Anoche se cambió la hora. Ese ajuste que se hace para adaptarse al ciclo solar. Ello me da pie para volver a plantear que, en España, además de adelantar la hora ¿no deberíamos también adelantarnos y cambiar de marcha a la vez? Ya va para dos años que estoy fuera de La Rioja; y procurando no perder la perspectiva. Pero estoy en otra tierra donde el vino también es eje vertebrador. Y aquí como allí todo lo vitivinícola se mira con cariño, por supuesto. ¿También con autocomplacencia?
Sí, el rioja se pide como primera opción en los restaurantes por españoles y extranjeros. Si, el rioja es envidiado por su estatus. Pero, lo dije y lo sigo diciendo: hay que adaptarse o exponerse a morir de éxito. Ya se dio un toque de atención en los años ochenta del pasado siglo. Y hubo reacción, vale.
¿Y ahora? Ahora la competencia ya no va a venir de otras zonas en este mundo globalizado. La competencia está resultando ser los propios clichés mentales; y esa suerte de comportamientos endogámicos por ´”defender” derechos de unos u otros en consejos reguladores o estamentos políticos en vez de mirar hacia fuera y otear por donde vienen los tiros. Lo ecológico y la preocupación medioambiental. Reducir producciones y aumentar calidades y valor añadido.
Nuevos consumidores concienciados por lo natural, biodinámico, ecológico u orgánico demandan movimientos en el sector productivo. ¿Cuándo se va a propiciar el uso reductivo -en la medida de lo posible- de productos fitosanitarios en vez de la perorata de si el riego o el número de yemas por cepa? ¿Cuándo se va a potenciar nuestro mayor valor: viñedos en terrenos pobres, climas secos y rendimientos escasos? ¿Cuándo se van a emplear –todos los lumbreras de la comunicación- en comunicar con ahínco –en los lugares de los consumidores finales- nuestras excelencias ciertas: productos auténticos, terruños únicos en paisajes únicos y referentes culturales a tutiplén? Y vuelvo a repetir esto pues ya fastidia que lo español, los vinos españoles, por ejemplo en un mercado como el británico, estén bastante por detrás de los franceses e italianos.
En fin, que podamos verlo –y contarlo- pronto.