas viejas plantadas en vaso que desborran antes (de ahí su nombre tempranillo) y que tienden a madurar antes que otras variedades (y que los nuevos clones en espaldera) para optimizar las condiciones climáticas; pero, eso sí, controlando la producción, pues el tempranillo es planta muy vigorosa y con calor tiende a desmadrarse.
El vino: BELARMINA 2011
De color rojo cereza con ribetes granate, profundo y de capa alta, en nariz el ambiente es intenso con aromas que tardan en mostrarse. Van apareciendo notas de mermelada de frutos negros (ciruela); fragancia de retamas olorosas propias de las lindes (romero); especias finas (nuez moscada). Todo sobre un fondo de ebanistería y terrosos que caracterizan el vino, que es más potente que elegante.
Según se va abriendo, se perciben atisbos florales oscuros, y se muestran otros aromas que cuesta describir; pero las sensaciones que evocan son de pureza. Lo más representativo del perfil aromático es su complejidad; pero no son notas adquiridas del roble sino pura expresión frutal. En boca el vino expresa toda su magnitud. Entrada suave, a la vez que restallan sensaciones sápidas intensas. Jugoso y sabroso, el vino está en camino de integrar el impacto del roble (tacto bucal casi aterciopelado). Destaca la finura esmerilada de su acidez, engarzada con una fruta patente que llena el paso de boca y desemboca en un final gustoso. La retronasal evoca espirituosos y aparecen al final lácteos escondidos (toffe). Vino sincero, auténtico, que expresa la añada de la zona límite de cultivo en La Rioja como es Villalba.
HACIENDA EL TERNERO
Desde el punto de vista vitivinícola si el mejor modo de encarar y conquistar el futuro consiste, entre otras cosas, en tener una base sólida de firmes raíces arraigadas en el pasado, el enclave singular de Hacienda El Ternero, límite de la zona de cultivo de la DOC Rioja, es probablemente un lugar más que idóneo para llevar a cabo tal desafío. En la finca, a los pies de la impresionante mole pétrea de la peña Jembres, además de los viñedos, dibujados en distintas parcelas con altitudes, suelos, edades y exposiciones diferentes, se ven por doquier retazos de monte virgen con la presencia gratificante, evocadora, de encinares y carrascales junto a las hermosísimas siluetas estilizadas de los pinsapos
Granja-monasterio perteneciente al de Sta. María de Herrera, al otro lado de la cota sur de los Montes Obarenes, fue también hospital de peregrinos del Camino de Santiago y, hasta la desamortización de Mendizábal, los monjes dominaban todas las tierras que puede alcanzar la vista. Hacienda agrícola desde siempre, finalmente este enclave privilegiado tiene nueva propiedad que está invirtiendo, plantando más de las 60 ha actualmente en producción y ha remodelado una casa de aparceros para convertirla en un espléndido salón social para recibir visitantes.
Itziar López, natural de Miranda de Ebro, es la enóloga -joven y afortunada- pues se le ofrece la oportunidad de elaborar vinos sabiendo que está todavía en los prolegómenos de lo que pueden dar de sí los viñedos de la finca, pero en cualquier caso la idea es ir mejorando y disfrutar haciendo vinos que, en esencia, son vinos de terruño, naturales, prototipo del carácter atlántico que define a la rioja alta; vinos como los de antes hechos con uvas como las de antes.
El vino: HACIENDA EL TERNERO Reserva 2010
Estamos ante la nueva generación de lo que serán los tintos de la rioja alta del futuro. Ante la avalancha de vinos nuevos que han salido al mercado últimamente, puede parecer que estos proliferan como setas. Pero no es ese el asunto. Los vinos hay que hacerlos; en la bodega, lo cual ya supone inversión, pericia y esfuerzo. Pero sobre todo hay que hacerlos en el campo, llevando a buen término toda una serie de trabajos a lo largo del ciclo vegetativo anual de la planta de la vid. Esa es su enjundia y valor.
Luego, en la copa, el vino te mostrará un color rojo profundo con ribetes púrpura. En nariz, limpieza y gran intensidad aromática; notas perfumadas de frutas de bosque en sazón (arándanos) engarzadas con otras sutiles del roble (maderas finas); balsámicos y toffe (lácteos) plantas aromáticas de ribazo, apuntes de flores azules con trazos de mina de lápiz que le confieren finura. En boca es suave, delineado, sedoso. Acariciante en la entrada, en el paso de boca despliega sensaciones sápidas marcadas por fruta fresca bañada de una acidez subyugante, somatizada; redondo y equilibrado. Retronasal medida. El vino, atractivo en su pura desnudez, refleja la naturaleza auténtica de su procedencia; sin concesiones ni parecido con esos otros estilos de vinos tecnológicos pastosos, almibarados y falsos.
