Desde que empezó a trabajar a finales de los setenta del pasado siglo como comercial en el servicio post-venta en Zanussi, no ha dejado de cautivar al cliente con su mejor disposición. En aquellos tiempos, en la bodega que su padre tenía en Villabuena, el vino de cosechero se vendía en garrafones y en el mejor de los casos en botellas, pero sin etiquetar. Inquieto ya por querer mejorar la circunstancia, se apunta en el primer curso de enología que se imparte en la zona. En mente tenía la idea de, además del tinto de cosechero, elaborar rosado y blanco. Para poder deshacerse de la forma de pensar que le habían transmitido, según la cual lo bueno y natural era el vino de año, sin ningún tipo de crianza, se tiene que marchar a Francia y descubrir cómo allí trabajan desde los viñedos y los suelos clasificados, y luego las elaboraciones cuidadas y el manejo de las barricas. En fin, poco a poco va asumiendo tareas que no pueden soslayarse si lo que se pretende es ir rompiendo barreras y cosechar éxitos.
PIONERO
El león dormido que era la zona de la Sonsierra hace treinta años ha necesitado de hombres como Juan Luis Cañas quien -a diferencia de otros con empujes y aportaciones de distinto calado- desde su labor pionera como gestor y comercial, ha situado sus vinos en un escalafón sin duda envidiable. Fundador de la ABRA (cuyos primeros estatutos redactó con la máquina de escribir de su mujer) no ha cesado de ir comiendo terreno a la finca donde construyó la bodega actual con sucesivas ampliaciones; y también persiste en su labor de araña que extiende su tela comercial por todo el mundo atrapando mercados y a la vez, gracias a sus éxitos, aportando imagen y fundamento al conjunto de la marca Rioja. La Rioja es un espacio poliédrico donde caben muchas “riojas”. La Rioja tiene un “tempo” que cada cual administra según su libre albedrío; por suerte. En la Rioja coexisten estructuras mentales más o menos afincadas en un concepto de éxito ya secular; y junto a ello se dan sensibilidades que se manifiestan de forma gloriosa en vinos que no dejan de sorprender. Quizá alguien que se sirva y pruebe Amaren Graciano o Hiru 3 racimos pueda preguntarse: ¿son estos riojas.? Por supuesto que sí. Toda vez que proceden de terrenos y variedades genuinamente riojanos, pero eso sí, elaborados con mentalidad y tecnología del siglo XXI. Y de ahí que tales vinos vistan esos turbadores colores que llegan a ser casi impenetrables, que desplieguen aromas perfumados con recuerdos de frutos negros de bosque junto a notas florales y especias de gama dulce con fondo mineral donde lo exótico y lo galante se pelean por impresionar, que luego en boca inunden el paladar con un peso de fruta carnoso y sedoso y un posgusto fresco y seductor.
Resulta que muchos ya en La Rioja, como Juan Luis Cañas, han encaramado sus bodegas al tren del futuro. ¿Cómo se puede explicar la pureza, la autenticidad, la nitidez y expresión varietal de esos vinos? Sencillamente permitiendo, posibilitando, ayudando en la viña y actuando lo justo y necesario en la bodega. Se clasifican las parcelas por tipos de suelos (hondones, llanos, laderas, terrazas) con sus respectivas categorías a la vez que por la edad de los viñedos; por kilos de uva producidos (no es igual 4.800 kilos/ha. que 2.800 kilos/ha.); por estado sanitario, etc. Con ello se logra un aporte de calidad constante en cada cosecha desde los distintos pagos. Luego le selección minuciosa en bodega y la elaboración racional hacen el resto.
VIVIR DE ÉXITO
No deja de resultar notorio que, partiendo de postulados comerciales (Luis Cañas es el prototipo de bodega en la DOC Rioja de tamaño medio) se pueda llegar a tocar el cielo de la exquisitez con vinos deseados de alto valor añadido. ¿Cómo? Aparte de lo expuesto anteriormente, Juan Luis Cañas desde la sencillez, la afabilidad y su accesibilidad -está siempre dispuesto a atender a cualquiera- y desde su gestión rigurosa que busca siempre el sobresaliente, va sumando logros consecutivos en cadena y así, se puede permitir no verse sorprendido cuando con la que está cayendo en estos tiempos de crisis y demás… sigue creciendo en ventas; o dicho de otro modo, sigue recogiendo los frutos de actuaciones basadas en una apuesta clara por la calidad, en no fijarse en quienes se ven tentados a vender dando pelotazos pues no deja de ser una forma de prostituirse, en dar fiabilidad al consumidor con vinos que se prestan al juego del respeto mutuo: el vino respeta al cliente cosecha tras cosecha y el cliente respeta al vino que no le defrauda. Reconoce que va por el buen camino y es muy reconfortante y agradable cuando le llaman por teléfono y le dicen: “Me gustó tu vino, mándame veinte cajas”. Feliz por lo ya conseguido, no lo habría firmado cuando empezaba Y todo, como dice él, es sencillo y normal: “No necesito forzarme en aparentar ser de otra manera… y además me beneficia”.