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A ojo de buen cubero

CÓMO LA INTELIGENCIA SENSORIAL PUEDE MITIGAR EL ESTRÉS POSVERANIEGO

foto de www.exquisiterioja.com, Barrio de la Estación,  Haro.

Para aquellas personas que en Agosto se toman unos días de descanso, recuperación y disfrute y que además tienen inquietudes acerca de cómo mejor disfrutar con sentido(s) van dirigidos los apuntes que siguen.

Si la consciencia es todo lo que experimentamos y las experiencias necesariamente son sugeridas mediante estímulos que a su vez son generados gracias al concurso de los terminales sensoriales –es decir, los sentidos- hemos de entender entonces que el hecho de estar vivos –es decir, tener conciencia de ello- es un fenómeno puramente sensorial, íntimamente ligado al cuerpo.  Luego vendrán los neurocientíficos a decirnos que todo ello es asunto del cerebro; que es ahí donde se regulan nuestras funciones y por tanto donde se manifiestan todas nuestras vivencias.

Bueno, lo cierto es que a día de hoy aún no se sabe cómo el cerebro genera el concepto consciencia; y el que ahora se insinúe que esta reside en áreas posteriores del cerebro, en la llamada zona caliente posterior, tampoco nos va a librar de las implicaciones que tienen dentro de cada persona los desencuentros entre lo consciente y lo que de verdad manda: el subconsciente.

Dice Javier Sampedro, que escribe en el diario El País, que “una buena ecuación sintetiza una inmensa cantidad de datos en un centímetro cuadrado de papel”.  Yo esto lo reescribo diciendo que una sensación, incluso aunque no sea de procedencia meramente táctil,  hace lo propio en un centímetro cuadrado de piel. En este punto entonces es claro que una copa de un vino de  calidad  facilita y mucho el esfuerzo de vivir.

Y más todavía después del receso veraniego.

A lo que íbamos, según apunto en mi ensayo LAS NEURONAS SALEN EN PANDILLA, la inteligencia sensorial engloba todas las facultades (transmitidas y aprendidas) de las que se sirve la persona para captar y discriminar los matices proporcionados por las sensaciones percibidas a través de los sentidos. La inteligencia sensorial depende por tanto de la propia sensibilidad y el umbral de percepción, así como de los datos almacenados en la memoria junto a la práctica en los procesos de interpretación de la información nueva que recibimos. Las personas que gestionan mejor su sensorialidad, sus capacidades cognitivas y las adquiridas en agudeza visual, discriminación olfativa y auditiva, su razonamiento espacial y otras percepciones sensoriales, también se dotan con sentimientos más intensos, pensamientos más inteligentes y una mayor riqueza emocional y sensitiva.

A lo anterior resaltaré la importancia de las emociones, que se producen en el cuerpo como respuesta fisiológica a sensaciones percibidas; también como consecuencia de evocarlas. Recordemos algunas emociones negativas o tóxicas: ira, culpa, vergüenza, añoranza, miedo, dolor; y cuáles son las principales emociones positivas: empatía, alegría, risa, curiosidad, esperanza. Estas últimas es claro que conllevan en sí mismas la proactividad, el deseo de explorar nuevas opciones, de abrirse a posibilidades creativas.  (Ah!  Septiembre,  ese mes tan bonito y evocador). También se ha de tener presente que las emociones hablan, comunican a los organismos de nuestros congéneres cómo nos sentimos; sobre todo mediante las expresiones del rostro.

En tales casos, el cerebro – centro de referencia gracias a los sentidos y a las sinapsis-  dispone de un centro dedicado al placer: el sistema de recompensa; esto es, un mecanismo primordial muy significativo, con ancestrales resonancias evolutivas, íntimamente ligadas al placer sensorial (recordemos: los neurotransmisores u hormonas que se expresan en las sinapsis). Esos placeres que experimentamos como respuesta ante ciertas sensaciones no son cosa baladí, ya que aseguran que mantengamos conductas esenciales y llevemos a cabo con frecuencia actos como el de comer, tomar una copa de vino de calidad o la actividad sexual.

Temas

Claves de vinos y apreciación sensorial

Sobre el autor

Sólida formación como docente en Cursos de Análisis Sensorial de vinos y otros productos agroalimentarios; dilatada experiencia en servicios de alta gastronomía; disfruta transmitiendo su pasión por el mundo del vino y su cultura. Desde 2001 colabora en ayudar a descubrir lo fascinante del uso de los sentidos para gozar plenamente del los vinos y gastronomía en La Rioja. Director de www.exquisiterioja.com


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