BODEGAS CASTILLO DE SAJAZARRA
A los pies de los Obarenes, en el precioso pueblo de Sajazarra que enseñorea el castillo del mismo nombre y a su vera, se encuentra la bodega; otro estandarte de la rioja última. Todo el término rezuma vida natural. Igualmente que en El Ternero; no puede ser de otro modo que en un ambiente tan privilegiado, no se quede uno embargado por la belleza de una naturaleza que encanta por su sencillez. El respeto por lo que se respira y se percibe te envuelve. Tu estado de ánimo mejora por tanta luz que te deja con la boca abierta. Texturas de nubes blancas y perfectas hechuras de las piedras del castillo que te invitan a tocar cielo, a tocar suelo. Y tantos matices del terreno con sus vides que no puedes dejar de mirar y admirar. Eso es, trasmutado en términos de calidad de vinos de trago largo, lo que ofrece esta bodega: esencia de sabores atlánticos y matices continentales-mediterráneos.
El vino: DIGMA GRACIANO RESERVA 2009.
Digma es el vino estandarte de la bodega. Parte de los viñedos están a mayor altitud incluso que los del Ternero, justo lindando con las zonas boscosas pero más al occidente. Toda la vida natural, vegetal (lavanda, tomillo, romero) que rodea las viñas, de alguna manera deja su impronta (¿también en las poblaciones de levaduras?) en la vid. El objetivo de la graciano es mejorar la tempranillo, pero cuando una cosecha como la 2009 sale espectacular, en la bodega deciden embotellar unas dos mil botellas.
Y aquí tenemos un vino que rompe moldes por su intensidad de prestaciones y su pureza de estilo “rioja alta”. Profundo cereza picota con irisaciones entre granate y amoratado en capa fina.
En nariz se perciben aromas de gran intensidad, de limpieza y finura exquisitas; notas integradas de roble de calidad con frutos silvestres que van más allá de lo dulce: son ésteres que han liberado esencias puras: balsámicos (hinojo, anisados) evocaciones perfumadas exóticas, cacao, tabaco de pipa, pedernal, té blanco; y cuando finalmente se abre, regala esencias florales seductoras como la violeta y la manzanilla. En boca es sedoso, fresco y sabroso, de un tacto bucal limpio, nítido y delicado. Su textura es delineada, frágil en su equilibrio con una acidez vibrante que adquiere protagonismo. Sin embargo, a la vez, el vino es envolvente, acariciante, ágil en el paso de boca, estilizado y fino. Carácter juvenil con sensaciones muy puras que bailan en el fondo de la boca. No deja de resultar fascinante que de la graciano, en esa tierra con raigambre histórica y un clima tan al límite del cultivo de la vid, pueda surgir un vino tan frutal, fino y delicado.
BODEGAS Y VIÑEDOS PÉREZ DE URRECHO
La Rioja es una casualidad geológica o zona de transición natural en medio de dos realidades climáticas opuestas: el cantábrico atlántico y el mediterráneo cálido, con la meseta castellana continental como tercer invitado al fondo. Y mira por donde, con el correr de millones de años por estas tierras –más la otra casualidad que supuso el advenimiento de la tempranillo a la zona- resulta que se ha llegado a combinar una suerte de simbiosis poco menos que perfecta entre estas cepas y el medio geográfico. Efectivamente, la variedad vinífera tempranillo viene a encontrar como los más idóneos para medrar a su gusto estos lares, por su configuración edafológica, ambiente climático y régimen de lluvias tan propicio (las cepas de tempranillo precisan de un aporte hídrico cíclico y regular en los meses de verano, que las masas de aire caliente que por aquí se forman regularmente, al no poder escapar, se elevan y enfrían para caer luego como tormentas de verano.
Todo lo que acabo de enunciar es recurrente en el caso de las viñas de Jesús Pérez de Urrecho, plantadas en el diminuto y bucólico pueblo de Galbárruli, justo contra el monte al abrigo de los Obarenes, desde donde se observa –mirando hacia el sur- en toda su magnificiencia la Sierra de la Demanda. Él estudió enología en Logroño, plantó 10 ha en terrenos sueltos hace veinticinco años pero fue en 2011 cuando elaboró su primera cosecha de vino joven maceración carbónica. Los renques están orientados N/S pues así se defienden mejor los racimos y toda la masa foliar de los ventarrones del verano que, junto con las lluvias tormentosas, por otra parte refrescan. Y eso es muy bueno. Jesús no quiere máquinas, lo hace todo personalmente; y asegura que deshojando a mano los racimos están más sanos, se benefician del microclima y tampoco precisan de riego.
