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MELÓN, MÁS QUE MELÓN

Muchos años después, frente a la raja de melón de la nueva cosecha, el sumiller Abundio Salazar había de recordar aquella lúcida  mañana en que su padre lo llevó a conocer la dulzura. Cernina era entonces un poblachón manchego de casas de adobe y piedra que fueron construidas a través de una larga historia como zona de frontera.  La tierra era tan roja, seca y pobre que las cosechas había que robárselas al suelo con la colaboración del sol; y por eso, cuando se encontró en el escuálido melonar con las ralas matas de melones y su padre cortó un melón con la navaja y le dio a probar su dulzor infinito, su mundo sensual se abrió en jarras y sintió la inabarcable sensación de inventarse palabras para nombrar tales sensaciones.

Es cierto que lo dulce, la dulzura, se experimenta en la lengua primeramente; es puro sentido gustativo; pero, claro, es mucho más que eso.  En realidad lo dulce es un deseo omnipresente, un ansia de embriaguez que impregna la percepción del resto de los sentidos, incluso cediéndoles su nombre y sentido universal.

Resulta que el melón, como ninguna otra fruta, aúna en su carne no solo la dulzura embaucada de una liviana sensación táctil, sino al tiempo el placer de beber;  de hecho, tomar melón es lo más aproximado al acto de comer y beber a la vez.

Si lo que confiere gancho  a la otra fruta popular, la manzana, es dulzor sin astringencia pero con un punto de acidez, en el caso del melón este ofrece  sobre todo el juego de lo dulce con lo acuoso pero sostenido por la presencia de caricias táctiles en la boca que conforman un festín sensorial difícil de renunciar.

Y mira por donde, en La Mancha, la tierra seca, se producen cerca de 400 millones de kilos cada temporada, siguiéndoles a mucha distancia Murcia, Almería, Sevilla, Extremadura, etc.  No obstante la IGP Melón de La Mancha ampara apenas una ínfima parte de toda esa producción (de nuevo los precios de coste, 7-8 céntimos más por kilo, y un mercado ignorante que solo busca cantidad y lo más barato posible).  Es verdad que se antoja complicado distinguir unas calidades de otras cuando no se tienen referencias ¡Qué se le va a hacer!

 Yo sigo diciendo que hay que ejercitar los sentidos mediante la cata objetiva.  Bueno, en el caso del melón “Piel de Sapo” apreciar su forma elipsoidal, su corteza ligeramente rugosa con un escriturado asurcado de intensidad más abundante hacia la zona del pedúnculo; con signos de maduración que es fácil apreciar por su color menos verde y porque pesa más. La carne ha de ser prieta, blanca, cremosa y de escasa fibrosidad; que sea muy jugosa y dulce a saciar.

Según apunta Ramón Lara, de la Cooperativa Ntra. Sra.  Peñarroya de Argamasiila de Alba en Ciudad Real, y Presidente de la IGP manchega, el melón se empieza a cortar por estas fechas y dura hasta últimos de Septiembre.  Si el viñedo castellano-manchego es inmenso, los melonares también abarcan lo suyo en suelos arenosos, con aguas para riego no salobres, temperaturas óptimas entre 30-32 grados para garantizar homogeneidad; y en cuanto a los calibres, parece que el gusto va por zonas: en el norte gustan melones más pequeños mientras que en Andalucía y zonas mediterráneas les importa el tamaño; para la exportación, pequeñitos.

¿Qué va a suponer el que se haya descifrado el genoma del melón?  Esperemos que no suceda lo mismo que con los tomates, albaricoques, etc,  y que ese consumidor tradicional siga queriendo comer el producto real y no los conglomerados coloridos, lustrosos e insípidos en que han quedado muchos productos hortofrutícolas.

Si los melones sin semillas llegan a suceder en esta tierra quijotesca, que alguien cuente la historia de cómo esta fue arrasada por el infame calor irredento y apartada de la memoria de los hombres en el instante que sucediera, y que todo lo percibido en tales melones sea irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes  sin semillas  han de ser condenadas a más de cien años de soledad y a no tener una segunda oportunidad sobre la tierra.

 

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Claves de vinos y apreciación sensorial

Sobre el autor

Sólida formación como docente en Cursos de Análisis Sensorial de vinos y otros productos agroalimentarios; dilatada experiencia en servicios de alta gastronomía; disfruta transmitiendo su pasión por el mundo del vino y su cultura. Desde 2001 colabora en ayudar a descubrir lo fascinante del uso de los sentidos para gozar plenamente del los vinos y gastronomía en La Rioja. Director de www.exquisiterioja.com


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