Gracias a estas circunstancias, probablemente esas son razones por las cuales en cada cosecha logra una calidad constante. Singularidad añadida es que elabora todo en maceración carbónica, racimos enteros pisados como siempre se hizo, siguiendo el método tradicional; de tal manera es así que ni siquiera mezcla los depósitos al embotellar. Sentido común, naturaleza tal cual y bien hacer.
El vino: PÉREZ DE URRECHO MACERACIÓN CARBÓNICA 2015
Atractivo color rojo picota con reflejos púrpura en capa fina; limpio y brillante. En nariz presenta aromas intensos que se corresponden con la maceración carbónica: frutas rojas, piruleta de fresa, notas perfumadas de violetas, apuntes de pastilla de toffe y ecos que recuerdan al paloduz, más otro aroma telúrico difícil de descifrar. En boca es suave, fresco, sabroso; con fruta patente en el paso de boca. Brisa de finura en un tacto bucal esmerilado que, de pura ligereza, quiere pasar desapercibido. Pero no; su degustación es realmente una delicia de frescor con una ligerísima cremosidad del carbónico endógeno. El vino transmite sensaciones de pureza y desnuda sencillez en su juventud exuberante.
Sin duda alguna es pura expresión juvenil del carácter riojalteño. Vale la pena acercarse hasta Galbárruli y comprobar que SÍ existe ese vínculo entre vino joven de maceración carbónica y la zona de altitud, soleada, del paraje de donde proceden las uvas.
ALEGRE VALGAÑÓN
El pequeño afluente del rio Tirón por su margen izquierda, el rio Ea, conforma dos zonas diferentes de suelos: más gravas, arenosas y de aluvión a un lado mientras que al otro predominan las arcillas calcáreas –especialmente alrededores de Fonzaleche en su terreno quebrado- ello a su vez propicia un distinto componente de finura y suavidad que luego se manifesta en los vinos. En esa zona hacia el occidente, en la zona límite de cultivo de la DOC Rioja, en terrenos blanquecinos, arcillosos, se encuentran viñedos arriesgados, pero que cuando viene propicia la climatología, dan uvas soberbias
Junto a su marido Oscar Alegre, Eva Valgañón trabaja viñas de sus padres en Fonzaleche. Después de muchos años formándose, viajando y trabajando para otros, finalmente ha dado rienda suelta a su pasión -concienciada como está- en recuperar (incluso dentro del grupo Rioja&Roll) con sensibilidad los clásicos coupages de varietales y de zonas en su vino ALEGRE VALGAÑÓN. Elaboran las fincas por separado y es su vino de una sola viña LA CALLEJA donde especialmente se manifiesta la singularidad, la esencia de un paraje ciertamente abierto al occidente, con sus inclemencias, en una parcela próxima al pueblo. Apenas están empezando (ponen en el mercado menos de 15.000 botellas) de lo que Eva llama “vinos indestructibles” por su capacidad de guarda.
Desde la filosofía del grupo Rioja&Roll procura mantenerse equidistante entre el modelo (ya trasnochado) de la DOC y sus etiquetas que testifican solo tiempos de estancia en roble versus las genéricas; lo que les mueve es demostrar la trazabilidad de sus vinos con uvas de fincas ciertas, prácticas culturales sostenibles, honradez, naturalidad y calidad de los vinos para que se etiqueten sin reglamentos estrictos sin otro sentido que el meramente comercial. Su norte es manejarse en dimensiones humanas, trabajar por sí mismos tanto en el campo como en bodega y hacer de ello un proyecto de vida.
El vino: LA CALLEJA 2015
Ciertamente se puede decir que el vino (en plena fase de crianza en barrica, de donde catamos directamente) proviene de las tierras de estos parajes riojalteños, que regalan notas que bien sea por su finura, por su elegancia, por su frescor o sutileza y complejidad se pueden adscribir como propias de la rioja alta. Alegre y vivaz, en nariz el vino se muestra desconcertado; aún así, se perciben atisbos de frutas rojas silvestres, fragantes, con notas florales (violetas) junto a finos toques lácteos en un ambiente con profundos ecos de terruño. Muy limpio (aún saliendo de barrica) en boca es seco, fruta jugosa en el paso de boca que acompaña a una elegante acidez que confiere nervio e ilumina y refresca la boca. El vino es ya una delicia; muestra maneras de lo que llegará a ser: un vino con empaque, con clase. El perfil aromático, sápido y táctil es de un a vino muy personal llamado a ser un grande de la rioja alta, pues es ahí, en esas tierras extremas, donde la rioja alta quiere reivindicarse y dar lo mejor de sí.